Puntaje perfecto
La tenacidad hizo la diferencia. Lesthat Manelick Martínez López, con 120 aciertos, y Ulises Yered Flores García, Brenda Leal Peralta, Aristeo Efraín Valadez Montero y Alondra Díaz Andrade, con 119 aciertos, un solo error
en el examen de ingreso a la licenciatura de la UNAM, se llevaron las palmas.
Lograrlo no fue fácil. Los cinco estudiaron entre 12 y 14 horas diarias; algunos con la ayuda de un curso o de las herramientas digitales que ofrece la UNAM para prepararse, pero todos movidos por el deseo de forjarse un mejor futuro con base en la superación académica.
Manelick, el único que logró la puntuación perfecta, se considera un joven como todos los demás, no es superdotado y hace lo mismo que otros: “salgo con mis amigos, me divierto, pero la avidez y la tenacidad para alcanzar lo que se desea es lo más importante, trabajar todos los días por ese lugar y sobre todo aprovecharlo siempre”.
Preparó el examen dos meses y medio, ingresó a un curso. No era de los alumnos más destacados, pero siempre se ha esforzado por conseguir lo que se propone.
Alrededor de las dos de la mañana del sábado 15 de julio de 2017 consultó los resultados y no podía creerlo: “me siento muy contento de pertenecer a la UNAM y emocionado de iniciar en agosto próximo la carrera de Biología en la Facultad de Ciencias”.
Su proyecto de vida lo tenía bien trazado, así que aplicó para el examen de admisión para el bachillerato y obtuvo un lugar en la vocacional 13 del IPN. Ahí terminó para después ingresar a la carrera de Ingeniería Biotecnológica en la misma institución el año anterior.
Pero como no se sentía a gusto en la carrera decidió abandonar ese camino en el que no se sentía pleno. Con el apoyo de su mamá, hermano y familiares, hizo nuevamente el examen a la UNAM, en el que obtuvo el resultado perfecto: 120 aciertos.
Ulises Flores sólo tuvo un error en el examen al igual que Brenda Leal. Él ingresó a Medicina, mientras que ella a Psicología, ambos en su segunda oportunidad. Los dos, después de quedarse muy cerca en la primera ocasión no se derrotaron: estudiaron todos los días, “sin descanso”, como dice Brenda, y lograron, lo que según comentan ambos, “todavía no lo pueden creer.”
A los jóvenes que no alcanzaron un resultado positivo, Manelick les aconseja que no se frustren, “hay muchas oportunidades no sólo en la UNAM también en la UAM e IPN. Prepárense más, pónganse un objetivo y pregúntense si son felices con lo que son. Hay que esforzarse y no confiarse, ser proactivo y autodidacta. No se decepcionen si no obtuvieron un lugar, el próximo año pueden volver a intentarlo”.
Si bien, el examen tiene cierto grado de complejidad, lo principal es la tenacidad y preparación para lo que es “una decisión de vida.”
Para los aspirantes a los próximos exámenes, la UNAM pone a su disposición diversas herramientas para prepararse, como las guías impresas, así como la página www.saber.unam.mx
Voz de los estudiantes
Estudiantes de posgrado alzaron la voz para exigir mejores condiciones de trabajo, pues consideran que en las actuales políticas públicas en materia de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI), sus propuestas no son tomadas en cuenta, y a su juicio no funcionan.
Lo anterior fue denunciado durante el conversatorio “La participación de las y los estudiantes de posgrado en la planeación de la política científica, tecnológica y de innovación: el desafío de decir, pero no decidir”, que se realizó hace algunos días en el Senado de la República.
“Así como trabajamos con ratas de laboratorio, nosotros somos sus ratas de laboratorio a las que les dicen que tienen trabajar de cierta manera o que se registren bajo cierto reglamento, pero no nos toman en cuenta en la creación de estos reglamentos”, dijo Helena Papacostas Quintanilla, estudiante de doctorado del Departamento de Farmacobiología del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (CINVESTAV) Unidad Coapa.
Aseguró que la mayoría de los becarios del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT), trabajan más de 8 horas diarias, y en ocasiones, sus labores incluyen los fines de semana, y al final, son ellos los que asumen las consecuencias de las políticas públicas en educación, ciencia y tecnología.
“Dado que somos los futuros investigadores de México, los que vamos a heredar este sistema de ciencia y tecnología y los que hoy somos el motor que crea realmente la investigación -porque sin los estudiantes de posgrado, la mayoría de la investigación en ciencia en México se vería parada- nuestra opinión es muy importante”, dijo la estudiante del CINVESTAV, quien precisó que los estudiantes de posgrado son el 2 por ciento de la población más preparada del país.
Durante su intervención, César Jurado Alaniz, estudiante de maestría en filosofía de la ciencia, de la Universidad Nacional Autónoma de México, señaló que hay personas que le “echan ganas”, lo que no es suficiente cuando se carece de un sistema integral en CTI.
“Si hay algo que caracteriza a la ciencia mexicana es su falta de integralidad y pensemos en los pilares del sistema CTI: el Sistema Nacional de Investigadores –creado en 1984 para paliar la pérdida del poder adquisitivo de los investigadores-, el Programa de Posgrados de Calidad –una forma para intentar allegar recursos a las universidades- y las propias Cátedras del CONACyT.
“El SNI no permite la incorporación de investigadores jóvenes, ¿por qué? porque los investigadores no se pueden jubilar de una manera digna y entonces literalmente prefieren morirse en su clase a permitir que haya estudiantes que se incorporen a la academia o a la investigación”, lamentó el estudiante de posgrado de la Máxima Casa de Estudios, quien agregó que se requiere un sistema que verdaderamente promueva la innovación y el cambio social.
Hizo hincapié en la necesidad de aspirar a una política pública en CTI, diseñada, implementada y evaluada científicamente. “Somos científicos y no podemos darnos el lujo de aceptar que las políticas públicas sean una cosa de políticos. Hay que empezar a trabajar para aspirar a tener un gobierno basado en evidencia científica, no en intereses y caprichos de grupos históricamente favorecidos en la sociedad mexicana”.
Durante su intervención, el estudiante de maestría de la Facultad de Química, de la Universidad Autónoma de Querétaro, Salvador Alejandro Ventura Salcedo, dijo que es necesario tener políticas obligatorias, ya que “no podemos esperar a tener gobernantes que les interese invertir en la ciencia porque probablemente tarde mucho en suceder, sino que cuando llegue un gobernante al poder, esté obligado a destinar un porcentaje importante a este rubro, que no será un gasto sino una inversión”.
En México hay más de 364 variantes lingüísticas, sin embargo, no se tienen iniciativas que promuevan su enseñanza en todos los niveles educativos, lamentó Eder Santiago García, estudiante de doctorado en lingüística indoamericana, del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social.
A través de investigaciones, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, informó que más del 90 por ciento de las lenguas del mundo se encuentran en diferentes procesos y podrían desaparecer, y una de las razones es el desplazamiento.
“El Estado debe crear Centros de Investigación y Universidades que atiendan estas y otras problemáticas sociales, en lugar de atentar contra ellas con los recortes a las becas de los estudiantes y la parte del presupuesto al desarrollo de ciencia, tecnología e innovación”, dijo el estudiante que habla español y zapoteco.
En este conversatorio también participaron José Pablo Vega González, presidente de la AIESEC-México; Germán Álvarez Mendiola, investigador del CINVESTAV; Tessy María López Goerne, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana y Adriana Guerra Gómez, secretaria técnica del Foro Consultivo Científico y Tecnológico.