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PESQUISA POLÍTICA


Pocas son las personas que valoran el sacrificio y trabajo diario de médicos, enfermeros, y el resto del personal de salud, quienes están dando su vida para salvar la de su paciente víctima del Coronavirus que ha cobrado ya miles de muertes y otro tanto más de contagios, en el mundo.

Todos ellos han surgido como “héroes anónimos”, quienes aun arriesgando sus vidas y en muchos casos en condiciones precarias de equipamiento, atienden a las personas contagiadas, salvando muchas vidas al constituirse en el primer ejército de “batas blancas” al frente de esta compleja batalla.

El Covid-19 ha visibilizado más esta crítica situación a nivel nacional, muchos médicos y enfermeras han venido denunciando la falta de insumos que dificultan la atención de la emergencia, pero su ética profesional ésta por encima de todo y se enfrentan a ésta enfermedad, con el propósito de sacar adelante a su paciente.

Así lo han demostrado personal del sector de salud del ISSSTE quien dirige el Maestro Luis Antonio Ramírez Pineda, quien se ha encargado de vigilar de cerca que se siga con firmeza, ética y convicción encabezando la primera línea de defensa, para salvar vidas.

También el Doctor Ramiro López Elizalde, Director Normativo de Salud, del ISSSTE 20 de noviembre, se ha dedicado de apoyar a sus colegas y al personal en general para que cada minuto se pueda derrotar a la muerte.

Los doctores, enfermeras y hasta los encargados de las lavanderías del ISSSTE, se han convertido en 'héroes sin capa' a ojos de la ciudadanía.

Hay quien cree que este reconocimiento al personal sanitario no solo debería existir en tiempos de crisis, sino que debería ser algo inherente a la sociedad.

Familiares de Roberto Eurosa Martínez, empleado federal, vivieron minutos, horas y cerca de dos meses de angustia, dolor y desesperación, cuando de un hospital particular les informaron que ya no había mucho que hacer por él, persona de 34 años de edad.

Durante la instancia en el nosocomio se tuvo que cubrir cerca de 600 mil pesos, les aplicaron un medicamento que fue cobrado en más de 100 mil pesos, y los familiares fueron informados que si se quedaba se desembolsaría miles de pesos diarios, los cuales serían muy difícil de liquidar.

El profesionalismo de los médicos del ISSSTE, permitió que en esa misma tarde, que los médicos del hospital particular daban pocas esperanzas, se condujera al 20 de Noviembre, donde médicos, enfermeras y demás personal demostraron su profesionalismo.

El paciente fue entubado y después de casi un mes, la experiencia de los médicos, la atención que les dan a los pacientes en este hospital y con la mano de DIOS, Roberto fue dado de alta hace dos días.

En México ya han fallecido varios médicos por atender personas contagiadas, tanto en el ISSSTE como en otros nosocomios, y corren el peligro de contagiarse otros profesionales de la salud, pero su ética los obliga a no tirar la toalla y de seguir adelante, salvando vidas.

El virus sorprendió a nuestro país inmerso en una previa crisis del sistema de salud, que data de varias décadas, y que se refleja en compra irregular de medicamentos, carencias de todo tipo, actos de corrupción, hospitales abandonados, y la inviabilidad en los servicios por falta de recursos humanos y materiales, que han dificultado la atención del personal médico.

Desarmados están al frente de la primera línea de batalla, paramédicos, personal de comedores, intendencia, servicios, asistencia y apoyo hospitalario, pasantes, doctores, laboratoristas, especialistas y enfermeras que se la rifan todos los días.

Nada alcanza para reconocer el valor de enfrentar la muerte y el dolor todos los días, en cada minuto, en condiciones muchas veces deplorables y sin el equipo suficiente ni adecuado; aún a costa del sacrificio personal, pero con la disciplina incansable, el despliegue de voluntarismo y la actitud de lucha permanente que no claudica.

Durante esta epidemia nadie se pone a pensar que el personal, del sector salud, no son soldados en una guerra, son padres y madres, que tienen hijos, familias, y que tienen cuentas por pagar. Nuestros héroes de Bata Blanca no duermen y arriesgan su vida.

La pandemia COVID-19 es una verdadera amenaza para la humanidad, no por la especial gravedad de la enfermedad, sino por la facilidad de contagio, rapidez de propagación y severidad en una parte de la población que ha colapsado rápidamente nuestro sistema sanitario.

El Covid-19 ha servido para devolver, renovar y acrecentar el espíritu de solidaridad; en cada vida salvada se deja constancia de muchas batallas. Aquí no caben los oportunistas, ni los burócratas corruptos de postal y escritorio, los que se exhiben en los medios sin remordimiento, ni vergüenza.

Dedicarse a la medicina implica un compromiso enorme que no cualquiera es capaz de soportar y menos en estos momentos en los que los médicos se juegan la vida contra dos amenazas, una la invisible, la del coronavirus y la otra perfectamente visibles como es la fragilidad de nuestro sistema de salud, que ha llevado a mucho médicos de hospitales del sector público a improvisar de la nada artilugios necesarios para dar al paciente el tratamiento que requiere pero con el que no se cuenta.

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