Elsabueso Mexiquense
Se criminaliza la pobreza
EL robo famélico, que ya no está tipificado como tal, mantiene tras las rejas a más de 7 mil personas en los reclusorios de la Ciudad de México, la mayoría mujeres que no tuvieron dinero y robaron por hambre. Se trata de gente de escasos recursos que no tiene para satisfacer sus necesidades básicas para subsistir y que llegan a purgar condenas de hasta 10 años de cárcel, por robar una charola de carne, una mantequilla, un yogurt, leche, pan, frutas u otros víveres.
Al respecto, el Código Penal no contempla el robo famélico, lo ubica simplemente como robo y el Código Penal Federal señala en su artículo 367 que comete el delito de robo el que se apodera de una cosa ajena sin derecho y sin consentimiento. El robo famélico si podría ser aplicable de acuerdo al artículo 367 del Código Penal Federal, que precisa que si se comprueba que se apropió de algún producto para satisfacer sus necesidades básicas entonces no se aplica la pena, además el artículo 316 del Código Nacional de Procedimientos Penales, considera la excluyente del delito de robo, cuando existe un estado de necesidad justificada. Pero esos preceptos son ignorados, en su mayoría, por los juzgadores. Cabe apuntar que en ese tipo de ilícitos, también incurren personas con alguna discapacidad, pero su deficiencia no les representa ningún atenuante y son enjuiciadas por robo.
Esa clase de robos son denunciados, en su mayoría, por empresas como Wall Mart, Soriana, Aurrera, Oxxo, Seven, Superama y otras grandes cadenas comerciales, a través de la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales, A. C. (ANTAD). Arman todo un tinglado para encarcelar a los presuntos, ya que no sólo los acusan del hurto, sino les inventan otros delitos para “afianzar” el proceso y que los condenen. Su política es denunciar y no otorgar el perdón para que los infractores permanezcan varios años en la cárcel y sirvan como escarmiento para desalentar a otros posibles ladrones.
Estadísticas oficiales señalan que el 90 por ciento de esa clase de procesos penales, son enderezados por la ANTAD. Paradójicamente, sostener a una persona en prisión, cuesta 138 pesos diarios. En los casos de robo famélico, lo robado en comida no rebasa los 100 pesos. En las cárceles capitalinas hay un promedio de 700 presos, lo que representa un gasto diario de casi un millón de pesos diariamente. Ello sin contar los demás costos durante el desarrollo del proceso, donde intervienen ministerios públicos, defensores, secretarios de acuerdos, mecanógrafos y demás personal, que equivale a otros cuantos cientos de miles de pesos.
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