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¡Un presidente mal nacido!


Al considerarse entre la Vox Populi que “la 4T es un gobierno fallido con un político moral y netamente frustrado”, en las ceremonias castrenses, los militares de todos los grados -desde soldados rasos hasta generales de tres estrellas, incluidos los titulares de las Secretarias de la Defensa Nacional y de la Marina-, gritan al unisonó “¡Por el Honor de México!”, ese patriótico enunciado quedó en la teoría, como guiñapo tirado, abandonado y arruinado, en el rincón del cuartel de Palacio Nacional.

En lugar de encañonar sus fusiles en defensa de la Patria contra las patrañas de un insulso mesiánico, irónicamente el Ejecutivo los ha deshonrado al transformarlos como “señoritos” portando imaginarios ramos de margaritas, soportarlo con su peculiar tufo en boca, sobajándolos, en lo más ruin de la maldad, que no podría soportar cualquier persona humilde y decorosamente honesta.

El magnánimo Obrador, el famoso AMLO, que es el presidente de la República en turno, con el título de Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, los uniformados le siguen refrendando, en todos los momentos y en cualquier ocasión arrebatada, su total e infinita lealtad. “Son siervos de la Nación”, según el apotegma histórico con que se les identifica.

El rey Obrador, agobiado por un silencioso padecimiento clasificado como exopatía -enfermedad producida por una causa externa al propio organismo-, ante las muestras de descontento, se apoya en los uniformados de verde olivo y de azul marino, y según encuestas internas de la milicia, el Peje Lagarto ha ido perdiendo ese “capital de simpatía”, que se refleja cuan espejo en el descontento social generalizado que podría incidir en el voto popular de la propia sociedad agraviada para el seis de junio de 2021.

Las Fuerzas Armadas, paradójicamente y por capricho presidencial, han sido desarmadas y trasladadas a esa fantasiosa e inservible “Guardia Nacional” (GN) y que ocupa el lugar y las funciones de lo que fue el Estado Mayor Presidencial (EMP).

Si bien es cierto que la gente común se pregunta cómo nació el término de Guardia Nacional, el concepto apareció por primera vez en los proyectos de la Constitución de 1842, pero el esquema actual de dicha institución, data de la Constitución de 1857. Entre otras disposiciones referidas al tema, el artículo 72 de la Carta Magna, dio facultades al Congreso de la Unión:

XIX. Para dar reglamentos con el objeto de organizar, armar y disciplinar la Guardia Nacional, reservando a los ciudadanos que la formen, el nombramiento respectivo de jefes y oficiales, y a los Estados la facultad de instruirla, conforme a la disciplina prescrita por dichos reglamentos.

XX. Para dar su consentimiento a fin de que el Ejecutivo pueda disponer de la Guardia Nacional fuera de sus respectivos Estados o Territorios, fijando la fuerza necesaria.

Es importante hacer hincapié que de acuerdo con especialistas constitucionalistas, en el mundo existen más de una veintena de países que cuentan con guardias militares: 17 están en África, siete en Europa y dos en Asia. Además, 18 operan bajo una dictadura y nueve en un régimen democrático. Estados Unidos, Italia, Países Bajos, México y Turquía, y otros, tienen ese engañoso modelo que tendería a entrar a una espiral peligrosa en caso de que haya insurrecciones de los pueblos que se han visto ensombrecidos por la violencia constitucional de sus naciones en contra del programa globalizante del neoliberalismo.

En el cuerpo militar mexicano están presentes tres características de la Guardia Nacional:

a) su carácter de ciudadanos armados;

b) la elección de parte de su oficialidad, y

c) su sujeción al mando militar regular.

En este circuito legal, los efectivos de la ahora GN-México, tienen la responsabilidad de garantizar la seguridad del caudillo, sobre todo por las muestras de inconformidad que el propio Ejecutivo ha generado y que cada día crecen en todo el territorio nacional.

Sus “giras de trabajo” se han vuelto atajos solitarios en zonas exclusivamente militares, y que en realidad, desde el micrófono y los videos, se traducen en “monólogos viajes de anodina campaña política”, más no de un presidente que esté preocupado por la prosperidad de la sociedad. No. Nada de eso se le ocurre. Es por el

que también cobra vigencia esa arenga de alerta: “¡México estaba mucho mejor sin López Obrado!”

El Peje Lagarto Presidente, ha tenido que refugiarse en los bunkers castrenses para escapar de los reflectores y reclamos populares, así como de los insultos radicales, para supuestamente ser protegido a través de gruesos muros infranqueables, presumir que “todo está requetebién…”, “que no hay crisis…”, “que la economía está avanzando…”, y mil y un maravillas del Rey de la Mentira, en esta que es hoy la nueva era de la pejelandia, así como la hubo con foxilandia, fepilandia y peñalandia. Todos muy alejados de la terca realidad.

El Peje Lagarto Presidente --calificativo que ha quedado prácticamente en desuso, hoy en día se le conoce como AMLO-, demanda del respaldo indispensable de la intimidación de los hombres del pueblo armado, para hacer parecer al zafio tabasqueño, como un hombre “fuerte”, que solo se convierte a una extraordinaria amalgama y cruda realidad, de un gobierno fallido y de un líder que encabeza un régimen rotundamente fracasado, bajo las órdenes del clasismo narco-gobierno de facto que sostiene y protege el presidente constitucional.

Lo vergonzoso y dando pie a que los generales no entren en rebeldía constitucional, han permitido ahora que los soldados y marinos estén sometidos y dedicados a funciones de mil-usos, donde las cúpulas de la SEDENA o de la SEMAR, tengan a sus anchas para la acumulación de recursos y tratar de amortiguar el creciente descontento que ya se observa entre los soldados, que muchos de ellos muestran semblantes de desnutrición, hambre y desvelos. Hasta con eso, el Peje Lagarto Presidente, no pierde fidelidad de su mal sentido del humor.

Las dependencias castrenses tienen la responsabilidad de administrar los movimientos (negocios soterrados de corrupción) que a diario ocurren en las aduanas, en los puertos de mar o en las terminales aéreas, lo que además, muy a la usanza del tirano cubano Fidel Castro Ruz, se advierte -“como caído anillo al dedo”-: “…compra a todos los militares, con ropa y equipo, todos los que tengan comandos ponlos donde hay bastante dinero, corrómpelos para lograr felicidad…; y a los que se opongan, siémbrales delitos, eso los descalifica (rá) para siempre”.

So pena a lo anterior, y en abuso a la sólida y palaciega lealtad, los soldados y marinos mexicanos, son ahora albañiles, vistas aduanales, plomeros, carpinteros, meseros y lo que se le ocurra al Mesías del Trópico, que al treparse a las alturas de un ladrillo, sigue andando como un borracho con poder.

Son frecuentes los constantes agravios y ofensas del Peje a las fuerzas armadas, que el marcial y tradicional grito de “¡Por el Honor de México!”, se nota y se percibe apagado, sin la rectitud y el vigor de antaño.

Los soldados de a pie, los de la tropa, los de fajina no alcanzan a comprender cuándo se alteró el concepto del valor, de la disciplina, del honor, del profesionalismo militar. ¡¿Dónde quedaron esos valores?! Con el alumno de tendencias comunistas de Fidel Castro Ruz (Andrés Manuel López Obrador), momentáneamente se perdieron, incurriendo en el espíritu de la inviolabilidad del artículo 136 constitucional: “Esta Constitución no perderá su fuerza y vigor, aun cuando por alguna rebelión se interrumpa su observancia”.

Al igual que en el resto del país, en la tropa hay inconformidades crecientes. Aún no alcanzan a entender cómo los viejos conceptos del honor, la disciplina y el pundonor profesional han sido cambiados a trabajadores al servicio de la presente administración, y contribuyen al malestar de los verdaderos e insustituibles, Soldados de la Patria.

En estos aciagos años de desgobierno, el Peje Lagarto Presidente ha abusado de la lealtad y obediencia de soldados y marinos; ya se presiente el desprendido fastidio hacia su “jefe supremo”, a quien le podrían hasta acarrear una desobediencia armada, bajo la reserva de llegar a pensarse de un inminente golpe de estado militar por el agravio impulsado por un sicópata dictador que ostenta el poder.

México se ha convertido en un país de corruptos y asesinos, su Estado de Derecho, prácticamente controlado y destrozado por lo que esos Generales de División que presuntamente han sido corrompidos para mantener su “felicidad”, mantienen un abanico de complicidades con el Ejecutivo. La podredumbre y la connivencia al más alto poder, ensombrece el honor y nombre de México ante los ojos del mundo.

Un legado expresivo de Napoleón Bonaparte recobra en todo sentido, su inalterable vigencia a nivel mundial, y México no está ajeno a esa triste realidad: “La historia es un conjunto de mentiras acordadas…”, incluso, el General José de San Martín, militar y político rioplatense y uno de los libertadores de Argentina, Chile y Perú, advertía: “Robar es un delito, pero arruinar al país, es traicionar a la Patria”.

Entre los hombres del Círculo Rojo del Poder de México y el mundo, alertan que el Peje Lagarto Presidente sufre Anosognosia, que es una situación patológica referida a los pacientes con problemas neurológicos (cognitivos) que no tienen percepción de sus déficits funcionales neurológicos.

Dentro de esta clasificación, todavía existe una generación de masoquistas entre nacionales y extranjeros, que en lugar de exaltar el valor del patriotismo y nacionalismo mexicano, son humillados ante la dominación y sometimiento con un lavado de cerebros del dictador López, rindiéndole pleitesía para que “todo esté bien y en santa paz”.

Son tantos los furgones que conllevan infinidad de agravios, que el tabasqueño ha orientado sus sistemáticos ataques en contra los miembros de las Fuerzas Armadas que éstos ya aprecia un cierto alejamiento hacia el Jefe Supremo, lo que viene a reiterarse, ¡aguas!, “con los fusiles no se juega”, y quienes manejan la artillería constitucional, en cualquier momento, ese apotegma “¡Por el honor de México!”, podría revertírsele al propio Ejecutivo, resurgiendo desde cualquier rincón del cuartel de Palacio Nacional, la salvedad y rescate de la patria ante cualquier intromisión extranjera.

El Peje Lagarto Presidente, desde antes de que se cruzara la emblemática banda tricolor, ha mencionado que los miembros de la Marina y del Ejército son constantes violadores de los derechos humanos, ha insinuado que son presuntos responsables de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de la Escuela Normal de Ayotzinapa (Guerrero, México) y un largo etcétera de acciones que aterrizan en crímenes de lesa humanidad, que se han registrado a lo largo de estos últimos tiempos y donde evidentemente existe vinculaciones entre miembros de las Fuerzas Armadas y el narcotráfico.

El aparato de justicia de los Estados Unidos de Norteamérica, por ejemplo, está ejerciendo el propio papel de ejecutor de la justicia mundial, cuando en México esa esfera solo existe en los libros del Derecho, porque todos sus agentes de poder se han arrodillado ante el alto poder económico, político y financiero, proveniente de la industria del narcotráfico, para ejercer toda clase de actividades ilícitas.

Otro episodio difamatorio de AMLO hacia los elementos uniformados, fue el ocurrido luego de un operativo en Nayarit contra la delincuencia organizada. El presidente de la ahora República Bananera, a la mexicana, se refirió al personal de la Secretaría de la Defensa Nacional, como violadores de los derechos humanos, al “masacrar a varios menores de edad”.

En entrevista con el diario oficial de la presidencia, esbozó la idea de que “si por mi fuera, desparecería al Ejercito Mexicano”, de ese tamaño es la aversión que el presidente AMLO Peje Lagarto tiene hacia los uniformados verde olivo, quienes “¡por el honor a México!”, se le podrían voltear al presidentito, esos mismos elementos que custodian las 24 horas el majestuoso bunker de Palacio Nacional.

En diversos eventos, el ahora malquerido presidente López –ese genocida que despojó al sector salud de sus acciones presupuestarias para salvar la vida de miles y millones de mexicanos que padecen de la pandemia del Covid19 y niños con cáncer, arrojando un impresionante saldo rojo-, ha tenido vergonzosas expresiones ofensivas a las acciones de los uniformados militares, sin tomar en cuenta que “el Pueblo bueno y sabio” tiene en alta estima las tareas que realizan los elementos castrenses, por su oportuna y eficiente intervención en situaciones de emergencia y -por supuesto-, porque son garantes de la estabilidad y soberanía de lo que queda de esta Gran Nación.

Los titulares de las Secretarías de la Defensa Nacional (General de División, Luis Crescencio Sandoval Gonzales) y el Marina (Almirante José Rafael Ojeda Durán), paradoja pero cobardemente han demostrado inmadurez por defender sus sectores ante las calumnias del difamador tabasqueño, pero que no dejará de ser una afrenta por los constantes vituperios que ha victimizados por un irresponsable “jefe de las fuerzas armadas”. El pueblo demandaría desaparecer esta simbólica figura para que no se ensalce a ningún codicioso, que posee tendencias criminales.

Como muestra, en reciente ceremonia realizada en la Plaza de la Constitución, el General Secretario de la SEDENA, tuvo que instruir al Peje Lagarto Presidente, para que oprimiera el botón y procediera a izar el monumental Lábaro Patrio, ante la “distracción” del mandatario.

Pese a todo este esquema, que se conjuga entre experiencia e inmadurez, los altos jefes castrenses han demostrado madurez y cordura, y han realizado esfuerzos para evitar que se incremente el descontento de la tropa.

López Obrador ha dicho que las “fuerzas conservadoras y neoliberales” no quieren que triunfe la Cuarta Transformación (4T) -“¿y eso qué…?, ¿a quién importa eso…, porque a todas luces es una gran vacilada distractora?”, sentencian voces provenientes de Macuspana (Tabasco, México)-, toda vez que el inútil safio de Palacio muestra su maniática ironía y peligrosa demencial ignorancia, al citar con frecuencia tener “otros datos” que –según la burjujilla de su cerebrillo-, “buscan tirarlo por medio de un golpe de estado”, cosa que no estaría mal –dicen, afirman y sentencian gente del pueblo-, cuya demanda se escucha ya no como una ocurrencia o un secreto a voces, sino un llamado S. O. S. para que despierten las fuerzas armadas en contra de quien presume ser “presidente de México”, ese personaje que a puerta cerrada, hasta les mienta la madre…

En la cruel mente nublada y obtusa del tabasqueño, inventa conspiraciones por doquier, como la que fantaseó que existe un “compló” para que “su gobierno” no compre medicamentos contra el cáncer” y otras seniles patrañas por el estilo, que aterrizan en el auto-robo del mal gobierno que México tiene desde el primero de diciembre de 2018, cuya pesadilla no culmina.

Aún faltan cuatro terroríficos años en manos de un sujeto que ha controlado al pueblo con miedo, uniformando el pensamiento y modo de vida de los ciudadanos, manipular la información –“me canso ganso”, como diría lacónico el zafio macuspanense-, para encauzarla a sus fines oscuros, y lo peligroso, censurar a quienes muestran la verdad o piensan diferente; cambiar y acomodar las leyes a conveniencia, una burda copia de las dictaduras de Cuba y Venezuela que hoy en día, los ciudadanos de esa nación del hemisferio, sortean entre la vida y la muerte todos los días, por ejemplo, al mal gobierno de Nicolás Maduro.

-“A los que se opongan, siémbrales delitos, eso los descalifica (rá) para siempre”, fue la enseñanza criminal del absolutista y genocida cubano Fidel Castro, a su mesiánico alumno “predilecto” Andrés Manuel López Obrador, a quien su pueblo ya lo ve con ojos de desprecio y suma desconfianza, porque en lugar que la 4T hubiera sido un vehículo de bienestar, nació con cáncer terminal y donde las instituciones de la democracia -que jamás dejarán de ser maravillosas-, ahora están pobladas por personas horribles.

“El Mundo nos vigila”, dirían los héroes de gestas memorables, bajo el entendido que México, paulatinamente está cayendo en la desgracia del comunismo, sumándose y recobrando por igual, el legado histórico articulado por el presidente Abraham Lincoln, en 1861: “Cuando el pueblo se canse de su derecho constitucional a enmendar el gobierno, ejercerá su derecho revolucionario, a desmembrar a ese gobierno”.

Entre las frases más célebres de Abraham Lincoln, responsable de abolir la esclavitud, siendo el decimosexto presidente de los Estados Unidos y considerado como uno de los mejores Estadistas en la historia de esa nación, una de ellas es contundente: “Es mejor estar callado y parecer estúpido que abrir la boca y disipar las dudas”. Éste axioma ocasionalmente le queda, “como anillo al dedo”, a Andrés Manuel López Obrador, el MALO, ¡un presidente mal nacido!

En síntesis, México fue transformado en un narco-Estado, desde antes y después, y con AMLO, éste se configuró como un presidente de un gobierno mafioso.


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