PAGAN SUS PECADOS

Bajo los fuertes rayos del sol, con el piso candente cientos de Nazarenos, llevan a cuestas su propia Cruz, hasta el Cerro de la Estrella, donde Cristo será crucificado.

Con sus propias manos, niños, adolescentes y adultos, labran su propia Cruz, para lavar sus pecados o pagar una manda por los favores hechos. La llevan a cuestas hasta donde Jesús es crucificado.

Son cientos de nazarenos quienes desde temprana hora llenan las calles aledañas a la explanada de la delegación Iztapalapa, donde Jesús es juzgado y sentenciado a ser crucificado.

Con túnica morada, portando un rosario, listón blanco y una corona de espinas, realizan descalzos el mismo recorrido que hace Jesús por los ocho barrios tradicionales, hasta la crucifixión en el Cerro de la Estrella.

Se trata de los nazarenos, hombres que creen hallar el perdón de sus pecados por medio de una manda, cargando una cruz de madera que en muchas ocasiones les dobla el peso. Otros, aunque “no deban nada”, lo hacen sólo por preservar la tradición.

La mayoría coincide en que ellos son los que aderezan la tradicional representación, que este año cumple 174 años.

Cada año los nazarenos esperan el viernes de crucifixión, para cargan sus pesadas cruces de madera. Recorren las calles de los barrios San Lucas, San Miguel, Santa Bárbara, San Pedro, San Pablo, La Asunción, San José y San Ignacio.

Al medio día, cuando los candentes rayos del sol invaden la ciudad, los nazarenos caminan con dificultad, no aguantas el chapopote del piso, muchos se ponen huaraches, o sus amigos, familiares o acompañantes los ayudan.

Aún con los pies lastimados, quemados y ensangrentados los nazarenos siguen su camino, se colocan trapos para soportar las heridas y hacer todo el recorrido, y cumplir con su manda.

Al pasar por las calles, la gente les da ánimos a los nazarenos y hace que, aunque estén lastimados, se aguanten y sigan su camino.

Los nazarenos sienten la pasión de Cristo, por eso cuando hace recorridos parecía que no sentían dolor. Lloran pero sin dolencia.

Al llegar a las faldas del Cerro de la estrella colocan su cruz se sientan para descansar y esperan la aparición de Jesús quien en hombros va cargando la cruz para ser crucificado.