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FULANA, SULTANA Y MENGANA DE TAL


Ella era la hija de Doña Julia. Era una niña muy inteligente. Asistió al colegio, y siempre recibió buenos comentarios. La gente decía: -Esa pequeña, es hija de Doña Julia. Siempre tan aplicada y dedicada. Igualita a su abuela. La niña creció y se casó con Juan Gómez, después de titularse como Ingeniero Químico. A él lo conoció en la facultad; apenas terminó, se título, y unieron sus vidas. Ella pasó a ser: La Sra de Gómez. Una flamante esposa. Trabajó por algún tiempo. Su capacidad la hizo ascender rápidamente. Todo era perfecto. Era buena ama de casa, buena profesionista y buena esposa. Todo ordenado, todo a tiempo. Pasaba aprovechando hasta el último momento del día y a veces la noche, hasta que terminaba todos sus pendientes. La vecinas la envidiaban. Tan bonita, tan arregladita, tan perfecta la Sra de Gómez. Una tarde de domingo ella tuvo un mareo extraño. Al recuperarse, encargó a su trabajadora doméstica fuera a la farmacia por una prueba de embarazo. Un tumbo en su corazón fue la respuesta al saber que estaba en embarazada. ¡Su primer bebé!. Lloraba y brincaba de alegría. Juan llegó cansado y fastidiado del trabajo. La noticia lo hizo esbozar una sonrisa generosa, satisfecha podría decirse con algo de orgullo pero solo lo suficiente. La beso y le dijo: -descansa mujer, mañana mismo renuncias ya no trabajarás. Ahora serás madre. Ella intento explicarle que no era necesario, que miles de mujeres trabajan estando embarazadas y que al nacer y teniendo las condiciones necesarias. Iría a una guardería y...él contestó: -No está a discusión, tu serás la madre de mis hijos para eso eres la Sra de Gómez y punto-. Al otro día...ella renunció y jamás volvió a trabajar ni a ejercer su carrera que tanto esfuerzo le había costado. La vida y su cotidianidad transcurría constante e imparable como lo amerita su naturaleza. Ella era una madre cuidadosa y estricta tal como lo fue su abuela y su madre. Al llegar al colegio la Sra Gómez era seguida por la mirada de las otras madres de familia y decían: - Mira que dedicada es la mamá de Juanito y de Amelia- El tiempo pasó y pasó, y los hijos crecieron. La familia tenía buena posición social y la Sra Gómez era requerida para asistir a las reuniones de Juegos de canasta, de beneficiencia de damas voluntarias y para ir a gastar unos miles en viajes y tiendas de renombre. Decían: -A la Sra Gómez no le falta nada, tiene una vida perfecta. Marido perfecto, posición económica, social, hijos perfectos un nombre que la respalda. ¿Quién como ella?- Con el tiempo Juan Gómez enfermó y falleció. Ella se convirtió el la Viuda de Gómez. Fue no solo abuela de sus nietos, la mejor tía de sus sobrinos, la viuda más respetada. Un buen día ella ya no despertó...El epitafio de su tumba versaba así: "Aquí yace Laura Solís Triguero" Si ese nombre no le suena familiar...Sra de Gómez Amén. Recuerda: nunca pierdas de vista quién eres

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