Ayer Mara, mañana
La indignación social y popular se dejó sentir en las movilizaciones convocadas principalmente por colectivos y organizaciones de mujeres, quienes hartas e indignadas por la creciente ola de violencia sexual, comunitaria y feminicida que se vive en el país, decidieron de nueva cuenta tomar las calles para expresar su descontento, para exigir mayores y mejores políticas públicas que protejan y garanticen el derecho de las mujeres a vivir una vida libre de violencia en todas sus modalidades.
Las mujeres y jóvenes que salieron a las calles, lo hicieron también para denunciar que incluso esos servicios de “taxis seguros” han demostrado que no son seguros para las mujeres, pues no es la primera ocasión en que se demuestra la participación de alguno de sus conductores en un delito de género o en un delito violento contra alguna mujer que había abordado sus unidades pensando y creyendo en que ese tipo de servicios resultaban ser más confiables y seguros.
El caso de Mara en Puebla, nos vuelve a colocar en una discusión que no podemos sacar de la agenda pública ni de la agenda política, y que fue magistralmente colocado en una pancarta que recorrió las calles del centro de la ciudad de México y que versaba “Nos están matando”, así de simple y así de claro fue enviado el mensaje por una joven que participó en la marcha y que gritaba en todo momento “ni una más, ni una menos”.
Según datos periodísticos, tan sólo en lo que va del año hasta el mes de julio se habían registrado 1055 asesinatos de mujeres en todo el país, el 70% de ellos, se había registrado según cifras oficiales como un feminicidio pues concurrían alguna de las razones o circunstancias de género que se reconocen en los códigos penales locales y que demuestran la motivación de cometer este tipo de asesinatos como consecuencia de una acción de poder y de control de parte de la persona agresora hacia la víctima por el sólo hecho de ser mujer.
Estadísticas del INEGI señalan que cerca del 70% de los feminicidios son cometidos por personas cercanas a la víctima, por conocidos, por personas que abusando de su confianza y de su condición, terminaron arrebatando la vida a miles de mujeres y niñas en nuestro país.
Es decir, 70% de los asesinatos de mujeres son cometidos por alguien cercano o conocido cuyas motivaciones radican en una situación de odio y desprecio hacia las mujeres y hacia sus cuerpos.
Las políticas públicas para prevenir, investigar, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres han demostrado su ineficacia en los últimos 20 años, por más discursos elocuentes y sensibles que las autoridades puedan emitir en relación a este tema, resultan siempre carentes de sentido frente a la cruda y triste realidad de la violencia de género y de la violencia feminicida.
La voz de miles de mujeres que clamaron justicia para Mara, lo hicieron también para exigir justicia hacia las miles de mujeres desaparecidas en este país cuyo paradero se desconoce, y para las miles de niñas y jóvenes que diariamente son acosadas y abusadas sexualmente en la escuela, en el transporte público, en sus trabajos o hasta en sus propias casas, las voces que claman justicia se levantan hacia todos los rincones del país y nos obligan a actuar en consecuencia.
Me sumo a esas voces de indignación, de coraje, de impotencia, de hartazgo frente a la violencia de género y frente a la violencia feminicida, nos queremos vivas, alto a los feminicidios, ni una asesinada más, ni una mujer menos.