EL PODER Y LA PALABRA
¿México arrodillado?
Honestidad y respeto son dos conceptos que, en la actualidad, han perdido valor.
Sin embargo, todavía hay jóvenes envueltos en principios que parecen bordarlos a mano para destacar la esencia del mundo donde se forjan.
Rommel Pacheco, el clavadista yucateco que vive y crece arropado por el medallaje que se gana a pulso desde un trampolín, acaba de dar la muestra.
Gritó a todo el mundo lo que muchas décadas atrás dijo su paisano (también originario de la tierra del faisán y del venado), el vate Ricardo López Méndez: México, creo en ti.
El atleta mexicano ganó Oro en la Copa Mundial de Clavados y lo celebró cantando el himno mexicano.
Un gozo indescriptible porque existe una aberrante y gansteril suspensión que la FINA (Federación Internacional de Natación) le impuso a la Federación Mexicana de Natación.
Con esa marranada (¿habrá una mejor descripción?), se impidió que la bandera mexicana ondeara en el asta y que, por si fuera poco, no pudiera escucharse el himno nacional.
Pero durante la premiación, un valiente, congruente y nacionalista deportista de nombre Rommel Aghmed Pacheco Marrufo sorprendió a quienes lo escucharon y a los que vimos la crónica.
A capela interpretó el himno que Jaime Nunó y Francisco González Bocanegra compusieron para darle esencia al nacionalismo mexicano.
Esa acción, encuadra en los versos que Manuel Bernal hace retumbar en los oídos:
México, creo en tí, Sin que te represente en una forma Porque te llevo dentro, sin que sepa Lo que tú eres en mí…
Rommel es un atleta forjado, como el acero, en una fragua de voluntades y de políticas públicas que responden al interés nacional.
Estos jóvenes atletas no pueden, como ningún mexicano debería hacerlo, permitir que un corporativo internacional como la llamada FINA, quiera ver arrodillado a México.
Pero, también, habría que preguntarse qué hace el Comité Olímpico Mexicano (¿en verdad es mexicano, o sólo una sucursal de la FINA?), para reprobar esas acciones depredadoras.
El COM se ha convertido en un vasallo de los directivos de la Federación Internacional de Natación, que recorren el mundo con las alforjas abiertas para que los incautos se las llenen.
Esos modernos directivos de la mafia del deporte, son encantadores de serpientes que disfrutan de arrastrarse con una elegante vestimenta bordada con servilismo extremo.
De ahí que la compostura, y lección, dada por Rommel Pacheco debería servirle de ejemplo a los seguidores de esos sátrapas que se disfrazan de samaritanos para atracar impunemente.
Rommel ya puso el ejemplo, ¿cuál será la respuesta de los directivos que manejan, manipulan y viven del olimpismo?