Morena, un Frankenstein descompuesto
El primero de julio, México entró a una peligrosa espiral de zozobra de seguridad nacional, y ahora que en el pasado reciente quienes fungían ser oposición del sistema, dieron un giro de 180 grados no para beneficio de la nación, sino se teme que será el enriquecedor detonante de la crispación que vive la sociedad desde las sedes parlamentarias.
El fenómeno que se construyó en la víspera de ese histórico primero de julio para aborrecer a la Mafia del Poder que tanto atacó Andrés Manuel López Obrador, entre la vox populi se vincula la idea que el tabasqueño, además de fungir como el próximo y difuso Jefe de la Mafia del Poder desde Palacio Nacional, tendrá una chachalaquera sinergia de odio y rencor que envolverá a una mayor crispación social. Delineará una nueva “táctica operativa”, desarticulando los ya perdidos valores éticos para reimpulsar un diseño de mayor degeneración.
Paradójicamente, los 32 millones de mexicanos que brindaron su voto a favor de López Obrador, comienzan a sentir un desdén en contra del “caudillo de papel”, cuya genética la sufrirá en carme propia el mismísimo famoso Peje, debido a sus explosivas y arrogantes ocurrencia que son criticables por donde se le analice, y que no son muy aptas para quien aspira a ser un Estadista ortodoxo, sino un dogmático en ciernes.
El Congreso de la Unión está contaminado políticamente porque aun cuando la mayoría la posee quienes fueron candidatos por el Movimiento Regeneración Nacional, pese a su aplastante y avasallante fracción parlamentaria en el Palacio Legislativo de San Lázaro, tendrán a su lado una oposición inteligente y reflexiva –PRI, PAN, PRD-, y no como el mal que siempre representaron esa izquierda irreflexiva, que caracterizan a los morenistas indeliberados, donde –como se dice coloquialmente -, hay “de chile, dulce y de manteca”.
La génesis pejistas es de incredulidad, y entre esa nula imagen “de chile, dulce y de manteca”, el Congreso no tendrá paz porque entre los mismos morenos se siguen peleando cuan “gatos y perros” con mecanismos que ni el mismo presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, el ex priista Porfirio Muñoz Ledo, ha podido poner orden institucional.
Y entre esa tónica del “de chile, dulce y de manteca”, seguirá siendo un modelo genético que implantó el político tabasqueño en su industria de la inconformidad, porque habrá sectores que se sentirán contaminados políticamente, pese a que entre ellos mismos, presumen que “no vamos a dejar al grupo dividido, vamos a buscar que el Grupo, con todo y las diferencias que se pueden tener, el Grupo siga caminando como hasta ahorita”, diría Ernestina Godoy, lideresa morenista en el Primer Congreso de la Ciudad de México.
Pero la eventualidad oscurantista de los morenistas no termina ahí, ya que si bien es cierto que los grupúsculos del Peje han construido a su Frankenstein descompuesto en el Congreso federal y local, seguirá teniendo efectos de confusión por muy innovadores que tracen ante la opinión pública, como es el hecho del Plan de Paz y Seguridad que presentó el equipo de transición del Presidente electo Andrés Manuel López Obrador, ante el avance desenfrenado del crimen organizado que ha creado un gobierno de facto paralelo a los constitucionales.
Las diatribas en contra del Peje Presidente están a la orden del día, toda vez que el dirigente nacional panista, Marko Cortés, criticó al presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, por su Plan de Seguridad, el cual otorga funciones de seguridad pública al Ejército. Dijo que el tabasqueño “incumple su promesa” de retirar las Fuerzas Armadas de las calles.
“Militarizar al país como única salida contra la inseguridad va en contra de la Constitución y los derechos humanos; el deber del Estado es contar con cuerpos policiacos confiables, capaces y respetables. Coincidimos plenamente en la necesidad de garantizar la seguridad y tranquilidad del país; la propuesta de López Obrador abandona completamente la vía civil y opta por una propuesta militar”, arremetió.
Lo que se podría denominar las ocurrencias constitucionales podrían establecerse como “una nueva forma de hacer gobierno”, que en realidad no es la panacea ya que sería un burdo refrito de anteriores sexenios, como el actual peñista, que nunca retiró a las fuerzas armadas de las calles y avenidas de todo el país.
De hecho, si se mantiene este modelo, el país seguirá viviendo un alegórico Estado de Sitio, ya que como lo dice el señor Marko, el Peje Presidente “proponer liberar el consumo de drogas, militarizar al país, subordinar a policías municipales y estatales a los coordinadores territoriales, establecer una centralización absoluta en las tareas de seguridad y negociar con la delincuencia pueden resultar en un enorme riesgo”, alertó.
Sobre la conformación de la Guardia Nacional, Cortés explicó que se trata de “una contradicción más del presidente electo”, pues la labor de las Fuerzas Armadas debe ser de forma “subsidiaria y temporal”.
Lo dicho por Marko es un acierto de lo que se avecina en todo el país, mayor zozobra en materia de seguridad, la gente no podrá transitar con seguridad ya que a cada instante se dan a conocer noticias de ajustes de cuentas y, lo peor, víctimas inocentes que no tienen nada que ver con el crimen organizado.
Ese es el panorama que presenta el Frankenstein descompuesto de Morena y su Presidente Electo que se halla en el limbo de una futura renuncia anunciada si materialmente el Congreso hiciera respetar el marco de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, fuera de todo vestigio de colores y sin sabores políticos, por su irrefutable incapacidad para gobernar a toda una nación.