Derechos humanos capital Moneda cambio Mancera
Le doblaron las manos a los diputados, integrantes de la Comisión de Derechos Humanos de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF).
Miguel Ángel Mancera Espinosa, jefe de Gobierno de la Ciudad de México (GCDMX), terminó por dar la puñalada trapera a los integrantes de las Organizaciones de la Sociedad Civil al imponer a Mucio Israel Hernández, en lugar de Perla Gómez.
Mucio Israel Hernández, sería el mecenas de René Bejarano y la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), su bolsa de trabajo y caja chica tal como lo fue el INFO-DF y el INE-DF.
Mancera y Bejarano de alguna manera los une el hilo dorado del negocio de las inmobiliarias; uno trabaja para firmas extranjeras y nacionales y el otro para las del interés social cuya moneda de cambio son los votos.
Al brazo protector del jefe de gobierno en materia de derechos humanos, Perla Gómez Gallardo, le dio gangrena y lo tienen que amputar, la corrupción terminó con su aspiración para que sea ratificada.
Las respectivas denuncias en contra de la obudswoman integran carpetas de investigación, las que seguramente pasarán al ataúd del olvido.
La imposición del nuevo presidente de la CDHDF, que se creía era un órgano autónomo e independiente del gobierno en turno y que debería estar en favor de las organizaciones, perdió credibilidad.
El poder legislativo, supuestamente autónomo e independiente terminó por doblar las manos; nunca dio a conocer el método utilizado en el proceso de selección porque llegó la indicación de arriba, de Mancera.
Las organizaciones de la sociedad civil con peso específico callaron, aceptaron el mangoneo; aceptaron de nueva cuenta, muchos de sus dirigentes, posiciones de relleno y un sueldo a modo.
¿Y los derechos humanos de los capitalinos? Son la moneda de cambio del Jefe de Gobierno de la Ciudad de México.
¿Dónde están las organizaciones de la sociedad civil levantando la voz por los derechos humanos de los damnificados por los sismos del 19 de septiembre pasado; de los damnificados del sistema, de los marginados; todos esperan se desgrane la mazorca para llenar su canasta.