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“Desde la Tribuna”

Las madres y las opiniones se parecen en una cosa: todos nacemos con una. Así como usted o como yo tenemos una –una mamá y una opinión- también estamos sujetos a que las opiniones de las demás personas puedan parecernos ofensivas, nos pueden llegar a disgustar o hasta ofender. Como buenos mexicanos, bigotones y valientes, más nos tardamos en hacerla “de tos” que en pensar las cosas fríamente e ignorar este tipo de situaciones. Hasta cierto punto eso es lo que nos ha identificado como nación, el ser entrones, no rajarnos y partirle su mamacita a cualquier pelado que nos encontremos.

Habiendo dicho lo anterior, déjeme explicarle por qué el gran chisme de la semana y centro de mesa de las conversaciones a la hora de la comida en nuestro país es, si bien una escena en la que cualquiera de nosotros hubiera reaccionado igual, el mayor ejemplo de la ridiculez humana

Como ya ha de saberlo, el 27 Julio, un día después de que México ganara la Copa Oro, Miguel Herrera, de apodo “El Piojo”, agredió física y verbalmente la integridad del Periodista Christian Martinolli, dejándoles secuelas psicológicas severas y un miedo irracional a los insectos de poco tamaño. O en pocas palabras, el piojo fue a “ñerear” a E.E.U.U. con sus compas de la selección y le hicieron bullyng – y en bolita- al que “hablaba feíto” de ellos.

En la mitología del fútbol Mexicano, pocas veces se había visto un personaje de la talla de Herrera y Martinolli. Uno es un “nacazo” de primera, pero uno agradable y bastante chistoso y el otro… pues a final de cuentas lo mismo. La diferencia radica en la que uno de los vive de expresar su opinión – de la forma y el estilo que mejor le acomode- para eso le pagan, de eso come y está consciente de que habrá quien no comparta su estilo o su opinión.

El trabajo del otro, el director técnico de la Selección Mexicana es, precisamente, dirgír técnicamente a los jugadores, ósea decirle a cada jugador que hacer en la cancha “pa’ que no se pierda” y hasta ahí. Por este arduo trabajo, tan importante para el desarrollo de México, recibe una muy buena remuneración, además de la fama que le ha provocado y que le ha generado bastantes contratos para hacer comerciales. Hasta ahí todo coqueto.

La ridiculez – y por lo que Miguel Herrera debe estar “jalándose los pelos de la nariz”- de todo esto es que él, reacciono como un mexicano o una persona cualquiera, cuando no es un mexicano ni una persona cualquiera. Cuando una persona llega a esas instancias, las de dirigir una selección del deporte más popular del país, evidentemente estas en un lugar en el que vas a ser muy famoso, con bastante dinero y con buen “status”, pero también vas a estar bajo una lupa y vas a ser muy criticado. A esto debería estar acostumbrado ya “El Piojo”, cosa que ahora es obvio que no es así.

El problema radica en que la primogénita “la ninfa” – el nombre que se les da a los piojos y las piojas jóvenes – o más concretamente la hija de Herrera, fue el detonante de toda esta situación. Es entendible que a una persona y más de su edad, le afecte que la gente hable mal de su padre y que no tenga ni la madurez ni la capacidad, tal vez ni la educación, para darse cuenta de que esas críticas que recibe su progenitor son gajes del oficio y que a final de cuentas en eso quedan. Mishelle Herrera utilizó las redes sociales – famosas por crear y arruinar reputaciones por todo el mundo- para insultar a Christian Martinolli, después de que este hiciera una dura crítica contra el seleccionador y padre de la muchachita, al aire en un partido amistoso de la Selección Mexicana

Este argüende se extendió hasta la Copa América, cuando en una nueva ocasión, Martinolli expresó un fuerte descontento contra el accionar del equipo nacional y de la actitud “marketinera” de su técnico. Para esta ocasión, Herrera respondió en conferencia de prensa, utilizando insultos y amenazas de que cuando se toparan se iba a desquitar.

Para terminar la historia, resulta que el lunes 27 ambos coincidieron en el Aeropuerto de Philadelphia y como no hay día que no llegue ni plazo que no se cumpla. Miguel Herrera, como buen hombre, cumplió su palabra y le dio un zape - en teoría no fue zape porque ni la cabeza le alcanzó- y lo reto a que “se vieran a la salida”. El periodista se negó, algunos jugadores hicieron burla el asunto, la hija le propino una cachetada al analista Luis García y el técnico termino despedido.

Como lo dije al principio, todos tenemos un opinión, y si estas al centro de la atención, es más probable que todos tengan una sobre ti. Miguel Herrera y su hija, no pueden tener la piel tan delgada y ser tan sensibles y “señoritas” si van a estar en esas circunstancias, porque si no es Martinolli será otro periodista o persona quien tenga iguales o peores conceptos de ellos y no pueden ir por la vida agrediendo a cada uno. Además, considero que ellos mismos se echaron la soga al cuello, primeramente por el pobre desempeño de la selección, por ganar un torneo que no debieron haber ganado y por jugar horrible en el que los enfrentaba con selecciones de mayor categoría, y segunda porque a ambos se les subió la fama y se marearon sobre un ladrillo. Se pensaron intocables, se vieron como las grandes celebridades y lo único que consiguieron fue atraer las miradas de un público que no estaba ya muy contento con su arrogancia. La falta de educación y la poca clase que Herrera mostró en sus tiempos de jugador volvieron a traicionarlo, así como en aquella ocasión que fue separado del combinado mexicano por ser una persona de carácter incontrolable y explosivo y que lo privó de participar en un Mundial de Futbol.

Al Piojo se le olvido que no estaba dirigiendo al equipo de la empresa, los domingos en a deportiva Xochimilco, como para ir a hacer una escenita de puberto de secundaria, porque no creo que en la mente de ningún adulto este el pensar que ir a agredir a una persona físicamente, va a causar los aplausos y las felicitaciones de la gente; probablemente sí de otras personas con el mismo nivel mental, pero no de una con tantito criterio y sentido común.

En ese sentido, los más divertidos fueron algunos jugadores de la Selección, pero recordemos que muchos de estos no tienen ni una preparación académica y mucho menos una buena educación en casa, entonces no es raro ver que estos “chamaquitos” no cupieran de la felicidad de ver al “patrón” armando un merequetenque de proporciones embarazosas.

A final de cuentas, el que más perdió fue Miguel, se quedó sin “chamba”, la gente no lo baja de naco y ahora es difícil pensar que equipo y que directiva se van a atrever a contratar a una persona que trae una polémica increíble y que tampoco ha demostrado ser el gran genio ni el diamante en bruto que valga la pena “aventarse” todo el rollo que es Herrera.

En pocas palabras, reaccionar de esa forma por lo que piensa o deja de pensar un periodista que esta haciendo su trabajo – bueno o malo- afecta solamente a una persona y esa es la que no tiene el sentido común de darse cuenta de que así es la vida y de que es necesario “aguantar vara” para seguir ganando lo que estas ganando. Por que al final del día, lo que más le afecta al piojo y su familia, es que ya no va a ganar ese dineral que ganaba y que ahora la situación se les ponme “rojo hormiga”. Tal vez en le futuro, se la piense dos veces antes de hacer el “oso del año”.

Y así de rápido como empezó el ciclo de Herrera, terminó. Debemos aceptar que fue entretenido por lo menos y si de algo no pecó, fue de aburrido, y nos permitió verlo y reírnos a todos “Desde la Tribuna”.

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