Canto de la Luna
De pesadilla.
Armados con machetes, tubos y palos, líderes de diversas organizaciones, contratan a sicarios y golpeadores para invadir terrenos por diferentes partes de Ciudad de México (CDMX), al margen de las autoridades delegaciones y la misma policía.
A los colonos, cuando tratan de impedir las invasiones, son golpeados, amenazados de muerte e inclusive, en ocasiones, hasta secuestrados para que no intervengan, porque los delincuentes son “dueños de la Ciudad”, y las autoridades correspondientes se lo permiten.
La voracidad de empresarios y la complicidad de políticos que permiten megaconstrucciones.
Representan más riesgos que beneficios, abren las puertas de la corrupción y Coyoacán se convierte en la “manzana de la discordia”, para que líderes de invasores, constructores se apoderen a sangre y fuego de los terrenos.
En esta demarcación sintetizan todos los excesos, abusos de empresas, a los derechos humanos, vivienda, al agua, ecosidio y hostigamiento, y el jefe delegacional, Valentín Salgado, junto con el Gobierno de la Ciudad de México (GCDMX), se mantienen al margen.
El sábado pasado, en la Delegación Coyoacán, los delincuentes de terrenos, pertenecientes de una de las tres organizaciones que mantienen en jaque la CDMX, Frente Popular Francisco Villa; La Asociación Amor A.C. y Asamblea de Barrios, trataron de apoderarse de un espacio público, ubicado en avenida imán y chicomostoc en Pedregal de Carrasco de Villa panamericana, delegación Coyoacán.
En el país todos los terrenos cuentan con algún propietario, en la mayor parte de los casos, como tierras ejidales.
A los líderes de invasores poco les interesa si tienen o no dueño los terrenos, ellos se favorecen con estas adquisiciones.
Las organizaciones tienen un “modus operandi” que, presumiblemente, incluye la participación de funcionarios que proporcionan información de inmuebles para posteriormente apropiárselos.
El sábado pasado vivimos una situación inesperada, acudimos al mercado sobre ruedas al ver mucho movimiento de gente extraña a un espacio público que hace unos meses cercaron sin ningún motivo, la comunidad empezó a reunirse.
Los vecinos de la zona empezó a notar que en la noche, un grupo de sujetos, cual bandidos entraban con camiones con material de construcción así como un megatinaco.
Tenían todo el espacio cubierto de plástico negro para que no viéramos lo que pretendían hacer.
De varios camiones de carga los desconocidos bajaron decenas árboles y plantas, que resguardan las delegaciones en los viveros de sus zonas.
Al ver todo este movimiento empezamos a juntarnos e informarnos de lo que estaba pasando.
Se supo que eran gente de Iztapalapa, del grupo Francisco Villa, pagada por líderes de vividores y lacras del movimiento que solo lucran con la necesidad de la gente.
Con machete en mano, palos y tubos, acciones propias del método los Pancho Villa, se apropiaron de nuestro espacio público de 24,000 metros cuadrados aproximadamente.
La fuerza y organización comunitaria no se dejó esperar acudimos de diferentes colonias Villa panamericana, Ajusco, Santa Úrsula Coapa y pueblo de Santa Úrsula. Y los adultos mayores de los ejidatarios.
A pesar de la presencia de la gente de este grupo, que eran aproximadamente 30 golpeadores y sicarios, empezaron a impedir la concentración y con amenazas exigían que nos retiráramos del lugar.
Las autoridades correspondientes se mantuvieron al margen, no hicieron nada cuando enrejaban la zona y agredían a la comunidad. También afectaban Ciudad Universitaria.
Lo extraño es que estas autoridades no sabían nada, llevaban desde el jueves metiendo material para construir.
Los invasores, al interior del terreno ya tenían material para construcción y colocaban ladrillos, rotoplas de agua, y sembraban árboles, que la delegación política distribuye para reforestación en la CDMX.
Todo lo anterior motivo la indignación de la comunidad y todos unidos decidimos cerrar calles y no permitir la entrada de más invasores dentro del espacio común.
Se registró un enfrentamiento de palabras, empujones, amenazas de golpes y hasta amenazas de muerte por parte de los invasores.
El delegado político Valentín Maldonado, al tener conocimiento que podría haber un enfrentamiento con resultados mortales, se presentó al lugar con personas de la demarcación.
Personal de la delegación, en lugar de apoyas a los habitantes de esa comunidad, los insultaron calificaron de revoltosos e inclusive los amenazaron con sufrir consecuencias más adelante por impedir la invasión.
La presión era mucha por parte de la comunidad, y el delegado político al ver que podía haber un resultado fatal, decidió sacara a las familias que se habían apoderado del espacio público.
Extrañamente las mismas autoridades delegacionales ya tenían todos los camiones para llevarles a su casa todo el material de construcción.
La comunidad demandará penalmente a los funcionarios de la delegación política de Coyoacán, quienes en lugar de impedir la invasión, se presentaron al lugar para amenazar a la comunidad. Se presume que funcionarios son lo que proporcionan información de los terrenos que pueden ser invadidos.