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La llama de la desesperanza otra estrategia de AMLO


La llama de la esperanza es una clara alarma para todo el país, y un sobre aviso de cómo AMLO incendiará a México cuando menos en los próximos nueve meses, en la víspera de las elecciones intermedias federales del 6 de junio del 2021, en caso de perder la mayoría en el Congreso de la Unión, donde tiene a su partido, MORENA, notoriamente manipulado.

La llama de la esperanza, que para los críticos es más bien “la llama de la desesperanza”, a 210 años del Grito de Independencia que diera el Padre Miguel Hidalgo, la situación de la nación no es nada por igual, sino la crispación social a la que ha conducido López Obrador para enfrenar a los mexicanos -como si fueran enemigos-, obliga a pensar que el Caín de Macuspana no quiere a la sociedad en general, dejando entrever que su antipatía está centrada en destruir cada peldaño dela institucionalidad de la Nación.

La forma de hacer un “nuevo” gobierno no tiene nada de utilidad, sino por el contrario, son acciones que anuncian barruntos de terror y circo, ya que su acción sectaria de instalar un gigantesco pebetero en la explanada de la Plaza de la Constitución, obliga a todos los mexicanos bien nacidos de este país, estar alertas por las negras intensiones que se guarnecen en Palacio Nacional, donde vive un nefasto, resentido y vengativo ex priista, que se ha transformado en un ariete del odio y de mala voluntad hacia los mexicanos.

Si bien Andrés Manuel López Obrador, a quien apodan el KK’s, le ha hecho más daño a México en dos años, que el PRI y el PAN en toda su historia; los lengüetazos de cada llamarada que emanaba de ese gigantesco pebetero que fue instalado a unos metros del asta bandera, deja a la interpretación que el oclocrático gobierno pejista tiene otras fantasías de llegar a incendiar a toda la República.

No se cansa de cómo convertirse en un piromaniaco social si no obedecen las directrices que lleva una dosis de explotación su famosa 4T. Pero, atinadamente, el pueblo en general ya está en su contra, solo por haber dejado en el abandono total a millones de mexicanos que han debatido entre la vida y la muerte, en ocasión de la pandemia del Covid-19.

Esas llamaradas han atrapado con simuladas succiones a las personas voraces que tiene identificados como su ejército de chairos, que en esa simbiosis de observar “cómo el camaleón caza la mosca con un lengüetazo”, Lóp

Obrador, el presidentito matoncito de Latinoamérica, ha implementado políticas saturadas de engaños que en el corto plazo, le impactarán dramáticamente en el Congreso.

“No hay cáncer que dure cien años”, y López Obrador -la boñiga del siglo XXI-, desoye a todo mundo, desde sus asesores, a diputados federales y locales, senadores de la República, y lo peor, las protestas que provienen del pueblo que se halla en el evolutivo agravio en vías de extinción, en el marco de soportar a un patético genocida que toda su vida se la ha pasado dividiendo a la sociedad.

El 15 de septiembre (2020) no fueron “felices fiestas patrias”, sino infelices en el devenir de una dictadura, que si bien se ha connotado como un imperio del saqueo para empobrecer más a toda una nación que goza paradójicamente de una enorme riqueza económica, financiera y cultural, su dramática realidad es tener a políticos corruptos gobernando a México.

Aunado a ello, le vino a re-impactar con la pandemia en una gravosa crisis económica, social y política, donde 130 millones de mexicanos se enfrentan al peor gobierno de la historia que haya tenido este país.

México posee toda una extraordinaria historia que ha sido forjada en sólidos valores; una fe profundamente católica y guadalupana; familias fuertes, con tradiciones y valores inamovibles; el respeto a la dignidad de la persona, la vida, la libertad y la justicia; la unión, la solidaridad y la generosidad; el trabajo bien hecho, con pasión y creatividad; el amor a nuestra Patria, a lo bueno, bello y verdadero; verdaderos héroes, patriotas, mártires y santos que han entregado sus vidas por estos valores; y un país y cultura que trasciende las fronteras, el espacio y el tiempo.

López Obrador no es la panacea que 30 millones que votaron a su favor, creyeron que los iba a sacar de la pobreza, cuando –se debe reconocer-, la ignorancia es la fiel compañera del atraso social en que los tiene sumergidos, degenerándose y revolcándose en la boñiga de la kakistocracia, la transformación de un gobierno dirigido por los más ineptos.

En este marco, si López Obrador no cristaliza la esperanza tan anhelada para millones de mexicanos que abandone la Presidencia de la República por si incapacidad a partir del primero de enero (2021), su engaño y destreza tendrá visos de mayor Traición a la Patria. La convulsión social está a la vuelta de la esquina.

Para colmo de males, se avizora que a partir del primer viernes de 2021, México deberá aportar mil millones de dólares anuales al Foro de Sao Paulo, para la expansión y consolidación del socialismo XXI en todos los países de América Latina.

Mil millones de dólares más a Cuba, para adquirir armamento bélico para confrontar cualquier intervención de Estados Unidos, acción que el Pentágono evitará, porque los gringos preferirán atentar contra la vida del presidente mexicano, que permitirle manga ancha y tener a un enemigo que se ubica en las puertas de América Latina, pese a que México siempre ha sido el traspatio de los estadounidenses.

La vox populi escucha a los analistas al citar: ¿O alguien creyó que el apoyo financiero durante 12 años al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) fue sólo por simpatía de su líder?, ¿y quién cree que pagará ese dinero? La respuesta es sencilla: los mexicanos a través del erario federal y las divisas que más de 20 millones de mexicanos que trabajan en la Unión Americana, envían sus remesas para el desarrollo de sus familiares.

Toda esta negra estrategia podría ser frenada si el electorado esté decidido a ser el artífice de contrapeso para que a través de un Congreso renovado, obligue a López Obrador dar marcha atrás de andar regalando dinero que no es suyo, de lo contrario, ese pronóstico de incendiar al país podría ser toda una epopeya, ya que muchos siguen sin entender que se enfrentan a un hombre insensible y de malas entrañas de la vida pública del país.

Efectivamente es cierto. El verdadero rostro mesiánico de un fracasado y resentido social, se detecta en los rasgos de López Obrador, quien presume no ser un vengativo. “Yo no me vengo”.

Solo es necesario echar una repasada a su lóbrego cerebro degenerado por su negro pasado:

Por eso asesinó a su hermano (José Ramón López Obrador) con una pistola, a quien le metió un balazo en la cabeza.

Por eso asesinó a un amigo (José Ángel León Hernández) de un pelotazo en la sien con una pelota de béisbol a quien le provocó la muerte cerebral, hasta perder años después la vida.

Por eso incendió pozos petroleros, cuando el gobierno no cumplió sus exigencias, y así cometer el delito de extorsión sin haber sido sancionado penalmente.

Por eso apoyó al PRD cuando el PRI no lo postuló para gobernador de Tabasco, perdiendo con su eterno enemigo y paisano Roberto Madrazo Pintado.

Por eso desquició al entonces Distrito Federal (hoy Ciudad de México) cuando perdió las elecciones presidenciales del 2006.

Por eso se dedicó a desprestigiar a los gobiernos priistas y panistas, cuando fue derrotado en las elecciones presidenciales de 2012.

Por eso canceló el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NAIM), que se estaba construyendo en terrenos del municipio de Texcoco, Estado de México.

Por eso, ya como Presiente de la República, se convirtió en un ecocida al ordenar destruir la selva lacandona más hermosa del mundo para construir el Tren Maya, que ni es tren, pero si la zona maya.

Por eso reinstaló a la maestra Elba Esther Gordillo Morales en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), y por eso canceló la Reforma Educativa, “para que haya puros ignorantes”, rememorando a Vicente Fox cuando “aconsejó” al pueblo no leer porque “abrirían los ojos”.

Como complemento, las amenazas de resentimiento de López Obrador es de no haber querido ser presidente cuando tenía 30 años o a los 65 de vida, sino que ahora pretende destruir a todo México.

De tal suerte que el Presidente Andrés Manuel López Obrador regalará -sin la autorización del Congreso-, 25 mil millones de dólares a Centroamérica, para crear 20 mil empleos e “impulsar” el desarrollo de Guatemala, Honduras y El Salvador durante los próximos cinco años de su gobierno. Solo por ese hecho, perderá su mayoría en el Congreso.

Contraparte, México no tiene crecimiento económico, crece los índices de inseguridad por falta de empleos, y cada día que pasa, la situación con el Peje Lagarto es peor, una pesadilla de nunca terminar.

El infame pronóstico es el de seguir viviendo en el desastre, pero ahora sin recursos, estableciéndose un estado de emergencia sin poder a quién recurrir, y López emulará a su lejano pariente, Antonio López de Santa Anna.

López de Santa Anna fue la figura omnipresente en la turbulenta vida política del país, unas veces en el poder (fue once veces presidente), y otras detrás del poder o contra el poder, manejando a su antojo los relevos presidenciales y promoviendo con sus intrigas golpes y revueltas de todo signo.

¡Viva la esperanza en el porvenir!, espetó en una de sus frases durante la arenga del Grito de Independencia, lo que creó reacciones inmediatas pues muchos sectores, como investigadores universitarios, la comunidad intelectual y los productivos, coincidieron en puntualizar: “La codicia por la eternización por el poder presidencial, en esta novela sobre la tragedia que está padeciendo México, no ha terminado”.


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