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Polo Uscanga nunca aceptó dádivas a prostituir justicia


La Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A. C., recordó a un gran jurista, un luchador incansable contra la corrupción, viniere de donde viniere, un togado que con su actuación honró a la procuración e impartición de justicia, un Magistrado que le dio lustre a los nombres de la Procuraduría General de Justicia del entonces Distrito Federal y del Tribunal Superior de Justicia de la capital de la República.

Se trata de Don Abraham Polo Uscanga, dijo el presidente de esta erudita institución, Alberto Woolrich Ortiz, quien detalla: “Era de tal verticalidad y rigidez, que jamás se sometió a órdenes inconducentes, improcedentes o arbitrarias; tampoco aceptó implicar a inocentes como responsables de conductas delictivas no cometidas, nunca pero nunca aceptó dádivas para prostituir a la justicia”.

El jurista Polo Uscanga, abatido por balas asesinas el 19 de junio de 1995 en su despacho de Insurgentes Sur 300, colonia Roma, fue un Agente del Ministerio Público del Fuero Común en la Procuraduría y también Magistrado del Tribunal Superior de Justicia, conocedor de las entrañas de la Garante de la Sociedad y de los Supremos de probidad en la materia.

Su elevado e incorruptible espíritu de justicia lo condujo a la muerte, lamentó el prestigiado abogado penalista Woolrich, de quien, aseguró, “aún llevo la vigencia de su memoria, cuando el Magistrado Uscanga denunció pública y virilmente diversos actos de corrupción cometidos en las más altas esferas de la procuración e impartición de justicia”. Su forzada desaparición se equipara a un Crimen de Estado, según advierten diputados tanto del Poder Legislativo como en el Judicial, ambos local y federal.

Honró –prosiguió Woolrich- con su especialidad en Derecho Penal a la justicia mexicana, en las investigaciones realizadas bajo su encomienda; todavía se conserva la fuerza de su talento y de sus enormes conocimientos jurídicos como investigador de eventos delictivos; supo percibir la impronta en cualquier delito tipificado por el Código Penal, a diferencia de muchos funcionarios actuales, adscritos a la esfera de procuración de justicia.

De muy joven –rememoró- ingresó a la Procuraduría de Justicia del Distrito y Territorios Federales, donde destacó de inmediato por su incansable y enorme capacidad de trabajo. “Ahí en esa nuestra casa profesional, fue donde tuve el privilegio de conocerlo”, recordó el jurista Woolrich.

Añadió: Fue distinguido integrante de una generación irrepetible de excelentes abogados y grandes policías, insobornables todos ellos, entre los que cabe recordar a Dionisio Vera Casanova, Fernando Ortiz de La Peña, Francisco Hernández Vázquez, Fernando Ochoa Buenrostro, Rodolfo Sosa Larrañaga, Juan Verniz W., Jorge Arizpe Monroy, Miguel Martínez y Torres, Francisco Guillén Bribiesca, Silvia Puente, Gladis María Cristina, Guillermina Contreras, Lilia Poiré Patiño, Irma García Andrade, Humberto Muñoz Cano.

De igual forma, los abogados Jaime Villafuerte, Óscar Caso Villa, Alfredo Herrera, Juan Manuel Medina, Guillermo Pliego Montes, Ignacio Cárdenas, Jorge Molet Coutiño, Fernando Narváez Angulo, Abraham Araujo, Ignacio Figueroa, Enrique Cantú, Enrique Cocina, María Antonieta Dueñas, Arturo Gil Ramírez, Héctor Pliego Tiana.

Rafael Martínez Treviño, Humberto Pulido, Teófilo Neme, Gustavo Malo Camacho, Luis Octavio Porte Petit, Rutilo Solís, Estela Cadena, Rubén Gallegos Vizcarro, José Luis Alier, Eduardo Toledo, Jorge Dzib, Eduardo Ojeda, Antonio Botello, Heliodoro Alfaro, Rubén Ruiz, Arturo Pacheco, Eduardo Colo Patiño, Carlos Téllez, Genaro de la Mora, los Hermanos Islas Rueda.

Agustín Ordorica, Enrique Cleren, Alfredo Eichmman, Raymundo López Guazo, Héctor Martínez Cabañas, Adrián Verniz, y tantos y cuantos más, todos ellos insobornables, subrayó.

“Generación de togas y uniformes policiacos irrepetibles que formaron parte del acervo cultural e intelectual de lo que hasta ahora se conoce como la ‘época de oro’ de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal”.

Abraham Polo Uscanga –subrayó- se enfrentó a la corrupción de quienes pretendían dañar la imagen de la justicia y eso lo condujo a su muerte. “Todavía recuerdo con unción la plática que sostuvimos en Sanborns, localizado en la avenida Insurgentes Sur y Aguascalientes, el sábado anterior al de su muerte…

“En ella, tocamos el trepidante tema de la corrupción que daba inicio a la época del neoliberalismo. Con angustia, me relató el saber que lo iban a matar, así como quién lo había amenazado de muerte para que se silenciara y no involucrara a su ‘jefe’ en las denuncias que estaban formulando ante la opinión pública”.

Como si fuese ayer, al abogado Alberto Woolrich lleva aún en su mente esos últimos días en que su amigo estaba ya sentenciado por la Mafia del Poder a muerte. Abraham tuvo méritos relevantes como investigador en materia penal, evoco aquí y ahora…, esa última plática…

En ella, consideró que la vida lo introdujo al Derecho Penal por veredas y caminos nada tranquilos. “Sostengo y seguiré sosteniendo una lucha incesante contra la corrupción, mientras permanezca en vida”, resonó Woolrich con profunda honda desesperanzadora que se desvanece en el aire, consolidándose sin embargo, el legado del Emérito Magistrado Abraham Polo Uscanga.

Mucho podría decir de este enorme personaje jurídico –puntualizó- lamentablemente su muerte sigue impune. Sin embargo, a poco menos de cumplirse 25 años de su trágica muerte, Woolrich prefirió recordar a su colega y amigo “para honrar la memoria de un hombre incorruptible, docto, eficaz y cuyo crimen aún a la fecha sigue sin aclarar”.

Vaya en su recuerdo –puntualizó Woolrich- el converso de Antonio Machado, (“Daba el reloj las doce…”) con la intención de rememorar el legado del desaparecido jurisconsulto Abraham Polo Uscanga, cuyos restos yacen en humilde cripta del Panteón Jardín, localizado al sur de la Ciudad de México:

Daba el reloj las doce, y eran doce… Golpes de azada en tierra… …¡Mi hora! -grité-… …El silencio, me respondió: -No temas; Tú no verás caer la última gota… Que en la clepsidra tiembla… Dormirás muchas horas…Todavía sobre la orilla vieja…Y encontrarás una mañana pura… Amarrada tu barca a otra ribera…

De tal suerte, el viernes 19 de junio se cumplirán 25 años de la desaparición del ilustre Magistrado Abraham Polo Uscanga (18 de agosto de 1935, Soledad de Doblado, Veracruz-19 de junio de 1995, Ciudad de México), que, para ello, ex trabajadores del volante de la extinta central camionera urbana Ruta 100, conmemorarán -como lo han hecho a través de los años-, un aniversario luctuoso más al pie de su sepulcro que lo custodia mediano crucifico, adornado con una inconfundible alfombra natural de pasto verde, protegidos bajo la sombra de vetustos árboles y el manto de un cielo azul, que hacia el horizonte se observa el panorama infraestructural de la capital de la República.



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