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MUJERES EN LA CIUDAD DE MÉXICO: AUTOGESTORAS EN LA CONSTRUCCIÓN DE LIDERAZGO Y CIUDADANÍA

Al reflexionar sobre algunos aspectos relativos a la gestión de servicios que realizan las mujeres en la Ciudad de México, nos permite visibilizar el trabajo y los retos que tenemos que afrontar en conjunto.

Las mujeres de la Ciudad desempeñan diversos roles y por ende lo son las problemáticas que se tienen que atender desde los ámbitos: salud, económico, educativo, político, social, cultural, espiritual y emocional.

Esto junto con los sesgos propios de la edad, que implica ser: niña, joven, madura, adulta en plenitud, mezclado con los componentes gremiales y raciales, tales como: campesina, artesana, vendedora y/o pertenecer a una etnia, bien sea de los pueblos y barrios originarios (de la Ciudad de México) o población migrante, asentados en contextos geográficos de los suburbios, donde los antes denominados servicios básicos, hoy metodológicamente -derechos sociales- son de muy alta marginación o inexistentes, mismos que no corresponden a lo que se debiera ofrecer eficiente y eficazmente las delegaciones que conforman la Ciudad de México, hechos que no ocurren así, todo lo anterior descrito, representa una multifactorialidad que hay que tomar en cuenta, tanto en el sentido de limitantes para el empoderamiento de las mujeres, como del diseño de políticas públicas.

Es importante reiterar el trabajo de la sociedad en su conjunto, porque sabemos que hoy el reto implica impulsar el desarrollo para todas las edades, incluir a todas y todos, en donde se tiene que enfrentar las situaciones de pobreza, desabasto, hambre, insalubridad, inseguridad y violencia, tanto en el ámbito público como en el privado, fenómenos que se han acentuado en los últimos años.

En el difícil escenario descrito, algunas mujeres que han convertido las necesidades en autogestoras impulsadas por un sentido de no conformidad con la situación en que se encuentran, ni las condiciones del lugar donde viven, dado que ante ausencia de un plan de desarrollo urbano del que se derivan la falta de esquemas y programas de vivienda; se dieron en una primera acción a la tarea, a la consecución de un predio, posteriormente, de lograr que lugar sin servicios se convirtiera en un lugar habitable.

Las mujeres al involucrarse en la lucha por sus viviendas y el acceso a los otros derechos sociales, viven y sufren intensamente no solo las necesidades y la falta de servicios, más aun, la violencia (física, verbal, psicológica, patrimonial, y sistémica).

Ante la exigencia que la tramitología, y enfrentamiento con la burocracia insensible, que pareciera diseñada para el desgaste del ciudadano, pero a qué pesar de todo, ellas lo realizan en las instituciones, teniendo que generar diversas estrategias para poder dar cauce a sus demandas, entre las que sobresale ir construyendo canales de comunicación interacción, primero desde la organización de comités vecinales, comunidades de base, para posteriormente asumir la representatividad frente a las instituciones públicas y al mismo tiempo ir creando varios “mundos” entre los funcionarios públicos y los vecinos del pueblo, barrio o colonia que van obteniendo ser beneficiados.

Estas prácticas que van haciendo suyas las autogestoras, les permite crear un capital humano y simbólico de reconocimiento frente a diversos espacios como son las instituciones públicas, los partidos políticos, las asociaciones civiles y la familia.

En lo público, el lenguaje de algunas autogestoras en sus inicios muy amable, hasta sumiso, se va transformado al ir aprendiendo que tanto al funcionario público como con la propia comunidad, en múltiples ocasiones se le debe de tratar de una forma dura, agresiva, retadora; por lo que al pretender intervenir, si no se realiza con sensibilidad social, la reacción defensiva, la mirada con desconfianza y a la expectativa son invariables.

Las autogestoras son reacción al ejercicio abusivo del poder, la falta de modelos redistributivos de la riqueza y la ausencia de derechos sociales, y precisamente en la búsqueda del ejercicio de estos últimos, que el poder, se transforma, circula a través de ellas y son ellas quien lo constituyen, aunque en muchas ocasiones, no de manera consiente .

Por eso no es raro observar en los rasgos duros, la piel requemada por las largas horas de estar expuestas al sol, de los rostros surcados de profundas arrugas, de la huellas que deja el hambre, la impotencia, de los golpes físicos y emocionales; así cuando no ha sido fácil la reunión con algún funcionario público, manifiestan en su mirada rencorosa tratando de predecir o adivinar la intención real del interlocutor y el futuro próximo como ha de resolverse.

La vida de las autogestoras es de trabajo, de desgaste físico, de enfrentamientos entre intereses diversos de los grupos, es una inversión de tiempo y energía, que se toma de lo familiar, lo íntimo y lo domestico para que lo viertan en los espacios públicos, razón por la tienen que ser poseedoras o crearse una alta capacidad de resiliencia ante el sistema que las limita, las cuarta, las explota, las margina y las desgasta.

Si bien las mujeres por las mismas condiciones de la construcción histórica y cultural de género que les ha tocado vivir, han aprendido a servir al “otro” como parte de la propia construcción social, primero en el interés de la familia por tener un lugar habitable, la falta de agua ocasiona que no se pueda limpiar la casa, ni bañar a los hijos o lavar los alimentos, la falta de pavimento y drenaje ocasiona que la tierra entre a la casa y exista el riesgo de que alguien de la familia se enferme.

Las autogestoras constituyen una parte muy importante de la estructura social, y que ellas garantizan estabilidad y/o movilidad social, son la fuerza y el poder que llamamos gobernanza y gobernabilidad, sin estas, el de por sí ya deteriorado tejido social se hubiese colapsado.

Es por esto que en la actualidad y gracias a las gestiones que ellas han realizado los servicios que demandan algunas de las colonias han cambiado, ya no es el servicio de alumbrado, agua, planteles educativos, drenaje, pavimentación, transporte, recolección de basura u otros, en la actualidad la demanda gira en torno al mantenimiento y conservación de los servicios y de las áreas verdes, seguridad, servicio médico oportuno, empleo y capacitación de capital humano.

Como se puede ver, en su andar, las mujeres que gestionan servicios construyen diversos mundos que se encuentran en diversas esferas: la familia, las asociaciones civiles, la administración pública y los partidos políticos en donde van adquiriendo estrategias para la construcción de ciudadanía y por ende de liderazgo. Hoy su fortalecimiento y profesionalización representan, quizá, el último bastión para rescatar las instituciones y la estructura social.


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