Normalización de violencia

El asesinato del periodista Gumaro Pérez, cometido con extrema crueldad en el estado de Veracruz, nos recuerda que el gobierno federal y las autoridades locales han sido incapaces de detener la ola de crímenes contra

comunicadores, que este año, según recuento de organismos civiles, ha cobrado la vida de 12 periodistas.

Según algunos de sus colegas, el periodista había sido amenazado y, en consecuencia, había solicitado su ingreso a un programa de protección.

La indignación que provoca este crimen ha tenido por respuesta, como ya se va haciendo costumbre, una apresurada declaración de autoridades locales que niegan vínculos entre el crimen y la actividad profesional del comunicador.

Para desgracia nuestra, también se va haciendo costumbre que la embajadora de Estados Unidos en nuestro país, Roberta Jacobson, exprese su indignación por este crimen y pida al gobierno garantizar la libertad de prensa.

Nos sumamos a la indignación de la representante diplomática, al tiempo que le recordamos que la violencia y la inseguridad en México están directamente relacionadas con la “guerra contra el narcotráfico” diseñada en Washington, el tráfico de armas de su país al nuestro y el consumo de drogas en Estados Unidos.

Estados Unidos debe ir más allá de expresar su indignación cada vez que un periodista es asesinado. Debe cambiar una política que ha demostrado su total fracaso y que provoca, día con día, dolor y zozobra en amplias regiones de México.

El asesinato del periodista veracruzano debe servir para refrendar que nos negamos rotundamente a “normalizar” la violencia y aceptar que, nuevamente, un crimen atroz como el cometido quede impune.