San Romero de América, Profeta y Mártir de Verdad
Monseñor Oscar Arnulfo Romero sigue viviendo en su pueblo, como él lo profetizó, “Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño”, pero su presencia no sólo es eclesial, sino forma parte de la realidad de América Latina.
Su obra y testimonio han rebasado todas la fronteras humanas, políticas y geográficas que lo hacen un ser universal, que pertenece a toda la humanidad.
La vida, el pensamiento y la obra de Monseñor Romero se han convertido en verdadero sacramento de unidad y de solidaridad entre los pueblos del mundo.
Que San Romero resucite, no sólo en el pueblo salvadoreño, sino en todas las comunidades de México y Latinoamérica en donde las personas nos reunimos para trabajar por la justicia.
Vivimos hoy una crisis sistémica de derechos humanos en México y en varios países de América: las familias de miles de desaparecidos, asesinados, torturados y encarcelados claman por justicia, migrantes y desplazados por la violencia huyen de sus lugares de origen para salvar su vida y la de sus seres queridos, miles de mujeres son día a día asesinadas y violentadas por el sólo hecho de ser mujer, personas defensoras y comunicadores se encuentran reprimidos por decir la verdad, ancianos están abandonados, niños y jóvenes están viviendo en un contexto de violencia generalizada.
Nuestra madre tierra es violentada por los intereses económicos extractivistas.
Monseñor Romero en su contexto vivió la represión y la persecución, tal como lo sufrían las personas más comprometidas en la iglesia y la sociedad salvadoreña que clamaban por justicia.
Vivió el secuestro, la tortura, el exilio y el asesinato de varios de sus sacerdotes, religiosas, catequistas y laicos comprometidos.
En el contexto actual que vivimos en México es tan vigente su palabra, como lo parafraseó jTatic Samuel:
“De nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre; de nada sirven los cambios de banderas, de partidos en el poder, de supuestas elecciones democráticas, si estos cambios sólo sirven para perpetuar este sistema de muerte, de nada sirven gobiernos emanados de la oposición, si no combaten a fondo esa violencia estructural que proviene de los mismos potentados económicos y de las mismas instancias gubernamentales y militares que se han perpetuado en el poder ”.
Monseñor Romero fue asesinado el 24 de marzo de 1980, es un mártir de la Verdad, de la justicia y de la opción por los pobres.
San Romero de América nos invita a “interesarnos por la pobreza de nuestro pueblo como si fuera nuestra propia familia”, es un proceso personal de conversión, de solidaridad y de una clara opción por los pobres, por la justicia y la Verdad.
“Una Verdad que, para hacernos mujeres y hombres verdaderamente libres, tiene que encarnarse y tiene que actualizarse en la realidad concreta de cada pueblo, de cada comunidad.
La verdad está esclavizada bajo los intereses de la riqueza y el poder. Oscar Arnulfo Romer