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“Desde la Tribuna”


¿Cuantos de nosotros hemos pensado en algún punto de nuestra vida en ser deportistas profesionales? Probablemente si le gustan los deportes esa idea ha rondado su cabeza en alguna ocasión. Para la mayoría de nosotros el talento, las circunstancias u otros intereses se interponen en ese camino y a final de cuentas no nos convertimos en esos deportistas de renombre. Son la minoría los atletas que de verdad llegan a consolidar su carrera deportiva y menos son los que la pueden convertir en un medio para subsistir, o “en su chamba”.

Al ser el futbol el deporte más popular en México, es evidente que los pocos chavos que llegan al profesionalismo y se logran mantener son en los que los mexicanos pensamos cuando escuchamos hablar de un “deportista profesional”. Si nos desplazáramos a una ciudad estadounidense o canadiense y le preguntamos a “cualquier hijo de vecina” que mencione los nombres de 5 deportistas profesionales, probablemente diga a un basquetbolista, un beisbolista, un tenista, un golfista o un jugador de futbol americano antes que un futbolista, y es que “allá, en el gabacho” hay ligas profesionales o torneos de casi cualquier cosa que se le ocurra. De igual forma en países europeos o asiáticos, los deportistas destacan en varias disciplinas, al contrario de lo que pasa en nuestro país.

De “este lado del charco” se practican casi todos los deportes, sin embargo – diferencia de otros países- el apoyo a esos talentos es mínimo y muchas veces este obstáculo es decisivo a la hora de responder porque México no destaca o no tiene un éxito constante en deportes fuera del futbol. Un claro ejemplo son los boxeadores, los mexicanos somos muy posiblemente los “más mejores” – como dirían muchos- para el “tiro derecho”. A través de los años, el boxeador entrenado en esta tierra suele tener mucho éxito y abundan en el ámbito pugilístico; o sea hay un montón de buenos talentos. Increíblemente muchos de estos talentos tienen que emigrar a los Estados Unidos para llevar su carrera a un nivel profesional exitoso. Si un joven es bueno y tiene éxito, lo más seguro es que sea patrocinado o contratado por una agencia extranjera y la mayoría de sus peleas sean en el extranjero, no en nuestro país. Obviamente los boxeadores que no llegan a esos niveles, permanecen en nuestro país y obviamente -de nuevo- no reciben la misma remuneración que sus similares allá con el vecino de arriba.

La realidad es que el profesionalismo en este país, en cuanto a deportes, está atrasado con respecto a otros países. Una búsqueda muy seria búsqueda en Google nos arroja que el basquetbol en México tiene una liga profesional, algo que muchas personas no saben y que hasta los que gustan del “deporte ráfaga” igualmente desconocen, en su mayoría.

El beisbol también tiene un par de ligas profesionales en nuestro país, de gran nivel que – sin ser las grandes ligas- han tenido un éxito notorio a nivel deportivo, ganando torneos internacionales como la serie del caribe y participando en mundiales del mismo. Pero a nivel televisivo y popular, no se encuentra la altura del fútbol, y a nivel de desarrollo, ni gobierno ni instituciones parecen estar muy interesados en impulsar el deporte entre la juventud mexicana.

Estos dos deportes se han tenido que arreglar por si solos para tener un impacto entre “la chaviza”, porque la mayoría somos “pamboleros” y por qué cualquier otro deporte es ya para poca gente, o solo para “ver en la tele”. La realidad es que la mayoría de los jóvenes se inclinan por el soccer y los que no, se dedicaran al deporte de su elección de manera amateur.

Seleccionados nacionales de “Básquet” presentaron una queja en los medios debido al poco apoyo que recibían, no se les daban los grandes reflectores cuando lo merecían y no recibían el apoyo que una selección de futbol si tenía. ¿Por qué existe esa diferencia? Precisamente por la “marketeabilidad” de un deporte en comparación con el otro, el que produce mayor interés va a ser al que más se le va a invertir. Incluso en el futbol, el apoyo no es tan bueno como se esperaría, a nivel amateur y juvenil, el soccer no recibe ni maneja el interés ni el desarrollo por parte de partes públicas ni privadas, para que encuentre un nivel óptimo, como sucedió en Alemania.

En algún punto de principios del siglo XXI, los equipos y la federación alemana de fútbol hicieron una inversión importante, económica y deportiva para impulsar al futbol entre la juventud de ese país y para explotar al máximo el talento. Hoy en día vemos los resultados de ese proyecto: una selección campeona del mundo, una liga competitiva y exportación de jugadores a ligas extranjeras. Esto los ha convertido en los “mirreyes” del futbol europeo, ya que debido a este “boom” muchas empresas han invertido en la liga, en estadios, en negocios, etc, y esto ha ayudado al crecimiento económico.

Imaginemos por un momento que algún político mexicano, visionario y atrevido, tuviera la idea de apoyar al deporta amateur y al desarrollo profesional de los mismo o a un empresario que se decidiese a invertir en comercializar y popularizar otros deportes. En mi opinión, si alguien lo impulsara de forma correcta podría encontrarse con una mina de oro. Solo hay que ver el “negociazo” que son las ligas deportivas en E.E.U.U. ¿será posible tener en México un esquema deportivo parecido?

El deporte presenta muchas bondades, es una plataforma para el adecuado desarrollo de la juventud, es un agente importante en materia de promoción de una vida saludable, aleja a los jóvenes de vicios, enseña valores y da cimientos para que las personas tengan un estilo de vida adecuado; además, como entretenimiento es de las cosas que más vende, y que más personas atrae; por si esto fuera poco, es una de las estrategias más importante – y menos usadas por los políticos- para generar popularidad cuando se emplea de forma correcta.

Entonces, si tenemos el talento y las oportunidades, me parece extraño que aún a estas fechas nos encontremos con deportistas en juegos olimpos, panamericanos y torneos especializados que no reciben absolutamente nada. La evidencia está ahí afuera, es cuestión de mirar como otros países han aprovechado este recurso inagotable que es el deporte.

Las quejas de estos deportistas, la necesidad de traducir su talento a dinero, a negocio, revela que hay un nicho muy importante por explotar y que –además- se reflejaría definitivamente en un mejor nivel deportivo y competitivo.

Mientras esto pasa, seguiremos esperando “desde la tribuna” por el desarrollo del deporte amateur en México.

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