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Humanos sobre el impacto de la COVID-19 en las mujeres y niñas


Entonces, es vital garantizar que no se deje a nadie atrás: la salud y el bienestar de todas las personas dependen de ello. Porque incluso teniendo una vacuna, ésta debe ser accesible en términos físicos y de costo, a 7 o más billones de habitantes. Eso no es algo sencillo, entonces hay una gran discusión hoy en día y es que la vacuna, cuando se tenga, debe ser considerada un producto público global. Porque claramente necesitamos que todo mundo esté libre del virus.

Es probable que subsecuentes oleadas de la COVID-19 ocurran en diferentes lugares y momentos, y con diferentes grados de gravedad. De esa manera, se hace evidente que tenemos dos deberes esenciales: superar la epidemia, pero sobre todo reconstruirnos mejor. Todos estamos de acuerdo en que no podemos volver al día cero. No sólo en relación a las mujeres, sino también, porque la percepción que tenemos (si vemos los 80 países que tuvieron fuertes protestas en la calle durante el año pasado) es que la gente no está contenta con el sistema económico existente, siente que la democracia no le ha cambiado la vida para mejor y quiere mejorar también la democracia.

Creo que al reconstruirnos mejor tenemos que lograr una nueva economía, inclusiva y sostenible, porque esta pandemia, como el Ébola, como el SARS, y el MERS, son todas zoonosis, es decir, transmitidas de animales, y muchas veces animales no domésticos, a seres humanos. Y es porque además no hemos respetado la naturaleza ni la biodiversidad. Entonces, hay muchas cosas que tenemos que hacer justamente para poder crear respuestas que sean duraderas.

Ahora mismo, nos encontramos en un período complicado, con algunos países que sienten que ya tienen relativamente controlada la situación, empiezan a reabrirse después del confinamiento. Hemos visto que estas reaperturas tienen que ser graduales y cuidadosas, porque hay países que fueron muy aplaudidos por su excelente respuesta, como Japón, Singapur y Corea del Sur y al abrir nuevamente resurgió el virus porque éste queda en la comunidad. Entonces, hay que tomar las medidas guardando todas las indicaciones de higiene sin duda y de distanciamiento social. Pero hay otros países y en particular la región de las Américas, donde hay un aumento de tasas de infección y de mortalidad. La Organización Mundial de la Salud ha señalado que los países más afectados en términos de porcentaje por millón de habitantes, son Brasil en primer lugar, Perú, Chile y luego México.

El Secretario General, mi Oficina y otras agencias y entidades de las Naciones Unidas han estado brindando activamente orientación en estos esfuerzos de respuesta y recuperación. Les quiero comentar que el Secretario General emitió primero una directriz sobre COVID-19 y derechos humanos, luego unos principios sobre COVID-19 y mujeres y niñas, y nosotros también hemos emitido guías sobre muchas temáticas sabiendo que hay sectores más vulnerables y más afectados, entregando recomendaciones muy claras, una guía sobre COVID-19, mujeres y niñas, sobre migrantes, sobre prisiones, sobre personas mayores, sobre personas viviendo con discapacidad, sobre defensoras de derechos humanos, sobre personas de la comunidad LGBTI y personas viviendo con VIH-Sida, hasta ahora. Y continuamos trabajando en distintos enfoques que creemos que pueden ser útiles con recomendaciones muy claras a los gobiernos.

Una cuestión está clara: ésta es una crisis humana y, como tal, los esfuerzos de respuesta y recuperación solo serán efectivos si los derechos humanos son su eje rector.

Durante meses, la pandemia de la COVID-19 ha desafiado a nuestras sociedades, a nuestros gobiernos y a nosotros mismos, afectando las vidas de miles de millones de personas en este planeta, y poniendo a prueba nuestro liderazgo y nuestra humanidad

. La superación de la pandemia seguirá exigiendo una acción, que hasta ahora no hemos visto, una acción decisiva y coordinada. El Secretario General de la ONU ha señalado con claridad que la pandemia ha mostrado una vez más la importancia del multilateralismo.

La importancia de dar respuestas globales a desafíos globales que la pandemia requiere. Porque nadie va a estar a salvo, salvo que todos estén a salvo. Requiere necesariamente una respuesta basada en la solidaridad global, decisión, coordinación e innovación por parte de todos y para todos y todas.

En primer lugar, espero sinceramente que ustedes y sus seres queridos estén bien y seguros durante este periodo tan difícil.

Y si bien el virus en sí mismo no discrimina, sus impactos diferenciados han dejado al descubierto las desigualdades sociales y económicas de las que se alimenta. Ustedes están en la política, saben que las desigualdades existen y se niegan a aceptar ese status quo. Lo que ha hecho la COVID es que ha desnudado la realidad, pero además ha exacerbado las desigualdades.

Las consecuencias en las vidas de las personas y las economías son claramente catastróficas, siendo la población en situación de pobreza, marginación y vulnerabilidad la más afectada. Las mujeres y las niñas, por ejemplo, corren un alto riesgo, no debido a ninguna vulnerabilidad inherente, sino más bien como consecuencia de la discriminación y la desigualdad por razones de género preexistentes.

Y cuando digo ninguna vulnerabilidad inherente también me refiero a algo que es un dato que, si bien todavía conocemos poco en esta pandemia, me ha llamado la atención: se pueden infectar hombres y mujeres por igual, pero mueren más hombres que mujeres.

Y hay varias teorías, son interesantes, pero son sólo teorías, y una es que las mujeres al tener dos cromosomas equis, tenemos más capacidad de resiliencia y respuesta inmunológica al virus.

Y la otra explicación es que los hombres tendrían una enzima que de alguna manera interactuaría con el virus de otra manera distinta. Quería contar eso porque no hay una vulnerabilidad inherente a las mujeres, sino que son las características de la desigualdad por las razones de género que existen.

Esto es particularmente evidente para aquellas mujeres en situación de pobreza o que pertenecen a grupos marginados y discriminados o que trabajan en el sector informal.

Ustedes que, como Senado, como gobierno, van a seguir trabajando en la respuesta a la crisis actual pero después en la recuperación, yo quiero mencionar que tenemos que ocuparnos sin duda de las mujeres, pero tenemos que entender que no todas las mujeres son iguales.

En algunas las desigualdades son mucho más profundas, y en algunas se interseccionan distintos factores de riesgo. Porque lo que hemos visto es que los sectores más afectados son los de las mujeres, sin duda, pero también son las mujeres mayores, las personas migrantes, refugiadas o desplazadas internamente, las personas que viven con alguna discapacidad, las personas que viven con VIH, las personas indígenas.

Entonces, cuando hay mujeres que pertenecen a estos grupos, son mucho más vulnerables, y es indispensable que las respuestas, no pueden ser neutras, y tampoco pueden ser iguales para todos. Todos necesitan apoyo, pero hay que pensar en cómo se focaliza este apoyo.

Hay un problema que tenemos en todos los países, y creo que México también lo debe tener, es que no tenemos datos desagregados por cada una de estas características que nos permitan identificar a estos sectores mucho más vulnerables.

Hay datos desagregados por género, en algunos otros casos hay datos desagregados por etnia, pero no en todos lados. También las mujeres afrodescendientes son afectadas, las minorías étnicas en general están más afectadas.

El mensaje que hemos estado transmitiendo es: tratemos de mirar el tema de tal manera que no dejemos a nadie atrás, de lo contrario, los que siempre han estado atrás van a seguir estando atrás.

La pandemia está afectando a mujeres y niñas en maneras distintas. Como en pasadas emergencias sanitarias, la actual crisis ha estado acompañada por un aumento de la violencia de género en todo el mundo.

Es en particular preocupante la situación de mujeres y niñas víctimas de violencia de género, quienes están expuestas a un mayor control por parte de sus abusadores, con pocos o ningún recurso para buscar apoyo.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) estima que, si las medidas restrictivas continúan, en seis meses habrá, a nivel global, 31 millones de casos adicionales de violencia de género.

De continuar las medidas, a éstos se sumarán otros 15 millones de casos cada tres meses. Es importante señalar que incluso antes de la COVID, ya estimábamos que una de cada tres mujeres sería víctima de alguna violencia en el transcurso de su vida.

En América Latina, ya una región con altos niveles de femicidio, hay fuertes señales de un aumento de la violencia doméstica debida la cuarentena o las medidas de distanciamiento.

En Brasil, por ejemplo, el Gobierno ha informado que en abril registró un aumento de 35% en las denuncias de violencia doméstica contra la mujer, comparado con el mismo periodo el año pasado.

En Argentina, las llamadas a la línea de apoyo se han incrementado en un 39% en abril, comparando con el año anterior. En Chile, el aumento fue de un 70% durante la primera semana de la cuarentena. México no es la excepción, al también registrar un aumento significativo en las llamadas de emergencia al 911.

Como he mencionado en varias ocasiones, para enfrentar esta situación, es fundamental que los servicios de atención a víctimas de violencia se consideren esenciales y sigan funcionando, incluso con protocolos de atención específicos al contexto de pandemia, dadas las condiciones extraordinarias como la falta de movilidad.

Debe también haber sistemas de alerta accesibles para informar a las autoridades y proteger a las víctima y lugares seguros, como albergues y refugios para evitar el encierro con los perpetradores.

Las cortes de justicia deben seguir dictando e implementando medidas de protección para las víctimas de violencia de género. Y es esencial que las víctimas tengan información clara y accesible respecto los servicios de asistencia y protección.

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