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Pésimos funcionarios


La falla que sufriera el Metro el jueves 27 de julio en la Línea 1, que corre de Observatorio a Pantitlán, ya fue el fastidio de esos pésimos funcionarios que solo están usurpando esos cargos por los altísimos salarios que no devengan, pero eso sí, están muy pendientes de cobrarlos cada catorcena cuando es día de pago.

La sociedad en general ya está harta de que los gobernantes en turno tomen como laboratorio a la Ciudad de México, para ver de qué cuero sale más correas, es decir, la han maniatado como rehén de los ajustes de cuentas políticas entre los propios grupúsculos de funcionarios del gobierno mancerista, así como del sindicato presuntamente “nacional” del STC, el cual ha explotado desde hace más de tres décadas, el nefasto y desvergonzado líder Fernando Espino Arévalo, quien debido a su peculiar arrogancia, se niega a dejar el cargo.

Su antidemocracia resalta a la luz de las circunstancias y sus bacanales tan igual como las de Nerón, al muy estimo de la depravación de la Antigua Roma. En su reinado sindical, todo ha sido excesivo, excéntrico y decadente, según quienes han presenciado este tipo de “acercamientos sociales”.

Pero de qué serviría que renunciara, si dejaría a sus células que ya están más que envenenadas, enquistadas desde cuando él mismo asumió el poder sindical, y que a lo largo de esos 30 años, no ha habido autoridad alguna que lo saque o que le finque responsabilidades penales por la serie de delitos que ha orquestado y lastimosamente quedado en el paraguas de la impunidad.

Una incrédula falla eléctrica del Metro, dejó al descubierto los mecanismos de corrupción existentes en el STC.

El negativo impacto de ese siniestro, dejó 30 minutos sin servicio siete estaciones de la L-1, que luego de revisar el sistema eléctrico, se restableció el servicio en todas las estaciones, y que por desesperación, cientos de usuarios tuvieron que arriesgar sus vidas bajándose de los convoyes.

En el convoy principal de ese Metro (tren 482 “Federico Campbell”), se registró el siniestro que atrajo fuego y por consiguiente se formó una bola de humo tóxico, con el altísimo riesgo de perder la vida por asfixia. Las autoridades solo reportaron crisis nerviosas y de pánico, pero supuestamente no de pérdidas humanas.

Usuarios que iban en el tren que se quedó varado entre Juanacatlán y Chapultepec, aseguraron que se escuchó una explosión y después el humo invadió los vagones.

Mujeres, hombres y niños buscaron cubrirse la nariz con la ropa para evitar respirar el humo, mientras que otros se sentaron en el suelo, según consta en diversos videos que fueron difundidos en redes sociales (http://www.milenio.com/df/falla_metro-humo_vagon-usuarios_atrapados-tren_juanacatlan-linea_rosa-servicio_0_1000700324.html).

Después de algunos minutos, los usuarios del tren 482 “Federico Campbell”, bajaron y caminaron por las vías para llegar a la estación Chapultepec. Decenas de mujeres llevaban cargando a sus criaturas para evitar que cayeran al empedrado del carril de las vías, y pudieran lastimarse piernas y rodillas.

Algunos denunciaron a través de los canales del Internet, que las autoridades no los ayudaron y que fueron ellos mismos los que se cercioraron de que no hubiera corriente en las vías para poder salir, pues el humo en los vagones era abrumador e insoportable.

Ante los reclamos de la falta de ayuda y que por ello hubo varios lesionados, el Metro respondió de forma lacónica a través de su cuenta de Twitter, “que se le brindó apoyo a los usuarios de la Línea 1” y difundió fotografías de personas con oxígeno, debido al humo que respiraron.

El tramo afectado por la falla eléctrica fue de Observatorio a Cuauhtémoc, pero fuera de ahí, “ya nada pasó”, la falla eléctrica quedó en el anecdotario, en tanto que los funcionarios responsables seguirán gozando de su amplia incapacidad protegidos por el paraguas de la impunidad.

Sin embargo, la sociedad reiteró su demanda, por oficio, de fincarles responsabilidades a los citados funcionarios para que sea, a través del Congreso de la Unión, inicie un juicio de procedencia, es decir, un masivo juicio político en contra de Miguel Ángel Mancera Espinosa, Jorge Gaviño Ambriz y Fernando Espino Arévalo, por incurrir en los graves delitos de omisión y colusión de funcionarios públicos y atentar contra la vida de millones de usuarios del Metro.

Las fallas en el Metro han sido continuas, pese a ello, a nadie se les finca una plena culpabilidad quedando los hechos en las estadísticas peligrosas que diariamente viven millones de capitalinos. En cambio, en cada siniestro, el sindicato del charro espinista, siempre saca su cacaraqueada defensa de culpabilizar al gobierno en turno para deslindar responsabilidades.

Tanto un sector como del otro, arrastran históricamente negros historiales, sobre todo en lo que se refiere del camaleónico “político” Fernando Espino Arévalo, que ha hecho de ese gremio sindical un amplio y redituable negocio particular por su cruel versatilidad hasta de ser promotor de box profesional y utilizar las propias instalaciones del STC para abrir un gimnasio en los sótanos de la sede sindical que se encuentra en la estación del Metro Juanacatlán, de la Línea Uno.

A comparación de los salarios de hambre y de miseria que perciben sus trabajadores, Espino se da una vida de rico, de un multimillonario “harapiento” -guardando apariencias-, que por desgracia ha mantenido al margen el poder constitucional del Gobierno de la Ciudad, por su poder de facto que ha establecido desde hace 30 años.

Al respecto, Diputados locales advirtieron que el Metro de la Ciudad de México necesita urgentemente de una completa cirugía, que de NO hacerse, en cualquier momento el transporte naranja subterráneo podría sufrir un accidente de fatales consecuencias.


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