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URGE POLÍTICA CIENTÍFICA Y TECNOLÓGICA DEL PAÍS


La historia nacional no es solo la historia de sus batallas, de su política, de su economía y folclor, también incluye a la historia de la ciencia y la tecnología, aspectos de los cuales se sabía muy poco hacia 1980.

El doctor Juan José Saldaña González, profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, asegura que en México y América Latina ha habido ciencia de excelencia, pero que se mantiene una dependencia de lo que se hace fuera, negándonos el talento, la capacidad, la imaginación y la creatividad de la que somos dueños en la región

Comúnmente se piensa que en México no se ha hecho ciencia - o se ha hecho una ciencia periférica a la europea-, y que no se ha generado tecnología pues se ha importado de países más avanzados.

La historia de la ciencia y la tecnología de Latinoamérica ha mostrado que esta idea es errónea, sostiene el doctor Juan José Saldaña González, quien asegura que a través de este tipo de investigaciones, él y sus colegas han logrado romper con la idea de que toda ciencia local es ciencia atrasada, y establecer que sí ha habido ciencia de excelencia en esta región, que genera nuevos conocimientos y son aportaciones al desarrollo mundial.

Saldaña González, es el primer mexicano en doctorarse en historia de la ciencia y la tecnología, indica que se demuestra esta visión errónea, sobre la historia de las locomotoras en el país. Para construir el sistema de ferrocarriles hacia finales del siglo XIX –narra- se trajeron locomotoras en barcos desde Inglaterra y Bélgica, de tal manera que el primer tramo funcional de ferrocarril en el país, que iba de México a Veracruz, se terminó de construir en los primeros años de 1870.

“Estas máquinas con el uso y el paso del tiempo se dañaban y desgastaban, así que había que repararlas, a veces con arreglos ligeros y en ocasiones con reparaciones mayores y no siempre era posible esperar a que llegaran las refacciones o los técnicos desde Europa para arreglarlas. Fue así que los operarios mexicanos empezaron a componerlas en sus talleres y tras ir acumulando experiencia y conocimientos pudieron hacer reparaciones mayores hasta llegar a construirlas íntegramente”.

Esto llevó a que en el periodo de 1877-1880 se iniciara una revolución en materia de comunicaciones en el país. De tal manera que para 1890 los trabajadores mexicanos habían construido totalmente las primeras locomotoras y en las décadas siguientes se construyeron muchas locomotoras de vapor en diferentes talleres de las empresas de ferrocarriles por maestros que habían adquirido el conocimiento de la tecnología del vapor en forma práctica y que incluso escribieron tratados acerca de la locomotora, como el que redactara el maestro S. A. Alzatti, documento que se empleó por mucho tiempo para enseñar mecánica de locomotoras.

“Es cierto que estas máquinas vinieron del exterior pero paulatinamente fue surgiendo un conocimiento técnico en términos informales viendo cómo se hacían las cosas y luego con una enseñanza formal escolarizada en la Escuela de Artes y Oficios y en la Escuela de Ingeniería que capacitó a los mexicanos para poder fabricar productos industriales complejos como en su época lo fue una locomotora”.

Otro caso es en la aeronáutica, pues hacia 1915 se desarrolló en nuestro país una forma especial de hélice como respuesta al bajo rendimiento de las empleadas hasta entonces en las alturas del altiplano mexicano.

El tipo de aeroplanos que se construían en esa época provenían de países que encuentran a nivel del mar, así que cuando se trajeron a la Ciudad de México -a un lugar con una altitud mucho mayor, más de dos mil metros de altura sobre el nivel del mar- se enfrentaban a propiedades físicas diferentes de viento, de manera que las hélices resultaban incapaces de producir la tracción necesaria para mover los aviones a esta nueva altura.

Así fue que en nuestro país se diseñaron nuevas hélices de avión, una muy famosa fue “Anáhuac”, hecha de madera que se exportó en 1915 a Centro y Sudamérica, así como a Japón, y en 1916 se usaron en Chile para sobrevolar la Cordillera de los Andes, a más de cinco mil metros de altura.

“Este es un tema en el cual venimos trabajando y dentro de él hay un aspecto que nos interesa particularmente y es la relación entre tecnología y política porque la industria aeronáutica la desarrolló el gobierno revolucionario de Venustiano Carranza para fines militares con un interés político, entonces hemos podido percatarnos que entre tecnología y política hay una relación y que el Estado se convierte en un promotor, en un articulador de estrategias de desarrollo tecnológico”.

Para Saldaña González esto demuestra que es necesario romper con los prejuicios sobre la ciencia y la tecnología mexicanas. “En principio, tenemos que entender que éramos una colonia, una dependiente de España, una nación atrasada científica y tecnológicamente, en un lugar remoto. Y que después en México, como nación independiente, fue necesario remontar una cuesta muy difícil donde hubo que aprender, adaptar, crear condiciones adecuadas, lo cual dio lugar a experiencias particulares de desarrollo de ciencia y la tecnología”.

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