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Tufo religioso de AMLO


Durante poco más de dos décadas, el sarraceno-político tabasqueño Andrés Manuel López Obrador llevó a cabo una campaña política a base de mentiras “piadosas y caritativas”, de promesas fantasiosas y falaces, y con mensajes luciferinos al más alto nivel del tufo religioso.

Se le hizo costumbre culpar a otros de sus tonterías, y tomó rienda suelta a los consejos de Umberto Eco quien describe la existencia de una Legión de Idiotas, en la que, para la vox populi experimentada, coincide que López es un vicario de la hermandad de la Oclocracia, fenómeno social que aglutina el rencor y la ignorancia.

Ni cristiano ni guadalupano, López siempre ha sido un sectario, refugiado en las más pestilentes cloacas de la masonería donde se practica el terror político, el terror mercenario y el terror de los alquimistas en medio de una agonía colosal.

Los 30 millones que votaron a favor de este tabasqueño satánico ya están hartos de sus estupideces, y vienen sentenciando desde hace 17 meses “¡al carajo con la revocación de mandato, AMLO debe renunciar!”, que sería la capitulación de un gobierno que atentó contra las libertades de los mexicanos, y que pese a todos los esfuerzos, este político diabólico vestido de merino, se niega a escucharlos.

Pero esa, la tan esperada recapitulación, estaría encuadrada en un marco histórico porque López, si mal ha tendido la maña de compararse con el prócer de la democracia Francisco I. Madero, el pueblo en general le cobrará las facturas con una rendición de cuentas, el sometimiento de la voluntad del pueblo, ser víctima de la derrota por observar que su gobierno estuvo sujeto a la sumisión tanto del poder del Tío Sam como del narcotráfico. La humillación será dramática y su destierro del país sin dejar camarillas hereditarias.

López se ha apartado de los siete consejos que debe haber por cada bocado en cualquier circunstancia política o religiosa, que para el político de marras –un cuatrero que se hizo del poder con base a la idiotez de sus seguidores-, ha sido la peor vergüenza que haya vivido México.

Es decir, un “candidato” que llegó al poder sin tener la suficiente sabiduría, el entendimiento, los consejos, la fortaleza, el conocimiento, la piedad, pero dejando una estela de grandes temores. Emite mentiras sin freno alguno hasta tratar de hacerlas “verdad”, cuan ficticia Ley Templaria.

Ahora tiene como base, culpar al pasado y denostar a quienes se atrevan a criticarlo por su supina ignorancia o por las frecuentes chuscadas o de sus cotidianas equivocaciones, sandeces, y de sus crímenes ocultos cometidos en su ya lejana juventud.

Hoy, ya entronizado como presidente de los Estados Unidos Mexicanos, no puede despojarse de esa nefasta costumbre de mentir, de traicionar y de robar, cuan priista recalcitrante del pasado al cual perteneció, y pertenece porque actúa como priista renegado.

Tiene nuevos villanos: los conservadores y los neoliberales, pervive con la obsesión de culpar de todo a gobiernos anteriores, y en especial al de Felipe Calderón.

El presidente, con su mentalidad mostrenca, dañada desde su ya lejana adolescencia a consecuencia de un drama familiar, revela una situación que no le permite ajustarse a la realidad.

Desde el púlpito mañanero, el Peje inventa “golpes de estado”, y “complós”; denuncia que existen grupos que lo quieren tumbar del trono, que no quieren que gobierne, que desean que le vaya mal.

Además, tiene una profunda aversión hacia las mujeres, como lo señaló con indiferencia por las muestras de poder que exhibieron las féminas con la megamarcha del domingo 8 y el paro nacional del lunes 9, bajo el slogan: El Nueve Nadie se Mueve. Como ya se esperaba, ambos casos fueron minimizados por al zafio y misógino tabasqueño.

Para ocultar su gran incapacidad para gobernar, se orienta a culpar a los fifís o a la oposición, a los grupos de derecha, a la supuesta prensa “chayotera” y “vendida”, cuando López y su cofradía, entrega embutes a discreción a los más habilidosos reporteros que acuden a sus mañaneras, siendo serviles y calificados amanuenses.

El presidente pretende acumular (y lo está logrando) todo el poder político y económico en su persona y para ello cuenta con mayoría de legisladores de Morena, lo que permite controlar el Poder Legislativo y trata de vulnerar la independencia del Poder Judicial, debido a que tiene a su favor varios magistrados a modo (o de consigna), que obedecen sus “orientaciones” y/o “instrucciones”, así como a la Comisión Nacional de los Derechos humanos, que por ahora preside María del Rosario Piedra Ibarra, hija de la obstinada luchadora social, Rosario Ibarra viuda de Piedra.

La cuestionada Ombuds Person de la CNDH arrastra un negro historial. La señora Piedra Ibarra es viuda del guerrillero Germán Segovia Escobedo, que fue miembro de la “Liga Comunistas Armados”, autor intelectual y material del secuestro del vuelo 705 de Mexicana de Aviación, el 7 de noviembre de 1972, que cubría la ruta Monterrey-Distrito Federal.

En la nave viajaban los hijos del entonces gobernador interino de Nuevo León, Luis Marcelino Farías; el empresario regiomontano Dionisio Garza Sada; el cónsul general de Estados Unidos en Monterrey, Wesley Parsons y su asistente, así como el Ingeniero Jaime Lomelín Guillén funcionario de Industrias Peñoles, entre otros personajes.

Su hermano fue Jesús Piedra Ibarra, perteneció a la Liga 23 de Septiembre, fue muerto a tiros y desaparecido en un intercambio de balazos en Monterrey, en un intento por secuestrar al magnate Eugenio Garza Sada, quien murió en la balacera.

Doña Rosario Piedra, además es miembro de “número” del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) e incondicional de AMLO, también conocido como El Peje y en fecha reciente como el KK`s, esa circunstancia le impide aplicar recomendaciones con plena independencia, en lo que fue la otrora respetada CNDH.

El Peje, en poco menos de 20 meses de su arribo a la titularidad del Poder Ejecutivo Federal, ya dilapidó casi todo el presupuesto anual con sus tres proyectos utópicos: la construcción de una refinería en su natal Tabasco en la zona conocida como Dos Bocas.

La construcción de un tren en la Península de Yucatán, con el pretexto de promover el turismo en los estados de Campeche, Quintana Roo y al propio Yucatán, y…

La modernización del aeropuerto militar de Santa Lucía, para supuestamente desahogar al Benito Juárez, de la ciudad de México, ya muy saturado.

Para cumplir con esos arrogantes caprichos, el Peje frenó la construcción del que sería un aeropuerto de avanzada, en los terrenos de Texcoco, Estado de México. Con esa decisión, minó la confianza de los inversionistas nacionales y extranjeros, y hoy el nombre de México no es confiable para los dueños del dinero a nivel mundial. México está en una ínsula del olvido, e identificado como un país fallido.

En el renglón de las mentiras testarudas, AMLO tiene un enorme rosario de ellas. Afirmó que ya acabó con el “huachicoleo”, que, a su llegada al poder, se acabaría la corrupción; que todos los estudiantes tendrían matricula en las universidades; que habría escuela para todos, prometió crecimiento por lo menos de 4 por ciento, y más petróleo, y gasolina barata. Lo que viene será mucho más complicado para el presidente Andrés Manuel López Obrador, y su inminente caída del poder.

La pregunta es, ¿cómo habrá de responder ante la adversidad? En la respuesta hay quien invoca la capacidad de cambiar como ocurrió con la política migratoria.

Otros refieren el rosario de decisiones desafortunadas seguida de una conducta de reiteraciones, como ha sido evidente en su respuesta al reclamo de las mujeres contra la violencia y la desigualdad.

En una serie de contradicciones, el Presidente se dice ser que “no es misógino”, pero sí feminista, pero en los hechos, queda demostrado que ni siquiera tampoco es humanista como él refiere.

Su intolerancia y desprecio a las libertades lo llevan al campo conservador. Es de reconocerle su actitud cristiana hacia los delincuentes, a quienes pretende reconvenirlos mediante “abrazos y no balazos”, lo que deja a la interpretación que sus nexos y complicidades, son claras y contundentes.

El Presidente cree en el perdón y la reconciliación del pecador. La cuestión es que es el Presidente de la República y ése no es el terreno resbaladizo de la moral y de las verdades a medias.

Es ominoso lo acontecido en su misa presidencial mañanera, cuando un impostor de periodista con pregunta sembrada y mal leída dirigida al titular de la UIF, Santiago Nieto, (el verdugo de la trasformación de cuarta) para intimidar a adversarios políticos o críticos del Presidente.

Con ello se dejó en claro que la UIF es el instrumento para someter por la vía del miedo a los que se consideran adversarios. El Peje cree que la protesta femenina es ardid de los conservadores para dañar su “proyecto político presidencial” (¿…?)

Utiliza a las instituciones del Estado para amedrentar e intimidar las protestas independientes para ser tratadas como embestidas de los enemigos del régimen.

Si la paranoia y la intolerancia se impusieran, serían muy malas noticias para todos, incluso para el mismo Presidente, rehén de sí mismo y de sus impulsos autoritarios.

Y muestra indiferencia ante la pandemia de coronavirus, cuando se dé cuenta de la gravedad de la situación, será demasiado tarde.

Y faltan cuatro años y meses, o menos, y la gente está que trina en su contra. Es lógico, porque el pueblo se siente agobiado por tantas estupideces que surgen de terrateniente de Palacio Nacional en contra del desarrollo de la Nación.

Andrés Manuel López Obrador, no ha cambiado en los últimos 20 años como “luchador social” y candidato presidencial. Repite las mismas consignas.

Estuvo 20 largos años haciendo sus desmadres para alcanzar el anhelado hueso, para que en un año y meses, arrodillara a México ante Donald Trump, llenara de centroamericanos territorio nacional permitiendo la invasión masiva de enemigos de la Patria, y en lógica consecuencia, estallara una desenfrenada ola de delincuentes para finalmente, estancar la economía sin haber liquidez de por medio.

En este vaivén de conjeturas, los conservadores urgen que renuncie para retomar las condiciones del país como una Nación seria y responsable, y no una República Bananera.

Dice un dicho popular: “Chango viejo no aprende maroma nueva”, y en esa tesitura está Andrés Manuel López Obrador, mejor conocido como el Caín de Macuspana, por haber matado de certero balazo a su hermano José Ramón, cuando eran imberbes jovencitos.



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