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“Desde la Tribuna”

Esta fin de semana la el futbol mexicano vivió el encuentro entre Cruz Azul y América, un clásico del torneo debido a la rivalidad deportiva que existe entre ambas instituciones. El partido fue, como de costumbre, aburrido – el estadio azul debería tener el record Guinness de más partidos aburridos en la historia- y que al final vio al conjunto de Coapa salir justamente con la victoria.

Aficionados regresaron a sus casas, unos felices por las apuestas que iban a cobrar, otros tristes por las burlas que iban a recibir. Jugadores y directivos se enfocan en la siguiente jornada y en general todos siguen adelante con sus vidas, de forma normal; sin embargo, hay un grupo de personas para las que esta rutina, la de seguir con su vida, no se aplica.

Los pseudo-afinicionados llamados “barra-brava” o los de las porras famosas, afrontan su día después del partido de forma muy distinta. Los más pacíficos mientan madres, insultan a otros aficionados y probablemente vayan a emborracharse o a “pasarla con los compas”. La parte más agresiva va a buscar pleito o a cometer delitos, agredir aficionados de otro equipo o tirar piedras al camión que lleva a los jugadores del equipo rival.

Estos “hinchas” no ven quien se las hace sino quien se las paga y es por esto que muchas familias y personas que gustan del futbol se han alejado de las canchas y los estadios y prefieren ver el partido en la seguridad de su casa, peor ¿Quiénes son estas finas personas?

Todos conocemos a esa persona que le apasiona el fútbol pero que lleva su afición a un extremo. En Inglaterra les dicen hooligans, en España e Italia se les dice también Ultras, en Latinoamérica son barrabravas- como ya se mencionó- y son todos parte de un fenómeno social del que pertenecen estos aficionados extremos.

Ese conocido, que es capaz de odiar a una persona por apoyar a un equipo diferente, que se siente verdaderamente ofendido cuando alguien le habla mal del club por el que siente preferencia y que “ se va a las trompadas” afuera del estadio, que usa la playera del equipo hasta debajo de la camisa y que esta tatuado con el escudo de la institución, muy probablemente sea un extremista.

Porras como “la rebel”, “la monu” y “la sangre”, son grupos de “animación” que más que animar sirve como un club social para muchos desadaptados que encuentran a otros desadaptados – igual a ellos- para ser desadaptados juntos y compartir esa característica tan única. Dejando los chistes malos de lado, estas “porras” son la excusa perfecta para muchos marginados, que se escudan en los colores de un equipo y sus grupos de animación para encubrir delitos y estilos de vida poco sanos.

Obviamente no todos los miembros de estas porras son delincuentes o malas personas, pero muchos si lo son. La gran mayoría son jóvenes que en esa búsqueda de sentir que pertenecen a algo y su búsqueda de un grupo de amigos donde encajar, terminan entrando a estas dichas porras. Ahí encuentran amigos con los que toman, van a fiestas y algunos les queman las patas al diablo” o sea que fuman marihuana o consumen drogas, evidentemente esto lo hace la mayoría y por lo tanto se sienten parte de ello, entonces es en ese momento cuando su vida se vuelve “el equipo”

Los días de partido se van juntos al estadio, portando playeras, echando “el coto” y haciendo ruido en su trayecto. Hasta cierto punto esto podría parecer la gran cosa y podría decirse que es parte del color que tiene el futbol, sin embargo cuando a esto le añadimos la vandalización de los transportes que usan, que muchos van tomados o drogados y que muchas veces van agrediendo a otras personas, es cuando se desvirtúan las acciones de estas personas.

Antes del partido ya mencionado, diversos medios dieron a conocer que las autoridades capitalinas arrestaron a cerca de 50 personas que eran hinchas del América, debido a que portaban dentro de sus mochilas piedras – no hay que ser un genio para saber para que las iban a utilizar- y esto nos deja ver el problema que representan estas personas para el fútbol.

En el momento en el que el fútbol se vuelve un vehículo para justificar la violencia es el momento en el que las autoridades deben intervenir para solucionar esta situación. En Inglaterra se crearon leyes importantes para erradicar este problema. El nacimiento de la Premier League y la inversión de importantes empresas en el futbol inglés, obligaron al Estado a garantizar el espectáculo deseable y evitar estos aspectos negativos, por el bien del negocio.

Una medida así debe ser implementada, para impulsar el negocio del deporte en México. Un ejemplo concreto sucede con la hinchada del equipo italiano Lazio (Roma) y sus hinchas los “Irriducibili”, que no aceptan personas de color, latinos ni judíos entre sus filas y se identifican con el Neo-Nazismo. Esto es, naturalmente, un foco rojo y una caldera a punto de explotar cuando están presentes en un partido de fútbol, al igual que los Ultra sur, que son hinchas del Real Madrid que profesan la superioridad de la raza aria y están siempre en constante conflicto con otros aficionados. En Argentina, muchas hinchadas son organizaciones que entre sus actividades, además de asisitr al estadio, organizan asaltos, robos y venta de drogas, todo con el nombre de un grupo de animación.

Tener eso en nuestro país, al igual que en estos lugares, es de llamar la atención. Considero que es aceptable, por muy mal que nos caigan los chavos que idolatran la vida del hincha extremo, a los aficionados radicales mientras su existencia no ponga en peligro los fundamentos más importantes de cualquier deporte, que es a final de cuentas entrener a las personas y llevarlas a una vida saludable a través del ejercicio.

El fanatismo es algo que en México está muy presente en nuestra sociedad, pareciera que cada persona esta “enajenada” con algo, tristemente suele ser algo negativo o es llevado a un punto que no es el ideal. Los fanáticos religiosos, los que idolatran a los narcos y los ven como dioses, los que se obsesionan con el “gym”, o los que siguen ciegamente a un político o partido e ignoran completamente el sentido común, son igual y tan nocivos como los barra bravas y es creo que la falta de educación y por lo tanto el panorama reducido de estas personas las llevan a caer en estos vicios, con el pretexto de apoyar algo y ocultando la necesidad que tienen las personas de pertenecer a un grupo – como ya comentaba- y la idea de hacer lo que sea por sentirse parte de algo. Algunas teorías psicológicas nos indican que el fanatismo es peligroso para un individuo, que puede afectar tanto a terceros como a él mismo debido al a falta de autocontrol y que puede originarse en la “falta de amor propio” y la baja autoestima.

Es por eso que ya que estamos viendo el mundo del deporte “desde la tribuna” es imposible no encontrarse con dos o tres “loquitos” que nos acompañen en las gradas. Pero mientras eso pasa, solamente tratemos de “no pelarlos”.

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