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Agravio de Rafael Guerra Álvarez. Muros invisibles


Lo que se ve en público, se juzga, y deja ver el Talón de Aquiles de aquellos que tienen poder.

Pareciera ser que entre los justicieros constitucionalistas existe la pulcritud intacta, diáfana y hasta podríamos presumir, medularmente impoluta. Pero no lo es. Son humanos y comenten hasta pifias imperdonables.

Al doctor en derecho penal Rafael Guerra Álvarez “se le resbalaron otra vez las patas” al incurrir en una extraordinario descortesía cuyo agravio fue en contra de uno de los personajes jurídicos que poseen una alta investidura y representante de México ante el Derecho Internacional, Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot

El martes 30 de abril (2019), el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México celebró la entrega de la presea Ignacio Manuel Altamirano, en su versión 2017, otorgando tan notable distinción al doctor Eduardo Ferrer Mac-Gregor, integrante del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, y a la Comisión Unidos Contra la Trata que encabeza la infatigable defensora social Rosi Orozco, quien ha sido una de las mujeres que le ha declarado abiertamente la guerra a la trata de personas.

En su calidad de presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, ha tenido un notable defecto en la dicción de sus discursos pues atropella y barre las palabras cuando su parafraseo se escucha horroroso, y no se diga, cuando divaga en ideas que improvisa y se pierde en maraña doctrinales

En comparación a sus antecesores Álvaro Augusto Pérez Juárez y Édgar Elías Azar, quienes poseen una escuela política que conjugada con el acervo jurídico, los connota de ser juristas de abolengo, que si bien para el guerrerense “son papitas” usa el estrado con toda diplomacia y rectitud al leer o descifrar el talento de sus discursos, es un nato maestro de la oratoria sin el defecto a equivocaciones, porque como lo confesó alguna vez a este reportero, “me encanta la exactitud”.

Tal podría ser un “nuevo estilo protocolario”, pero el agravio de Rafael Guerra --en un acto solemne ante el Pleno de Magistrados, de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum; y del presidente de la Mesa Directiva del Congreso local, José de Jesús Martín del Campo--, se traduce porque en la entrega de la medalla Ignacio Manuel Altamirano, eludió materialmente enaltecer el currículo del doctor Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot, convirtiéndose en un nigromante al predecir que será en el futuro un ente que va sembrando legado de prestigio en el escenario del sistema de justicia continental.

Es decir, la descortesía se centra en que el doctor Guerra omitió el currículum de los ganadores de la Presea Ignacio Manuel Altamirano, principalmente el de del presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Doctor Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot. “Tal parecía que el personaje festejando era la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Doctora Claudia Sheinbaum”, quien mostró una mueca de incomodidad ante la regia figura del homenajeado, acusaron abogados.

En resumen, fue una abierta e imperdonable descortesía del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, al Presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a quien ni siquiera le hicieron alusión de su extensa y paradigmática trayectoria profesional; “una descortesía para los homenajeados y para el público asistente”, precisaron.

Pero para el magistrado presidente Rafael Guerra Álvarez, es de poca importancia cumplir con este tipo de protocolos, aunque en su alocución describiera: “Quisiera cerrar este mensaje con una invitación al futuro.

“Invitarlos a pensar en el legado que ustedes dejarán a la humanidad. Y, sobre todo, quiero que piensen en el significado de su legado.

“Quisiera invitarlos a pensar qué premiaría una presea que llevara su nombre, distinguidos invitados.

“Quiero invitarlos a responderse esa pregunta todos los días de su vida.

“¿Qué premiaría la medalla Eduardo Ferrer Mac-Gregor?

“¿Qué premiaría la presea Rosi Orozco?

“¿Qué premiaría el trofeo Pedro Salazar Ugarte?

“¿Qué distinción celebraría la presea José de Jesús Martín del Campo o la medalla Claudia Sheinbaum?

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“Hoy nos reunimos para festejar la conquista de grandes aspiraciones humanas, pero aún queda tanto por lograr.

“Los cauces de la justicia son infinitos: justicia penal, justicia civil, justicia social, justicia política, justicia legal, justicia divina (¿?), justicia moral… la aspiración humana más alta sólo puede alcanzarse por el trabajo de todas sus generaciones.

“Así que hoy, hago votos por el significado de su legado hacia el futuro y las vidas que cambiarán en el presente.

“En este marco, desplegó la relevancia del trabajo del galardonado que va dejando huella en tres materias: el derecho a la verdad como derecho autónomo, especialmente en desapariciones forzadas; la concepción de la pobreza estructural como una forma de discriminación; y en la conciencia sobre la justiciabilidad directa de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, y en especial los derechos a la salud, al trabajo, a la vivienda y al medio ambiente sano”, puntualizaría.

Muros invisibles

Pobreza, desigualdad, inequidad y exclusión social son los muros invisibles que separan a nuestra sociedad, reconoció el doctor Eduardo Ferrer MacGregor Poisot, presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el marco de la entrega de la Presea Ignacio Manuel Altamirano del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México.

En su intervención de agradecimiento, se congratuló de recibir de parte del Poder Judicial de la capital de la República Mexicana, la presea, pues dijo, “no puede haber mayor reconocimiento para un Juez en funciones que recibir una distinción por los propios juzgadores, y en esta ocasión recibirla del propio Presidente del Tribunal”.

Reveló que los retos que se tienen en la región Interamericana son complejos, variados y de hondo impacto; “pobreza, desigualdad, inequidad y exclusión social son los muros invisibles que separan a nuestra sociedad, estos son los verdaderos muros que se tenemos que derribar para alcanzar el desarrollo, la democracia y la paz”, subrayó.

Ante los magistrados de la Ciudad de México, Ferrer Mac-Gregor instó a juezas y jueces a cuestionar el rol y la función social de los juzgadores y el Poder Judicial para coadyuvar en el fortalecimiento de las democracias; al tiempo que puntualizó, “es necesario tener una conciencia del entorno para superar los desafíos en materia de Derechos Humanos”.

Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot, nació en la ciudad fronteriza de Tijuana, Baja California, el 18 de junio de 1968, es un jurista, académico y profesor mexicano, miembro del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos con sede en San José (Costa Rica),​ actualmente presidente de dicho tribunal internacional.

Es el tercer juez de nacionalidad mexicana en ocupar dicho cargo, después de los juristas Héctor Fix-Zamudio y Sergio García Ramírez.​

En su semblanza, el doctor Eduardo Ferrer se tituló como abogado por la Universidad Autónoma de Baja California (generación 1987-1991) obteniendo el premio al “Mérito Escolar” (excelencia académica) y la medalla “Diario de México” como el mejor promedio de su generación (9.9).

Doctor en Derecho por la Universidad de Navarra, España (1994-97) con la tesis “La acción constitucional de amparo en México y España” (cum laude por unanimidad); con estudios de derechos humanos en el Institut International des Droits de l’Homme (IIDH), Estrasburgo, Francia (1997). Doctor honoris causa por la Universidad Autónoma de Baja California (2015).

Es investigador titular por oposición en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM e investigador nivel III del Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.

Ha realizado estancias de investigación y docencia en el Instituto Max Planck de Derecho Público Comparado y Derecho Internacional (Heidelberg, Alemania); en el Centro de Derechos Humanos de la Escuela de Derecho de la Universidad de Stanford (EUA); y en las Escuelas de Derecho de la Universidad de Puerto Rico (EUA) y de la Universidad de Notre Dame (EUA).

Profesor titular por oposición de la asignatura Derecho Procesal Constitucional en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde también ha impartido las materias Derechos Humanos, Derecho Constitucional y Juicio de Amparo. Profesor del Instituto Interamericano de Derechos Humanos (San José (Costa Rica), Costa Rica) y de la Academia de Derechos Humanos y Derecho Humanitario, de la American University College of Law (Washington, D.C.).​

Ocupó diversos cargos en el Poder Judicial de la Federación especialmente en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Miembro de la Junta Directiva del Instituto Federal de Defensoría Pública, designado por el Pleno del Consejo de la Judicatura Federal para dos periodos consecutivos (2011-17).

Fue juez ad hoc de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el Caso Cabrera García y Montiel Flores Vs. México (2009-10).​Electo juez titular de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en 2012 durante el 42ª periodo ordinario de sesiones de la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA) celebrada.

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