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Esclavitud moderna contra médicos residentes (Primera parte)


En los hospitales del Instituto Mexicano del Seguro Social IMSS, a nivel nacional, los trabajadores son discriminados, los estudiantes explotados, y los médicos, junto con todo el personal, están expuestos a contraer el Covid19, por falta de medicamentos y protecciones.

Aunque digan todo lo contrario y los huestes del Ejecutivo Federal, Andrés Manuel López Obrador, y de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum,y aseguren que todo es mentira, solo pregunten al personal del Hospital General de Zona 71, en el corazón de Veracruz, y en Querétaro, así como en otras entidades, cómo mantienen secuestrados a los médicos residentes becarios, en riesgo su vida.

Una prueba más que todo es verdad, son las manifestaciones que se hacen a diario e n diferentes hospitales del IMSS, ISSSTE y de los que administra el Gobierno de la Ciudad de México, para demostrar su inconformidad, por falta de insumos, material médicos y protectores.

Situación que se vive en general en todos los estados y los que están dando su vida por nosotros, curando a nuestros hermanos, viven a diario una pesadilla donde nadie se asoma en defensa de un ambiente de trabajo digno.

¿Que estamos haciendo por ellos, nadie hace nada ante los riesgos que representa un trabajo forzado y antinatural?

Ni siquiera insumos básicos de protección, material escaso de mala calidad, sin capacitación, los médicos, enfermeras, camilleros y personal en general de los hospitales ponen en riesgo su vida para salvar a la del prójimo.

Está comprobado que en los hospitales del IMSS, a nivel nacional, los médicos residentes, los becarios, y los que están haciendo su servicio, les exigen trabajar más de cuarenta y ocho horas.

Las estudiantes y becarias mujeres son hostigadas sexualmente y amenazadas por los responsables de actuar en contra de ellas si llegan a denunciarlos.

El trabajar más de 48.00 horas, constituyen factores de riesgo para el deterioro de la salud de los jóvenes, por lo que en la sana teoría el estado debería velar por que haya leyes que regulen la exposición del trabajador a este tipo de jornadas.

Estos jóvenes residentes médicos los tienen trabajando y los médicos de internado están inhabilitados. Es necesario que se proteja a todos los becarios.

Trabajan en la atención hospitalaria con sobrecargas, por falta de personal, y aunque hay convocatoria para la contratación de personal médicos, la respuesta no es como se esperaba, hace falta médicos, enfermeras, y principalmente los insumos y protectores para que puedan trabajar, y no se contaminen con el Covid19.

Es una contradicción que los residentes se dediquen a cuidar la vida del pueblo, descuidando la suya, y mucho más grave, que no se les reconozca que sus vidas corren peligro.

Estos héroes anónimos requieren un cuidado privilegiado, pues están en la línea de fuego. Los médicos residentes son la primera línea de defensa, pero en los hospitales si siquiera cuentan con el equipo de protección personal, ni capacitación para hacer frente sin riesgo casos infectocontagiosos como ahora la pandemia del Coronavirus.

Su sistema inmunológico está debilitado por trabajar salvajemente sin descanso, ni derecho a dormir, mal alimentados. Con permanente estrés físico, psicológico y desgaste. Podría ser detonante.

La residencia médica, de cuatro o cinco años, hasta seis, esta erróneamente pués son eternos años de períodos prolongados de ayuno, de interminables guardias, de trabajos forzados, de privación del sueño y de constante aplanamiento del ego y la moral.

Es muy la acción de estos jóvenes médicos porque arriesgan su salud y aparte los privados de vida familiar y social.

Existe la suficiente evidencia científica que establece que trabajar veinticuatro horas, o como trabajan actualmente 36 horas, así como en la clínica 71 de Veracruz, donde se laboran más de 48 horas continuas, origina una des-sincronización de las funciones corporales, ya que los seres humanos somos seres diurnos que estamos programados para desarrollar actividades durante el día y recuperarnos de la fatiga durante la noche.

Lo cual se traduce en afectación a su salud y desempeño y les provoca hipertensión, daños cognitivos, cerebrales, cardiacos, depresión por el grado de estrés en que están sometidos.

Trabajar más treinta y seis horas sin dormir es antinatural. Las personas están más alerta y rinden más entre las ocho de la mañana y las seis de la tarde. Fuera de este horario, sobre todo si se sobrepasan las ocho horas de trabajo, es más fácil cometer errores y, por lo tanto, los accidentes laborales son mucho más frecuentes y graves. Pues sufren acumulación de sueño, fatiga aguda crónica y múltiples riesgos para su salud y la de sus pacientes.

Por tratarse de un riesgo en la salud de un servicio público, que afecta a ambas partes de los involucrados (pacientes y profesionales de la salud), deberían tomarse medidas preventivas que reglamenten el máximo de horas excesivas de trabajo por guardia y por semana.

La siniestralidad se incrementa en relación con el ritmo y la carga de trabajo y, además, también aumenta la posibilidad de tener un accidente al regresar el trabajador a su casa tras la jornada laboral

Realizan actividades que no quiere hacer el médico de base, no se cuenta con medicamentos, hay escases de personal.

Es inhumana la situación que se vive, no se permite descansar en 36 horas, y lo peor más de 48 horas ni dormir, incluso cuando, si se come es corriendo, el trato es indigno se les trata como trabajadores de segunda clase..

Por consiguiente, un hombre obligado a trabajar de noche y dormir de día deberá hacer frente a una doble exigencia, pues debe trabajar en estado de desactivación nocturna, desactivación cerebral y el sueño lo que lo obliga a realizar un esfuerzo suplementario para ejecutar la misma tarea, y dormir en estado de activación diurna, lo que disminuye la calidad del sueño y su poder reparador.

Con lo cual si se encadenan guardias, fácilmente no se recupera la “normalidad hormonal” y se vive un “jet lag” continuo.

Amén de la afectación a su vida familiar y social. Varias encuestas han revelado que el trabajador nocturno experimenta una sensación de descontento y aislamiento, que algunos han calificado incluso de verdadera «muerte social.

Esta sensación se debe en buena medida a la diferencia entre los horarios del trabajador nocturno, su familia y su entorno.

En este panorama desalentador, los residentes vendrían a ser la expresión extrema de un sistema de adoctrinamiento en la Medicina que impone las peores condiciones laborales para las personas que están en proceso de convertirse en profesionales de la salud.

Este sistema abusa de la mano de obra barata que representan los universitarios y residentes en medicina. Es muy probable que las oportunidades de sólidos aprendizajes se vean mermadas.

Es necesario reducir los años de residencia médica y la cantidad de guardias que los someten.

Aproximadamente están realizando 120 guardias al año con las mismas características de treinta y seis horas sin descanso, ni derecho a dormir. Así mismo la remuneración apropiada para solventar sus gastos básicos.

Es importante recordar que nuestra Carta Magna establece en su artículo 123 que toda persona tiene derecho al trabajo digno y socialmente útil y que de manera general la duración de la jornada máxima será de ocho horas.

Es importante considerar el filtro tan estrecho y difícil para que un profesionista médico pueda convertirse en especialista.

Es conocido el amplio margen de resistencia que deben aceptar no solo en lo relacionado con condiciones de explotación laboral, sino permanentemente sometidos a una esclavitud, debiendo tolerar todo tipo de vejaciones, maltratos, humillaciones, discriminación, acoso laboral y sexual, así como horarios inhumanos con jornadas de más de 48 horas continúas. Quizá por esta tolerancia inhumana el sistema de salud ha abusado desde sus inicios.



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