Elsabueso Mexiquense
Prepotencia inmune
La prepotencia viaja en autos blindados y escoltas… Pero no solamente, porque los choferes de micros y taxis —y alguno que otro automovilista particular— no se quedan atrás. En las últimas semanas la Ciudad de México ha sido escenario de diversos episodios de altanería y prepotencia que no solo dejan un saldo de varios lesionados sino que lastiman a una ciudadanía en la que crece la percepción de vulnerabilidad e indefensión.
No son escenas inusuales en una ciudad como la capital de la República, pero tampoco pasan de largo, y menos en tiempos del periscope, la viralización a través de redes sociales y los 15 segundos de fama o ignominia... Hace exactamente un mes, Arne aus den Ruthen, city manager de la delegación Miguel Hidalgo, sufrió una agresión a manos de guardaespaldas de Rubén Libién Santiago, director general de Miled, un grupo editorial con sede en Toluca y que imprime pasquines que atiborran los kioscos en los estados: sin lectores, pero generosamente financiadas con dinero público (de mucho tiraje, pues… al cesto de la basura). Cuando el funcionario de la Delegación capitalina verificaba el retiro de vehículos que obstruían banquetas y pasos peatonales en Paseo de la Reforma, llegaron dos vehículos de los que descendió un grupo de “guaruras” que lo insultó, golpeó y le robó su teléfono celular.
La prepotencia tiene prisa… Semanas después, Alberto Sentíes Palacios circulaba por Viaducto Tlalpan a bordo de un Ferrari rojo, convertible, modelo 2015, con placas de circulación de Morelos, y no toleró que no le dieran el paso o que un auto obstruyera su carril, por lo que sus escoltas no solo golpearon hasta la inconsciencia al desafortunado conductor de la camioneta que le estorbó a Sentíes, sino que le robaron algunas pertenencias.
La proliferación de ladies y gentlemen es síntoma de la persistencia de un segmento social que, con base en su poder adquisitivo y posición, se asumen “inmunes” a las normas legales y cívicas. Al mismo tiempo, la impunidad con la que se manejan exhibe la poca voluntad o falta de capacidad de las autoridades por meterlos en cintura. Por desgracia, la intentona por combatir el abuso de particulares mediante exhibiciones públicas en redes sociales no parece fortalecer al Estado de derecho sino vulnerarlo por otras vías.
Bajo la lógica de “hacer algo frente al abuso” se pueden atropellar derechos y saltarse restricciones legales. ¿Es propio de los regímenes democráticos? La historia muestra que no: sobre la lógica de transgredir la ley en aras de un “bien supremo” se han edificado dictaduras.
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