Autocuidado, mejor prevenir que después lamentar
El autocuidado es un aspecto imprescindible en el mantenimiento y cuidado de la salud, sugiere que los individuos por si mismos cubran con requisitos y acciones esenciales para la prevención de enfermedades y sean ellos mismos quienes valoren y evalúen el rendimiento de las mismas.
Dorothea Orem en su teoría del autocuidado fue una de las pioneras en la instauración de este modelo en la salud. Sin embargo, lograr que este aspecto se lleve a cabo en todos los individuos y comunidades es un objetivo que el personal sanitario aún no cumple y sigue trabajando para ello.
Este problema no solamente tiene una etiología biológica o de salubridad, sino que es el resultado de múltiples carencias sociales que amplían el problema. Entre estos aspectos podemos citar: “la falta de acceso a información confiable”, “déficit en el acceso de servicios básicos”, “centralización de los servicios de salud” y “falta de cultura de prevención”.
En zonas rurales el aspecto más influyente y determinante es el “déficit en el acceso de servicios básicos”. La falta de estos servicios se expresa en términos de pobreza. Pobreza entendida no solamente como una índole meramente económica, sino también como una carencia de información, carencia de recursos alimenticios de calidad, de acceso a la salud y con ello privación de información confiable.
En las zonas urbanas, caso contrario, tienen acceso a todos los servicios básicos, servicios de salud e información confiable, sin embargo, el aspecto crucial que más se expresa en esta población es la “falta de cultura de prevención”. Esta variante es en respuesta a un conjunto de aspectos culturales e ideológicos respecto al significado de salud y enfermedad.
Culturalmente a lo largo de los años la gran mayoría de las personas refiere acudir a servicios de salud solamente cuando manifiestan signos y síntomas de alguna enfermedad, pero no acuden cuando requieren una valoración con fines preventivos y/o de mantenimiento de la salud. Por consiguiente, la prestación de salud por parte de las instituciones gubernamentales ha consistido en un enfoque asistencial del daño, más no prevención del daño. En la Carta de Ottawa se abordó esta problemática para revertirla y redefinir el enfoque.
En conclusión, promover el autocuidado y una mejor cultura de prevención en aspectos económicos significaría una reducción en la demanda y prestación de servicios en un segundo o tercer nivel de atención para la salud (hospitales generales y de alta especialidad), de igual manera, mejoraría la calidad de vida de las personas y representaría una mejora en la salud y prevención de enfermedade.
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