EL MISIONERO DE MISERICORDIA Y PAZ, HABLÓ CLARO Y DIRECTO
El discurso abierto del Papa Francisco hacia el gabinete presidencial, con claridad y contundente, deja mucho que desear a los políticos quienes deberán tomar conciencia en sus acciones para que México no siga siendo tierra fértil para el mal.
Tras despedirse de mano de los funcionarios, sus esposas y familiares de los políticos, el Papa Francisco abordo el Papa Móvil y a una velocidad moderada se dirigió a la Catedral metropolitana.
Fue muy emocionante e impresionante presenciar cómo la gente entrego el corazón el Peregrino incansable. A su paso la gente le gritaba vivas y porras, ansiosa trataban de recibir la bendición del Santo Pontífice, aunque sea de lejos.
Las banderitas del Vaticano, de México y de Argentina, eran agitadas al paso del Sumo Pontífice. La gente, al saludarlo de mano le entregaba recados peticiones para aliviar sus corazones.
A su llegada a las puertas de la Catedral fue recibió por el jefe de Gobierno de la Ciudad de México (CDMX), Miguel Ángel Mancera y allí le entrego un Pergamino y las llaves de la ciudad, elaboradas en plata.
A su vez el Papa Francisco le entregó al Mandatario local, una medalla del Vaticano.
Un total de 40 mil flores fueron utilizadas para adornar el portal de la Catedral Metropolitana, por donde el Santo Pontífice cruzó la puerta Santa y fue recibido por los obispos quienes lo acompañaron al “altar del perdón” donde oró en silencio.
Estuvieron presentes 160 obispos que viajaran de diferentes estados de la República Mexicana; 20 de Estados Unidos y 15 de Centro América. Para ellos era importante estar cerca el Peregrino incansable.
En cada uno de sus mensajes el Papa Francisco orienta la Iglesia, y con sus gestos y palabras sigue sorprendiendo y enseñando, a católicos, a los hombres y mujeres de buena voluntad, que saben mirar la realidad y descubrir la verdad, la belleza y la bondad.
En su caminar por las calles de la Ciudad de México y en cada uno de sus discursos dijo cosas muy interesantes, que dejarán huella en la mente y el corazón de muchos.
Sus palabras, aparentemente corrientes y sencillas, se hacen elocuentes y sabias por su manera de hablar, su actitud permanentemente acogedora, y la cercanía que manifiestan sus gestos y sus costumbres cotidianas.