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ROPA USADA UN MAL NECESARIO


Presionados por la industria textil, las autoridades del Gobierno de la Ciudad de México (CDMX), despojaron de sus locales a decenas de comerciantes de ropa usada por medio de la violencia.

A pesar de que el espacio donde vendían sus prendas fue proporcionado por un programa del entonces Regencia del Distrito Federal, como el primer programa de reordenamiento de comerciantes ambulantes en las múltiples calles de la ciudad, para que no ocuparan las calles.

Después de 23 años del intento de reordenamientos, entonces ambulantes, reubicados en las plazas comerciales, los desaparecen y los despojan de una fuente de empleo y un fideicomiso que ellos declaran como fantasma.

Durante el operativo las autoridades correspondientes y el aparato del Gobierno de Seguridad Pública intervienen para declara un estado de sitio y se apoderan de cientos de toneladas de ropa que no ha sido destruida.

Ahora los comerciantes esperan a que el GCDMX, voltee a verlos y les dé reubicación en donde puedan ofrecer su mercancía a la gente de pocos recursos económicos.

El Presidente de la Plaza Comercial San Antonio Abaad uno y dos, de ropa usada, David Arévalo Méndez dijo a la prensa que acuden ante las comisiones de la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México (ALCDMX), para que sean los interlocutores para con el GCDMX, y les den solución a su problema, pero no los han querido recibir y mucho menores les dan respuesta al problema.

Explicó el dirigente que ante los problemas económicos por los que ha atravesado el país, la falta de empleo y el alto costo de la ropa, la prenda usada ha evolucionado y es la preferencia de la gente.

Empero preocupa a representantes de la industria textil independientes del sector zona franca y de los comercios formales.

Hoy en día la ropa usada se ha convertido en un mal necesario, esta ha experimentado un crecimiento sostenido en los últimos años ante la crisis económica del país y de la ciudad declarando un fenómeno social de un rezago económico en México.

El negocio pasó de la mesas de mercados y en las aceras de la ciudad, a ocupar grandes tiendas en el centro de la capital y otras ciudades.

Familias enteras, esperan los tianguis para aprovechar las ofertas de ropa usada que se mezcla con la de Rosa Pierre, y que ofrece carteras a 50 pesos. Las vestimentas de segunda mano importadas en “pacas” desde Estados Unidos y otros países, no sólo se exhiben en mesas o tiradas en lotes en el suelo.

Se trata de un negocio en el que también participan tiendas espaciosas, con aire acondicionado y con todas las comodidades para atraer al cliente.

Gente de diverso estatus social procura en esta mercancía de reconocidas marcas, a precios muy por debajo de su costo original, llegue principalmente a la gente de pocos recursos económicos.

Entre blusas desteñidas y zapatos rotos, resaltan como pequeños tesoros piezas de Gucci o Nine West. La ropa de paca perdió la exclusividad que guardaba para personas de escasos recursos.

Este fenómeno provoca que, tanto comerciantes formales como empresarios de la industria textil fuera de zona franca, denuncien que son “víctimas de un comercio desleal”.

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