Medalla Bellas Artes
Hugo Hiriart es un “incrédulo de los límites; demostró que la fantasía no es sólo para niños”, concluyó Lidia Camacho, directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), al entregar la Medalla Bellas Artes al escritor, dramaturgo y académico de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).
A pesar de la lluvia registrada la tarde del 30 de agosto, la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes se llenó mucho antes de las 19:00 horas. Guita Schyfter, esposa del Profesor Hiriart, ya se encontraba recibiendo a los amigos más allegados e invitándolos a tomar asiento.
Cuando apareció en la sala, Hugo Hiriart saludó cálidamente a los viejos amigos, a sus estudiantes y a la gente que se dio lugar en el recinto. El evento inició con la proyección de un video en el que participaron Juan Villoro, Enrique Singer, Berta Hiriart, Jaime Labastida y Ana María Bergua, quienes hablaron de la labor de Hiriart en la literatura y el teatro.
Villoro hizo un comparativo del académico con Lewis Carroll: “Carroll es un científico que incursiona en la literatura y Hugo es un literato que inserta la ciencia en su literatura”. Enrique Singer agradeció a Hiriart por ser un formador de directores escénicos, mientras que Berta Hiriart lo llamó su maestro y el aplauso no cesó.
Mauricio Montiel subió al podio para dar la bienvenida e invitar a Hugo Hiriart a tomar su lugar en la mesa. Tras del maestro acudieron Muni Lubezki, Laura Almela –a quien Hiriat presentó como “La diva Almela”– y Germán Jaramillo, de quien hizo referencia como su “gran amigo”.
“Había escrito un texto, pero no lo encontré, así que no lo voy a leer” –dijo el homenajeado–, “pero decía que no me gusta la luz blanca de la notoriedad. Y me gusta todavía menos cualquier ejercicio de poder mandón […] prefiero la media luz, el incógnito”, de esta manera presentó lo que sería un “menú de degustación” de sus obras; “no un popurrí, porque es una palabra horrible”.
El maestro Hiriart abrió la lectura con un “autorretrato” que hablaba de sus gustos de un modo singular: “Me gusta la Diet Coke, el queso cotija, el vuelo de helicóptero del colibrí y los dibujos de las demostraciones geométricas. Y los tonos de verde en las translúcidas hojas de plátano heridas por el sol y la vida del doctor Johnson, que a lo largo de la suya propia fue redactando el entusiasta Boswell y el rechinido de la madera de las carabelas en el silencio de la noche, sobre todo en las películas de piratas”.
“Me gusta sentir en la punta de los dedos la textura de los cuadros y ya he tenido problemas por eso en galerías y museos. Las obras de teatro donde aparecen submarinos y la capacidad de exagerar que exhibe la cultura china”, dijo.
Rubén Jaramillo leyó un fragmento de Circo, que Hiriart presentó como producto de un ímpetu fallido. Le seguiría Laura Almela con La semántica del huevo. Posteriormente, el profesor Hiriart hizo otra intervención para enmarcar su pasión por los animales e invitar a Lubezki a una lectura sobre la mosca y, a Jaramillo, con un texto sobre los osos.
La lectura continuó con una escena de la obra Ambar y con una participación alrededor de los sueños que la Almela cerraría con La mujer que tiene miedo. Siguieron unos fragmentos de El agua grande, La repugnante historia de Clotario Demoniax, y el evento cerró con los Cuadernos de Gofa, novela que escribió por entregas de ocho cuartillas semanales durante un año.