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MERCADOS PÚBLICOS

Diputados locales del Partido Verde hicieron un llamado a las autoridades de salud para no bajar la guardia en lo que respecta a la fumigación periódica de la Central de Abastos, los mercados y centros de abasto, como lo establece la legislación en la materia en sus artículos 147 y 148.

Samuel Rodríguez Torres, líder de la diputación ecologista, dijo que la proliferación de la fauna nociva, principalmente cucarachas y roedores, en estos lugares de abasto de alimentos, se incrementa en época de calor. Es decir, en primavera y verano, por lo cual es de gran importancia que la Agencia de Protección Sanitaria, cumpla con su misión y refuerce los programas de fumigación en estos meses del año.

Rodríguez Torres manifestó que, de no existir un control de plagas, la fauna nociva se puede convertir en un problema de salud pública, toda vez que además de rabia las ratas son transportadoras de microorganismos que pueden provocar enfermedades gastrointestinales como salmonella o amibas. Las cucarachas, por su parte, trasmiten infecciones intestinales, tifoidea, fiebre, dermatitis y reacciones alérgicas como el asma, entre otras.

De acuerdo con estadísticas en los mercados públicos como en la Merced la cantidad de ratas supera los 150 roedores por persona.


Historia de los mercados públicos en el DF


Los Mercados Públicos en el Distrito Federal, están reconocidos ante la ley, artículo 3 del reglamento de mercados para el Distrito Federal, como el lugar o local, donde ocurra una diversidad de comerciantes y consumidores en libre competencia, cuya oferta y demanda se refieran principalmente a artículos de primera necesidad.

Dentro de los mercados existen tres tipos: el tradicional: en este se puede encontrar cualquier tipo de mercancía, que sea de consumo y uso básico; el de giro predeterminado, en estos predomina un tipo de producto; y, los especializados: solo comercializa bienes de un solo giro.

En la época prehispánica los cuatro barrios principales de la Tenochtitlán contaban con su propio mercado, como pasa actualmente, sin embargo el mercado principal era el de Tlatelolco, en él se podían encontrar la mayor cantidad y variedad de productos, acomodados precisamente por el tipo de mercancía. En este mercado se podían encontrar desde plumas de aves, animales, chiles, hasta, joyas y oro.

En los mercados prehispánicos se comercializaba en base en el uso de trueque. El primer mercado que se estableció después de la Conquista, y que fusionó la cultura prehispánica con la cultura española, fue el tianguis de Juan Velázquez, ubicado en el centro de la ciudad, ya que ahí se contaba con la conexión a principales vías de comunicación que facilitaban el transporte de mercancías; en él, se hallaban las mercancías provenientes de los indígenas ya que ellos los cultivaban o fabricaban.

Al terminar la época virreinal los mercados se agrupaban en tres categorías: el ubicado en la plaza mayor, en cuyo sitio se encontraban mercados como el Parián, y El Volador.

En El Parián se vendían productos de importación, destinados solo para el consumo de la clase alta de españoles y criollos.

En este contexto histórico, Brantz Mayer, en el texto “México lo que fue y lo que es (1844)”, lo describía como un edificio feo pero útil, toda vez que tenía cuantiosas entradas de dinero, y donde se podían adquirir todo tipo de artículos a precios razonables.

En tanto que el mercado El Volador, ubicado en la Plaza Mayor, mandado a construir bajo el gobierno de Santa Ana, fue destinado al servicio público.

Los ubicados en las plazuelas, caracterizados por sus puestos de madera y por el uso de cajones; ejemplo de estos mercados son el de la Cruz del Factor y el de las Vizcaínas.

Ubicados en plazas y plazuelas a la intemperie, lo que hoy podríamos conocer como tianguis; como el de Santa Ana o el de Mixcalco.

En el siglo XIX, durante el Gobierno Porfirista y como parte de la modernización que impulsaba el presidente de origen oaxaqueño, se empezaron a construir los mercados urbanos, como consecuencia del crecimiento de los llamados Días de Plaza.

En el periodo 1958-1964, se da el apogeo de las construcciones de mercados llegando a la inauguración de 88 mercados públicos, esto durante la presidente del mexiquense Adolfo López Mateos.

Hasta principios del 2014, el Gobierno del Distrito Federal ha contabilizado 339 mercados públicos, entre tradicionales, especializados, tradicional-turístico, turístico-especializado y regionales.

Lo cierto de todo este historial, los mercados públicos nunca han dejado de ser potenciales focos de infección, ya que son considerados refugio de roedores, basura y tiradero de cadáveres tanto de animales como de humanos.

Dentro de esta parafernalia, contrasta el retraso popular con el adelanto tecnológico, toda vez que la modernidad ha creado otros establecimientos comerciales de primer mundo, es decir, las casas comerciales, firmas y consorcios, aglutinan lo concerniente a los mercados públicos bajo un estricto orden social sanitario, pero con marcadas y contrastantes ofertas.

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