DE ANDANZAS, CAMINOS Y CAMINANTES
A partir de las denuncias que se han hecho por las redes sociales, de parte algunos automovilistas, sobre el robo y atracos que se perpetuán en el Periférico de la Ciudad de México, cuando hay tráfico; se logro detener a un hombre, quien, según algunos informes que se dieron a conocer por algunos medios de comunicación, tiene varios antecedente por robo con violencia de automóviles, autopartes y otros delitos, es decir el señor en cuestión se ha dedicado la mayor parte de la vida a hurtarles sus bienes al prójimo; también se detuvo a su esposa de quien se dice tiene el antecedente el haber pisado el penal de Santa Martha Acatitla, según datos que dio Denise Maerker el día 7 de octubre, esta familia tiene 20 años viviendo y dedicándose a robar; se imaginan 20 años educando a su hijo Jesús enseñando el arte del atraco, del agandalle.
Este tipo de familias ya han sido parte de sus acciones de generación en generación que tienen internalizado el trabajo en padilla, “el bisne”, el billete rápido hoy denominada “la maña”; es su modo de vida, todas estas acciones se naturalizan, se convierten el lo “normal” en ese ambiente; En estos espacios se reproduce la violencia del sistema no hay opciones sin preparación académica esta la preparación y entrenamiento para sobrevivir en la calle; se va construyendo la cultura del delito como una habilidad y el deber ser que exigen los entornos violentos.
Esto señalado por el maestro Roger Barta, como Lumpenproletariado, “como una capa social formada por la masa social parasitaria y miserable, de elementos desclasados desechados”.
Estos entes en una continuidad de violencia, que se ejercen en el núcleo familiar, desde lo domestico, la pareja- lo íntimo, victimas que se convierten en victimarios, así este fenotipo de padres inducen hijos e hijastros a la participación de este sistema de vida, el “modus vivendi” de la familia, el robo, el atraco, la violación y el asesinato.
La migración de la naturaleza se sobrevivencia, biológica, animal, bestialidad en traje humano, mundo del ilícito, el chantaje, la manipulación, y sometimiento emocional del otro, el cultivo de lo toxico, lo enfermo e irracional del sistema, que pueda existir, sin afectos naturales, ni empatía alguna; aumentan la gravedad de estas conductas que enferman a la sociedad, que van rompiendo, descomponiendo paulatinamente el tejido social, aumenta con la falta de medidas de contención por parte del gobierno y sus instancias
La conjugación de los factores señalados en el párrafo anterior, el daño que genera un delincuente en el esquema ya descrito, a una persona que sufre un ilícito, la cual queda en desamparo, con sentimiento de orfandad, de desconfianza y en algunos casos, una actitud de siempre estar a la defensiva, y donde te das cuentas que la libertad que se maneja en la constitución es una cuestión de demagogia y en él me el mejor de los casos teórica y de buenos deseos
En ese sentido o te quedas esperando a que solución de la autoridad correspondiente o intentas construir espacios de seguridad, con tus redes de amigos, a participar en actividades en tu comunidad, en tu delegación, municipio o ciudad; solución utópica, la mas de las veces, participar en la construcción de ciudadanía, ya exige que todas y todos, y los sectores nos involucremos en el mayor número de acciones y actividades coordinadas y consensuadas.
Por otro lado vemos una ciudad llena de cámaras de televisión que vigilan lo que ocurre en la ciudad y alguien puede estar cometiendo una, otra y otra vez un ilícito y no pasa nada; la pregunta es y para que esta el C4 (sistema de video vigilancia) o es, quizá, como el programa del Big Brother que sólo ve y se regocija en morboso voyerismo, que no resuelve, simple protección psicológica y numeralia de autocomplacencia.
Burocracia insensible y brutal, donde el drama de víctimas y la connivencia se convierte en la simpleza de pasar el reporte de unos a otros esperando que alguien, algún día, decida atenderlo o finalmente se traspapele y donde la acciones de contención, readaptación, disuasión, persecución de manera científica y técnica, son solo meras aspiraciones de los ciudadanos.
Así episodios como en San Fernando Tamaulipas, (la masacre de migrantes) donde la autoridad municipal como el resto de ciudadanos espera la intervención divina, en lugar de implementar acciones o bien como en la Ciudad de México, que hoy ocupa el penosísimo primer lugar en homicidios dolosos, mientras que nuestras policías se dedican a intimidar usuarios del metro y extorsionar a los vagoneros o intimidando a las señoras en el metrobus de Buenavista a las horas pico ante la ausencia del servicio que tarda hasta una hora para salir, sin importar las citas o prisa que tenga el usuario.