Mediocre crecimiento
La administración de Enrique Peña Nieto concluirá con un mediocre crecimiento de 2.2% en promedio anual, mucho menor al 4.3% que ofreció al principio de la administración si se concretaban las reformas estructurales y al 3.4% considerado como crecimiento inercial.
Lo más preocupante es que en el quinto informe de gobierno y en el paquete económico para 2018, el gobierno considere este pobre desempeño económico como un importante logro que obtuvo a pesar de los diversos choques externos, como la baja de los precios del petróleo, el Brexit y las amenazas de Trump.
Las dos administraciones pasadas achacaban el pobre desempeño económico a la falta de reformas estructurales, al eliminarse este pretexto, Peña Nieto ha recurrido a otros para tratar de justificar el fracaso económico.
En el paquete económico, la Secretaría de Hacienda festina la estabilidad macroeconómica como la principal causa de que el crecimiento se mantenga, aún en las ‘difíciles condiciones externas’. Entre otros factores dice que la estabilidad se ha logrado al mantener más o menos controlada la inflación, lo que fue cierto para el periodo 2013-2016, pero en 2017 se desbordó, aunque el Banco de México y la SHCP dicen que es un fenómeno transitorio que empezará a revertirse hacia finales de 2018 o principios de 2018.
Decepcionante el crecimiento de la inversión. En 2015, después de que se concretaron las reformas estructurales, la formación bruta de capital fijo sólo creció 0.4%; en 2017 se mantendrá estancada y en 2018 sólo crecerá 1.8%. “Se había dicho que las reformas estructurales atraerían una enorme cantidad de inversiones, lo que hasta la fecha y, por lo menos, en 2018 no ocurrirá”.
La falta de inversión no sólo provoca un freno al crecimiento en el corto plazo sino lo impacta en el mediano y largo plazos.
Para 2018 el precio del petróleo se estima en 46 dólares por barril 3 dólares más que en 2017. La plataforma de producción se incrementa sólo 2%, pero aún muy por debajo de los 3 millones de barriles diarios que se dijo alcanzar cuando se promovió la reforma energética.
El déficit fiscal con inversión aumenta de 1.3% del PIB al 2.0%. Cabe señalar que en 2017 se logró reducir de manera significativa el déficit por la disponibilidad de recursos extraordinarios provenientes del remanente de operación del Banco de México, mismo que es muy probable que ya no se disponga en 2018.
El 2017 concluirá con 119 mil millones de pesos (mmp) más de ingresos, sin incluir el remanente del Banco de México, que los aprobados por el Congreso. El gasto también se incrementó en esta misma cantidad. “Para 2018 se estima que los ingresos presupuestarios se incrementen en 0.9%, en términos reales. Sin embargo, como proporción del PIB bajarán del 21.1 al 20.7%”.
En virtud de que el déficit presupuestal, incluida la inversión, bajará del 2.3 al 2.0% del PIB, el gasto neto pagado se reducirá 0.2%. “El gasto no programable aumentará 5.5% en términos reales, debido al importante crecimiento de 9.7% del costo financiero y del 1.3% en las participaciones a estados y municipios. La disminución del déficit y el crecimiento del gasto no programable implicará que el gasto programable se reduzca 2.4%, equivalente a 86,736 millones de pesos”.