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No disminuyó violencia


El 66.1 por ciento de las mexicanas mayores de 15 años han sufrido algún tipo de violencia, en mayor proporción en la Ciudad de México, Estado de México, Jalisco, Aguascalientes y Querétaro.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) de 2006 y 2016, la violencia contra las mujeres en México decreció solo 0.9 por ciento en una década.

“En diez años, no tenemos más que este pequeño resultado”, lamentó Lucía Melgar Palacios, coordinadora de investigación y proyectos académicos del Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), institución que forma parte de la mesa directiva del Foro Consultivo Científico y Tecnológico.

Las estadísticas reportan que 66.1 por ciento de las mexicanas mayores de 15 años han sufrido algún tipo de violencia, situación que a nivel nacional reportan en mayor proporción la Ciudad de México, Estado de México, Jalisco, Aguascalientes y Querétaro.

En las encuestas, la violencia contra las mujeres y niñas se clasifica en psicológica, física, sexual, económica y patrimonial. “Características que remiten a la desigualdad estructural de género y constituyen compartimentos individuales que no se relacionan, cuando estos se cruzan y se acumulan se convierten en violencia extrema e incluso una forma de cultura que puede culminar en el feminicidio”, explicó la doctora en literatura hispanoamericana por la Universidad de Chicago.

Al menos 79 por ciento de las mujeres en la Cuidad de México ha sufrido algún tipo de violencia, el 56 por ciento ha sido agredida por su pareja y 61.1 en la comunidad, por ejemplo, en la calle y transporte público. “¿Cómo se puede ser amigable para las mujeres un territorio así?”, preguntó la autora de textos sobre el feminicidio en Ciudad Juárez.

El tema no solo se trata de desigualdad de género sino también de la falta de resolución de los problemas por parte de los gobiernos y sus instituciones. “Dos ejemplos en la Ciudad de México son las divisiones de los vagones del Metro y Metrobus (transportes públicos) en donde comúnmente se suben hombres y para ahuyentarlos colocaron asientos rosas.

Además, los famosos silbatos rosas que podemos catalogarlos como soluciones cosméticas”, dijo la coordinadora de investigación y proyectos académicos del PUEG, quien cuestionó si estas medidas están funcionando o solo son paliativos para una enfermedad mayor.

Durante la conferencia "La violencia contra las mujeres y los desequilibrios sociales que produce", que dictó el viernes dentro de la primera Feria Internacional del Libro Universitario de la UNAM, la especialista dijo que aunque la violencia de género no puede disminuir de un día para otro y los contextos de violencia extrema generalizada que se viven desde el 2007 no contribuyen a reducirla en espacios específicos, es necesario concientizar sobre el fenómeno y diseñar políticas públicas que permitan disminuirla, ya que “la violencia extrema favorece también su periodicidad e incrementa el nivel de tolerancia hacia los actos violentos y hace que prestemos menos atención hacia violencias más específicas”.



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