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Paz en corazones

Como iglesias, organizaciones y ciudadanos/as expresamos nuestro compromiso y alzamos nuestra palabra de esperanza, aliento y solidaridad con el pueblo de México.

Reconocemos la solidaridad y humanidad que muchas personas están mostrando para rescatar con vida a quienes aún están en los escombros de edificios colapsados y en la búsqueda de las personas reportadas como desaparecidas en innumerables zonas de desastre en el centro y sur del país; además reconocemos los esfuerzos por el rescate de los cuerpos de quienes lamentablemente han perdido la vida, así como a aquellas personas que incansablemente han provisto de alimentación y cuidado a las brigadas ciudadanas de búsqueda.

"Reconocemos ampliamente la respuesta de mujeres, hombres, niños, adultos, personas de la tercera edad y especialmente el destacado papel de la juventud que se ha volcado sin demora ni condiciones en auxilio de quienes lo necesitan, brindando con generosidad su apoyo material, humano, financiero y moral. Asimismo, reconocemos la solidaridad internacional y en especial de las hermanas y hermanos de nuestros pueblos latinoamericanos y del Caribe manifestada en múltiples formas.

Alentamos a las autoridades gubernamentales y a las jerarquías religiosas a respetar y fortalecer este compromiso ciudadano, haciendo todo lo posible por canalizar los recursos materiales y humanos necesarios para el apoyo y la localización de personas, la reconstrucción de las zonas afectadas por las recientes catástrofes y el desarrollo armónico de las actividades propias para el bienestar de la sociedad.

Conscientes de la tragedia que vivimos en México, pero también de la solidaridad ciudadana que se ha desbordado en nuestro país, nos vemos en la responsabilidad de hacer un llamado a la reflexión ética sobre los recientes acontecimientos:

Si bien es cierto que la fuerza de la naturaleza rebasa la capacidad humana, no podemos dejar de cuestionarnos sobre la responsabilidad en las consecuencias, preguntándonos: ¿Cómo es posible que en la Ciudad de México edificios más antiguos hayan resistido el sismo mejor que otros de reciente construcción? ¿Por qué un sismo diez veces menor al de 1985 arrebata la vida a niñas y niños que se encontraban en planteles escolares que habían sido recientemente aprobados para funcionar, por peritajes de protección civil? ¿Acaso el negocio inmobiliario está por encima de la vida humana?

Si tenemos que reconocer el colapso de más de cuarenta edificios en la CDMX e incontables en diversas regiones del país, también hay que evidenciar y denunciar:

El colapso inmobiliario por la corrupción y gentrificación.

El colapso de los principales medios informativos por su falta de credibilidad e insensibilidad ante la tragedia nacional.

El colapso de un modelo económico que atenta contra mujeres y hombres trabajadores.

El colapso de una clase política que gobierna en beneficio propio y en contra del bienestar de la ciudadanía.

El colapso del sistema gubernamental que en todos los niveles se rige por intereses capitalistas y atenta contra la soberanía y el bien común.

En este momento de crisis nacional, hacemos un firme llamamiento:

A las autoridades de todos los niveles, para que realicen un nítido deslinde de responsabilidades y sancionen con estricto apego a derecho a quienes resulten responsables de las pérdidas humanas y los daños materiales en los recientes acontecimientos.

A la clase política para que ejerza el presupuesto que recibe de la ciudadanía, con solidaridad y calidad humana en favor de las personas damnificadas y de quienes han sufrido pérdidas de seres queridos.

A las jerarquías religiosas para que asuman un compromiso ético firme en la reconstrucción nacional reforzando su apoyo material y humano en pro el bienestar de la sociedad mexicana.

A las organizaciones de la sociedad civil, las clases política y empresarial, y las iglesias a no lucrar, ni económica ni políticamente con la tragedia; a no cometer simonía con el dolor humano.

A la ciudadanía toda para ir más allá de esta aplaudible respuesta inmediata ante el desastre, e impulsar un verdadero cambio en beneficio del interés común para levantar al país de los escombros en que lo ha sumido no sólo los recientes desastres naturales sino décadas de injusticia e impunidad.

Ante los enormes retos sociales, económicos y políticos que vivimos en México, como los más de 200 mil muertos por la guerra, las más de 31 mil personas desaparecidas, los feminicidios, el asesinato de periodistas, los enormes fraudes gubernamentales a las arcas públicas, la inseguridad y la delincuencia organizada y las múltiples violaciones a los derechos humanos y a la madre tierra: insistimos en que la paz es fruto de la justicia.


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