Elsabueso Mexiquense
Viviendas en México mal y de malas
Además del tono amenazante que empleó el nefasto Donald Trump para trazar las líneas generales de su complejo y muy elaborado programa de gobierno (“Estados Unidos primero”; “Seguiremos dos reglas simples: comprar americano y contratar americanos”), apenas instalado en la Casa Blanca, Trump firmó sendas acciones ejecutivas que envían mensajes inequívocos: la primera de ellas ordena a todas las agencias gubernamentales minimizar la carga fiscal del Acta de Cuidado de Salud Asequible (el llamado Obamacare). También firmó, como lo han hecho otros mandatarios republicanos, la orden que prohíbe fondos públicos para financiar organizaciones de salud que practiquen o asesoren sobre el aborto en otros países.
En cuestión de horas nos movieron la brújula… y el mapa. Si evitar o al menos relegar el anuncio de la construcción de un muro fronterizo y buscar una negociación trilateral del TLCAN eran dos objetivos primordiales para el canciller Videgaray, su misión en Washington puede considerarse fallida. ¿Cómo negociar una frontera del siglo XXI con bardas de por medio?, Como nunca antes, la incertidumbre es demasiado alta.
Con Trump en la Casa Blanca la relación México-Estados Unidos sufre un vuelco radical. Si en el pasado reciente uno de los asuntos con mayor grado de “institucionalización” —mayores patrones de certeza y menor incertidumbre— era el comercio, mientras que temas espinosos como la migración y la seguridad eran susceptibles de sufrir ciertas modificaciones de acuerdo con la correlación de fuerzas en ambos lados de la frontera, hoy todo está sujeto a un replanteamiento sustancial, incluso la relación misma.
Las consecuencias de la reconfiguración de la relación bilateral más importante para México aún son inciertas. En el corto plazo y ante la actitud abiertamente hostil del nuevo presidente estadounidense, no solo es deseable —por dignidad— sino necesario —por todo lo que está en juego— que el gobierno mexicano asuma que su margen de maniobra para rescatar los acuerdos logrados con Estados Unidos es mínima; por lo que resulta imperativo desplegar una estrategia en clave asertiva, que anticipe escenarios y reacciones, que establezca de nuevos canales de comunicación que rompan el monopolio de la agenda que ha impuesto el narcisista Trump
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