La inflación en México
En los primeros meses del año, la inflación continúa arriba del rango establecido por el Banco de Mexico y, en 2017: la inflación terminó en 6.77, casi el doble del rango máximo establecido por el Banco de México.
La inflación subyacente ha mantenido una trayectoria similar a la del inflación general, en diciembre del año pasado, cerró en 4.87%, en cambio, la inflación no subyacente, donde se encuentran los alimentos, su nivel sigue siendo muy elevado, en la primera quincena de marzo fue de 8.21%, dentro de esta se destaca el importante aumento de 9.03% que subieron los energéticos.
El gas LP se encareció 15.91%, la gasolina de bajo octanaje, es decir, la magna se encareció 11.20%, esta última ha seguido aumentando de precio, a pesar del subsidio ya de cerca del 50% del Impuesto Especial de Produccion y Servicios.
Asimismo, los precios de los productos agropecuarios se han seguido aumentando por arriba del 8%.
Mientras, la inflación general fue de 5.34 en febrero, el costo de la canasta básica aumentó 6.42% y el de los alimentos aumentó 7.62%, es decir, muy por encima de la inflación general.
Esta inflación es la que más impacta a la mayoría de la población.
El salario promedio de los asegurados ante el IMSS perdió, por ello, 3% de su poder adquisitivo en términos de la canasta básica, acumuló 1% adicional durante el primer bimestre de 2018 y esto indudablemente genera mayor pobreza.
En el informe del Banco de México correspondiente al cuarto trimestre del 2017 se mencionan algunos riesgos por los cuales se da la inflación: por una depreciación de la moneda, por los choques de los precios de los bienes agropecuarios y por el alza significativa de los precios de los energéticos.
Los salarios en México se han mantenido controlados muy a la baja, o sea, que no son la causa de la inflación, sino el aumento a los precios de los energéticos.
Sí el gobierno quiere arreglar este problema para la población, debería de limitar el aumento a los precios de los energéticos.