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Juan Gabriel o Don Alberto


Ciertísimamente el pueblo mexicano se caracteriza por que canta, alma festiva sí, pero al mismo tiempo, también somos tremendamente melancólicos, dentro del rostro de felicidad y estridente algarabía, encapsulado en lentejuela y oropel, en luz, estallido de color, un abismo de depresión, en forma de “cruda” física, moral económica, espiritual; vamos de un extremo a otro; así el domingo 29 de agosto las actividades recreativas y familiares propias de un fin de semana, irrumpió la nota de que Juan Gabriel había muerto; a causa, un infarto fulminante.

Reflexionando nos encontramos con un gran desconocido, sin conciencia de quién fuese el gran compositor y singular cantante, si el ente inmortal de portada y cartelera, o aquel sencillo jovenzuelo oriundo de tierras michoacanas, lo que si es cierto que se va dejando un tremendo vacío no solo en música popular sino en nuestro corazón.

La muerte, la partida, “inesperada” de Juan Gabriel hace meditar a unos de su generación, lo frágil de la existencia y lo próximos que se encuentran para este desenlace, mientras a otros, nos hace evocar lo breve de la juventud y sus avatares, entre los cuales -la frustración del primer amor fallido- nos hacía cantar: “Yo no nací para amar”.

La gente, diversos sectores de la sociedad mexicana, ese pueblo, su público: desde que supo de su deceso quería estar al tanto de donde iban a estar sus restos, las personas se identifican con el “otro”, con el famoso que después de tantos abandonos, tropiezos, injusticias y malos tratos, finalmente alcanzo el éxito, la fama, el dinero, el reconocimiento.

Juan Gabriel es arquetipo del anhelo del mexicano, Juan de los “juanes” y las “juanas” tan ávidos de éxito y triunfo, colmados de afanes, fracaso y sin sabores, de aquellos que el triunfo del Juanaga, lo hacen suyo, lo hacemos nuestro, es el hombre -del pueblo, del necesitado, del ofendido, del menos preciado, del solitario, del que ha suplicado, del que ha perdido, del despreocupado, del migrante; un trozo de su obra va vivir en la mente y en el

corazón de quienes hemos tenido la dicha de escuchar su música e identificarnos con sus letras.

Sus letras nos muestran al ser humano, al semejante, Don Alberto: sus dolencias, sus afecciones y carencias: la obesidad, la presión y males cardiacos; al ser humano de carne y hueso con problemas de salud como muchos mexicanos tienen.

Juan Gabriel, su música, su obra, creció, se desarrolló con los mexicanos; en las diversas etapas de la vida ha estado presente, fue un ejemplo de trabajo, de perseverancia, compromiso y pasión por lo que le gusta hacer; fue más de los escenarios, de la música, de la bohemia, del espectáculo que de su familia.

Juan Gabriel es un fenómeno social en el que su música suma masas, es ejemplo de versatilidad, marco presencia desde las melodías románticas, las rancheras, hasta la música disco; su trabajo se impuso a cualquier situación.

Fue flexible e innovador a las tendencias de la música, por ello su disco Los Dúo le permite sumar, fortalecer y consagrar más su trabajo con figuras como Juanes, Marco Antonio Solís, Jesse y Joy, Vicente Fernández, Isabel Pantoja, David Bisbal, Alejandra Guzmán, Espinosa Paz, Laura Pausini, Luis Fonsi, Napoleón, Antonio Orozco, Emmanuel, Natalia Lafourcade y Fifth Harmony.

Logro grabar con cantantes que ya con el tiempo han recorrido un largo camino y han logrado una gran experiencia y las jóvenes promesas que vienen empujando fuerte para permanecer en el mundo de la música; sí escucharlo era toda una experiencia, el estar o ver sus conciertos era todo un espectáculo, queda el recuerdo de haber compartido el escenario con otro genio de la música a Don Raúl Alejandro Escajadilla Peña mejor conocido como Aleks Syntek que con su voz y su estilo llego a cantar “Querida”, con Joan Sebastian, con Cristian Castro, entre otros muchos.

Don Alberto, una persona que puso a sus pies a un México tradicional, porque ante cualquier situación se imponía su creatividad, su talento, su espontaneidad; es de admirar la pasión que ha generado la espera de sus restos al Palacio de Bellas Artes cuando las personas de estratos humildes y algunos de la tercera edad dicen: “Yo no me muevo de aquí, hasta que no digan que va a

pasar con él”; como si fuera una tía o una hermana, muy querida, esperando la información del familiar en desgracia.

Que bueno que sus restos estuvieron día y medio en el Palacio de las Bellas Artes porque seguramente todavía estaría la gente haciendo fila para poder ir a darle el último adiós, hasta siempre Juan Gabriel y gracias por compartir tu música con tu gente, con México y con el mundo.

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