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Futuro incierto

La etiqueta de ser “deportado”, la falta de un salario digno, además de constantes violaciones a los derechos humanos durante el proceso de regreso a México es el panorama para quienes son enviados de regreso de manera forzada a nuestro país.

El geógrafo social Guillermo Castillo Ramírez, dijo que uno de los principales problemas, alertó el miembro del Sistema Nacional de Investigadores, es que muchos de los migrantes salieron de México por los bajos salarios y ahora son expulsados de Estados Unidos, pero también son excluidos en su lugar de origen al enfrentar un escenario completamente adverso.

El investigador del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explicó al Foro Consultivo Científico y Tecnológico, que el panorama que se vislumbra para quienes emigran del país sin documentación a Estados Unidos es el rechazo xenófobo.

“El mercado laboral mexicano –ya sea urbano o rural— no tiene la capacidad de ofrecerles los sueldos que tenían en Estados Unidos. Un migrante que no estudió más allá de la preparatoria ganaba en Estados Unidos entre ocho y nueve dólares la hora, es decir, un promedio de 360 y 400 dólares a la semana, al comparar este ingreso con los sueldos en México el panorama se ve bastante complicado”, precisó el autor de diversos estudios sobre la Migración étnica en el desierto de Altar.

Lamentablemente, recordó, los problemas por la deportación de migrantes no son algo nuevo, pues diversos datos revelan que el índice de deportaciones se ha mantenido respecto a la política implementada por el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama.

La gran diferencia es que mientras en el gobierno anterior “había una idea muy clara de quiénes eran deportables –aquellos que acababan de cruzar o cometieran delitos graves- hoy el motivo puede ser pasarse un alto o una falta administrativa menor.

“Los mexicanos son un chivo expiatorio y los depositarios de una política xenófoba, a los que se considera el enemigo, siendo que no hay tal”, estimó el doctor en antropología social.

Esto explica la creciente idea de que el inmigrante es un “criminal”, abriendo una brecha y la puerta para que cualquier agente policial en la Unión Americana detenga a alguien por delitos menores.

Igualmente, el investigador alertó que la etiqueta de “deportado”, pesa para los migrantes que son enviados de regreso a México de la Unión Americana.

“Se les está etiquetando con un mote que es excesivo. Esto les pesa inclusive en México. Asociaciones de apoyo al migrante ya han denunciado que en el Centro del país cuando estas personas tratan de buscar trabajo, los empleadores les preguntan ¿qué hiciste? o ¿por qué te deportaron?”.

Es decir, etiquetar a los migrantes como “criminales” desde Estados Unidos tiene también efectos en México, lo que debería de ser un motivo de preocupación para todos, añadió el especialista en migración étnica, nacional y transfronteriza.


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