LA NOCHE
LA NOCHE Dama elegante y sombría cuyo habitáculo se encuentra ente el crepúsculo y el alba. Su negro atavío, mimetiza los pasos de quien la habita, la transita o en ella se oculta. Quizás... sean sombras sin rostro, rostros sin alma, con sentires siniestros o con sueños perfectos. Su voz de silencio es consejera y reflexión de los inconsolables, los enamorados y los miserables. Su oído absoluto identifica las notas de los seres noctámbulos que cantan y tocan volviéndose obertura y concertando hasta que amanece. Escucha sin juzgar a los que lloran en el anonimato, a los hipócritas que se destapan, a los que hacen oración, y a los que maldicen con o sin razón. A los que se conducen en la ilegalidad y los que viven con honestidad. Su mirada no sentencia, sólo guarda vigila. Eso le corresponde a la vida y a su paralelo el destino; pero ésto no impide, que observe el acierto o el desatino. Su manto aterciopelado cubre enegrecido a los ángeles y demonios que pretenden involucrarse en el sueño de los dormidos. Decora su cubierta con astros brillantes, que hacen soñar y quitan el frío a niños y amantes. Vive en complicidad con la luna que en ocasiones permite iluminar los rostros de los silencios, que se pasean celosos de descubrir sus secretos. Noche, noche mía. Que diste la bienvenida a la natividad del alma mía se ladrona de mis sueños y de mi alegoría.