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Nula percepción AMLO todos “mafias del poder neoliberal”


Allá por el año 1999, este reportero descubrió que un paisanito venido a menos que se identificaba como uno de los bribones, saqueadores y salteadores de caminos, así como de pozos petroleros, observó que su carrera delictiva le era bastante productiva la cual le duró más de 20 años.

Su afán era alcanzar el sueño dorado de ser presidente de México y lo logró con base a sus engaños sistemáticos que hoy en día repercuten en el desarrollo nacional, con el cierre de muchas empresas y el despido de millones de trabajadores que hoy se encuentran sin trabajo, por el equivocado programa económico de austeridad.

En aquella época la Agencia de Noticias del Estado Mexicano, Notimex, ejercía un periodismo de competición con los medios de comunicación, e incluso era guía de la noticia por su amplia cobertura que tenía a nivel nacional e internacional, hoy su credibilidad está en quiebra por las malas y pésimas decisiones de su directiva que encabeza la sedicente periodista Sanjuana Martínez.

En las postrimerías del siglo pasado con el recibimiento del nuevo milenio, López Obrador siempre arrastró la beligerancia de confundir a todo mundo de pertenecer a la supuesta Mafia del Poder Neoliberal, y más tratándose de los reporteros que no comulgan con su desastrosa doctrina comunistoide socialista.

Entre lo que fue “muerte, juicio, infierno o gloria” en la transición cíclica de estos tiempos contemporáneos del nuevo milenio, López Obrador se ha mostrado de ser un demagogo charlatán que cuando fue dirigente del Revolucionario Institucional en el estado de Tabasco, hasta un himno le compuso a ese instituto político, el cual le brindó cobijo pero sus traiciones le permitieron que lo expulsaran de por vida del partido de Insurgentes.

A finales del siglo pasado, López Obrador buscaba los reflectores de la prensa nacional, y tocó el turno a este reportero para poder entrevistarlo, pero ¡ohhhh!, sorpresa, se negó a que fuera consultado sobre su vida política y en respuesta increpó a quien platicaba con él, acusándolo de todo, que por ser reportero de Notimex formaba parte de la Mafia del Poder, y un largo etcétera de su terca inseguridad.

Frente a este complejo comportamiento del tabasqueño, de inmediato se le espetó y para contrarrestar su enredo que hizo del caso, solo se le preguntó que si estaba con esa idea de acusar sin fundamentos a los periodistas, entonces lo único que se le cuestionó cuál fue el motivo de haber asesinado a su hermano Ramón López Obrador, a quien le asestó un tremendo balazo en la cabeza en uno de los negocios de su señor padre.

Andrés Manuel respondió iracundo, se negó a tratar al reportero que de algún modo lo sacó de quicio en una tarde en la vieja casona de Xicoténcatl, ahora museo del Senado de la República, donde se registraron los debates parlamentarios más históricos de la nación.

El tabasqueño acudía cada quincena para entrevistarse con el entonces senador tabasqueño Auldárico Jerónimo Hernández, quien tenía un convenio de ayuda económica de 50 mil pesos, cantidad que se la entregaba en cheque que finalmente cobraba en la institución bancaria que se insertaba en las mismas instalaciones de la Cámara Alta.

Es decir, López Obrador acudía por su cuota quincenal que luego desmentiría aduciendo que eran contribuciones del “Señor Senador Auldárico” para su movimiento político-social.

Así que pensar que el ahora presidente de la República haya sido honesto consigo mismo, es una olímpica falsedad, sino todo lo contrario, siempre chantajeaba a los agentes políticos del poder, como también lo hizo con el presidente Carlos Salinas de Gortari a quien le birlaba millonarias cantidades en pesos mexicanos y dólares que le entregaba el entonces regente Manuel Camacho Solís, hoy fallecido, para calmarlo y evitar sus “éxodos por la Democracia”.

Así que no venga con el cuento Andrés Manuel que no extendía su mano para que le salpicaran sus cañonazos de a 50 mil, como lo calificara en su época el presidente Álvaro Obregón

“Nadie resiste un cañonazo de cincuenta mil pesos”, decía el manco Obregón, sumándose otras frases célebres del político sonorense: "No cabe duda que la mala suerte existe, sólo que Dios la desparrama entre los pendejos".

O bien, la del dictador Porfirio Díaz Mori: "Ese pollo quiere maíz", y unos sexenios ya idos cuando José López Portillo le advertía a un director de un periódico de circulación nacional: "No te pago para que me pegues".



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