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El que calla otorga


En sus soliloquios mañaneros con representantes de la prensa, un reportero le preguntó de forma directa, pero muy respetuosa a Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, si se consideraba “un peligro para México”.

Y por lógica –como desde siempre ha incurrido en este tipo de sucesos-, eludió la pregunta, sesgó el cuestionamiento y se salió por la tangente, con el supuesto combate frontal con la corrupción.

Y como dice el dicho: “El que calla, otorga”, en esa tesitura, se reafirma ese devenir de que López Obrador, con la tormenta de críticas que se desató antes, durante y después, en la definición de sus primeros 100 días de gobierno, los cuales han sido todo un desastre -según la vox populi-, López Obrador, no solo es un peligro para México, sino un portentoso peligro para México.

Los Torquemada de Palacio Nacional que controlan las ciencias de la comunicación, por no decir, la mordaza en contra de reporteros incómodos para no atacar a la figura presidencial, le fue prácticamente arrebatado el micrófono para que ya no insistiera si López Obrador se consideraba un peligro para México.

El monólogo presidencial se mantuvo con el ataque frontal en contra de los corruptos, pero en ningún momento, Andrés Manuel hizo mención a la observación de ese periodista incómodo -que luce moño con fina estampa-, en este tipo de encuentros de la prensa con el Jefe del Ejecutivo federal.

Sutilmente, el hecho pasó al anecdotario, por lo que los soliloquios mañaneros han sido cuantitativos en relación al síndrome del yoyismo presidencial y su estrategia de proteger a todos esos corruptos a los que les extendió impunidad con la supuesta aplicación de la amnistía, y que dolorosamente despachan hoy desde el Poder Legislativo.

La izquierda presidencial está rodeada de declarados y pasmosos delincuentes con poder, quienes al caer de pie para engrosar las filas de la nueva mafia del poder presidencial, Palacio Nacional está convertido, hoy en día, en el sosiego Cartel del Centro Histórico de la Ciudad de México.

Los manipuladores tienen la habilidad de sembrar ante la sociedad el sentimiento de culpa, pretenden chantajear al mentir de forma descarada. La sociedad tropieza cuando ese tipo de personas desean u ordenan aún si para eso debemos ir más allá de lo que nos es confortable, como si nuestra voluntad no existiera. En algunas ocasiones este juego puede durar años, envenenando la vida de quienes ha manipulado.

Para defenderte de este tipo de personas, la redes sociales aportan algunas “leyes de seguridad“, que fueron diseñadas por expertos en estrategias de comunicación:

Recuerda tus derechos inalienables

  • Tienes derecho a ser respetado por otras personas.

  • Tienes derecho a expresar tus emociones, opiniones y deseos.

  • Tienes derecho a establecer tus prioridades.

  • Tienes derecho a decir: No, sin sentirte culpable.

  • Tienes derecho a recibir eso, por lo que has pagado.

  • Tienes derecho a expresar tus puntos de vista aunque sean diferentes de aquellos de los demás.

  • Tienes derecho a protegerte de amenazas físicas, morales y emocionales.

  • Tienes derecho a construir tu vida de acuerdo a tu propio concepto de felicidad.

Esas son los límites de tu espacio personal. Por supuesto, los manipuladores son tremendos infractores de nuestros límites, que no respetan y no reconocen nuestros derechos. Pero sólo nosotros mismos, y nadie más somos responsables por nuestras propias vidas.

Durante la comunicación –como es el caso del presidente López-, un manipulador cambiará constantemente su máscara: con una persona puede ser extremadamente educado mientras que con otro puede reaccionar con gran violencia y rudeza. En una situación se hará pasar por alguien indefenso mientras que en el otro dejará ver su lado agresivo. Si has notado que el carácter de alguien tiende a reflejar este tipo de extremos lo mejor que puedes hacer es guardar una distancia prudente de esa persona y no relacionarte con él o ella a menos que sea absolutamente necesario.

Lo más común es que las razones de un comportamiento así sean complejas y tengan sus raíces en la infancia. Corregir, educar o salvar al manipulador no es problema tuyo.

La tarea de un manipulador es jugar con tus debilidades. No es sorprendente que en presencia de alguien así empieces a sentir tu “incapacidad” e incluso intentes culparte por no obedecer las órdenes de esa persona. Identifica esas emociones y recuerda que el problema no está en ti. Están tratando de manipularte para hacer que sientas que no eres suficientemente bueno y por eso deberías estar dispuesto a subordinarte a la voluntad de alguien más, incluso renunciando así a tus propios derechos. Analiza tu relación con un manipulador respondiendo mentalmente las siguientes preguntas:

¿Esta persona me demuestra un verdadero respeto?

¿Qué tan bien fundamentadas están sus expectativas y peticiones?

¿Qué tan equilibrada es la relación? ¿Quizá sea uno de los dos quien se esfuerza mientras el otro sólo recibe los beneficios?

¿Me impide esta relación tener un buen trato conmigo mismo?

Las respuestas a estas preguntas te ayudarán a entender de quién es el problema, si está en ti o en la otra persona.

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