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SUELOS DE MÉXICO, EN RIESGO DEBIDO A LA DESERTIFICACIÓN

Aunque la palabra “desertificación” refiere a dicho ecosistema, el término no significa el avance de los desiertos sino a la pérdida de la capacidad del suelo para sostener la vegetación original de un sitio, debido a diferentes procesos de degradación de su estructura y componentes.

El Doctor Iván Azuara Monter, profesor-investigador del Centro de Estudios Sobre la Ciudad de la Universidad Autónoma de Ciudad de México (UACM), dijo lo anterior.

El especialista en temas de ordenamiento territorial y manejo de recursos naturales afirmó que los procesos de desertificación ocurren en prácticamente todos los continentes –a excepción de la Antártida– y tiene diversos orígenes “uno de los más comunes es el cambio de uso de suelo hacia la explotación agrícola o ganadera”.

En México hay actividades que no se contabilizan como responsables de procesos de aridificación, “por ejemplo, la minería para cementeras y materiales pétreos que se está dando en los Altos de Chiapas.

En el periodo de Ernesto Zedillo este tipo de aprovechamientos se exentaron de presentar manifestación de impacto ambiental, por lo que no entran en la estadística general de procesos de desertificación”.

Otra actividad que está ocasionando una rápida pérdida de los ecosistemas tropicales del país es la introducción de monocultivos como la palma Xaté o la palma de aceite.

“Se tiene la mentalidad industrial del monocultivo, el verdadero problema de querer manejar ecosistemas selváticos como si fueran llanuras cuando se trata de ecosistemas muy complejos, cuya riqueza proviene de su gran biodiversidad”.

Este modelo de desarrollo, por ejemplo, acabó “con el 98 por ciento de las selvas y pantanos de Tabasco, debido al desmonte para ganadería”.

Cuando los precios del ganado bajaron, “se introdujeron monocultivos como plátano, cacao o arroz experimental en los pantanos. Se pensaba que se volvería el granero de México, pero no funcionó y se hizo parche tras parche de políticas equivocadas.

Esas políticas han puesto en riesgo los suelos del país dejándolos a merced de la desertificación”.

Esto provocó la pérdida de grandes extensiones de selva, la degradación de sus suelos y la alteración de las dinámicas existente entre estos ecosistemas y los manglares, induciendo la pérdida de hábitat de múltiples especies.

De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), al menos el 58 por ciento de las tierras tabasqueñas tienen algún nivel de degradación. A nivel nacional, la Convención de las Naciones Unidas para la lucha contra la Desertificación calcula que al menos el 47 por ciento del territorio nacional presenta nivel de degradación, y un millón 200 mil hectáreas tienen algún grado de salinización, producto de la degradación de suelos.

Azuara Monter explicó que el problema es que los suelos se degradan más rápido en las regiones tropicales y las tierras secas, precisamente por la intensidad del calor y los procesos climáticos como lluvias intensas.

“Al despojarlos de su cubierta vegetal, los suelos se erosionan, es decir, pierden la capa que contiene los nutrientes y microorganismos que hacen posible la vida, dicha pérdida puede llegar a dejar al descubierto la roca madre, el mineral que da origen al suelo”.

El Dr. Azuara añadió que en las zonas templadas se da un proceso similar, aunque “los bosques se recuperan a un ritmo más pausado en términos de estructura de vegetación, pues la tasa de crecimiento de los árboles es lenta, pero los suelos son menos frágiles que en las selvas, pues el ‘mantillo’ o capa superior es más grueso y aminora el riesgo de aridificación”.

Y aunque suene extraño “también los desiertos y zonas de matorral se desertifican o erosionan”. Pero los ecosistemas de regiones áridas corren mayores riesgos “porque este tipo de vegetación difícilmente se recupera, las cactáceas tienen un crecimiento sumamente lento, de décadas para desarrollar unos pocos centímetros”.

A medida que avanza la pérdida de vegetación natural y se incrementan los procesos de desertificación, hay una alteración climática mayor, “al desmontar un ecosistema se pierde energía, la parte que acumulaban los árboles se emite y automáticamente hay un incremento en la temperatura local”.

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