Elsabueso Mexiquense
Impunidad que lacera.
La corrupción y la impunidad laceran todos los aspectos de la vida de este país, es necesario trabajar con los ciudadanos, pues hay desconfianza hacia la clase política, si bien no se trata de ser fatalista, lo cierto es que México vive una fuerte falta de oportunidades, caracterizada por no generar crecimiento y mantener el estancamiento; mientras, en términos sociales existe desconfianza e indignación por el desempeño del actual gobierno.
Desde el punto de vista político hay una gran insatisfacción con la democracia, lo que significa que los políticos deben revisar cuál es el punto donde fallan a los ciudadanos y poder virar el barco hacia otro lado, la gran lección que nos han dado los ciudadanos es que debemos trabajar con ellos.
La tarea es devolverle la dignidad a la política, más allá de los calendarios electorales. Incluso, la política nos puede ayudar al crecimiento, al desarrollo, a la solidaridad y a la mayor confianza, la desconfianza se refleja en los partidos políticos, los cuales tienen sus propios retos, pues deben transparentar el ejercicio de sus recursos, además de verificar que no haya grupos al interior de los institutos que estén por encima de los intereses de los ciudadanos, aspecto donde las dirigencias de cada uno deben poner especial atención.
La impunidad es una gangrena en el organismo social mexicano. Quien la hace aquí casi nunca la paga. Este es un fenómeno que si no se ataca frontalmente y se elevan los costos, pudre todo. La impunidad alimenta la corrupción, estimula la violencia que lacera la vida cotidiana y productiva, que impactan en el progreso económico. La competitividad que, a su vez, coloca anclas al desarrollo. Son círculos viciosos de los cuales la sociedad mexicana no puede escapar porque, objetivamente hablando, no hay señales de que quiera escapar.
La impunidad corre por todos los sectores sociales, económicos y políticos, y esta descripción no es dramática ni exagerada, como lo demuestra el Índice Global de Impunidad México 2016. La descripción permite argumentar que México es un país podrido, y el Índice pareciera reflejarlo con consistencia: el 92.8% de los delitos cometidos –de 2013 a la fecha– no se denuncian, porque los mexicanos tienen una enorme desconfianza con la autoridad y están convencidos que además de que no sirve para nada, sólo pierden el tiempo. Claramente se exhibe el problema estructural.