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Se derrumba la “armadura de honestidad” Morales L.


El pez por su propia boca muerte. Es lo que le está ocurriendo, con elocuente temeridad, a quien fuera el “complaciente” procurador general de la República, Ignacio Morales Lechuga, en la época del neoliberalismo salinista.

Hablar del tema del narcotráfico para muchos críticos, tiene ciertas vedas que se tornan en acciones nebulosas, incluso hasta extremadamente peligrosas.

El narcotráfico que opera en México, desde siempre, ha tenido vinculaciones prohibidas de no ser abiertamente denunciados sus capos de alta jerarquía y de nuevas generaciones, y mucho menos aceptar a soplones que antaño, eran perseguidos por los agentes del poder político y judicial, azuzados por el Ejecutivo federal en turno, siendo extrañamente desaparecidos de la faz de la tierra.

El histórico error de López Obrador es el de haber “implantado” desde su campaña presidencial, una ley de amnistía ya que él es conocedor del Atlas del narco-crimen en América Latina, y lastimosamente tuvo la ligera “aportación” de convertirse en un lacayo de los barones del narco.

En su época de campaña presidencial, el macuspeco anunciaba con bombo y platillo que en su régimen, impulsaría esa ley “reguladora” aplicada para ese tipo de gente para “perdonarla”, pero lo que no agrado a muchísimos sectores liberales y conservadores, López jugó con la ironía al hacer expresiones infantiles, como eso de “acusarlos con su abuelita” o la otra histriónica expresión de “abrazos, no balazos”, como si México fuera una carpa llena de payasos.

Antiguamente el narco funcionaba con base al secreto de voces chivatonas, hoy con López Obrador las cosas cambiaron radicalmente en favor de los cárteles de la droga que operan en territorio nacional, que a través del Plan de Amnistía, prácticamente protegió los tentáculos del poder de la droga a nivel internacional.

Vistas aduanales, que demandaron el anonimato, lamentan que el narco ya opera con toda impunidad en territorio nacional, bajo la aceptación del Ejecutivo federal que es lo que debe de moverse, y que es lo que no, ante los ojos ciegos de las fuerzas armadas.

Si bien a López se le puede catalogar que sigue los mismos pasos del panameño Manuel Antonio Noriega, a quien la DEA lo capturó tras una invasión estadounidense a Panamá, por cuestiones de narcotráfico y crimen organizado, en el futuro inmediato México podría ser invadido por las fuerzas de inteligencia estadounidense para deshacer el nudo del peje-narco que ahora opera abiertamente desde Palacio Nacional.

En el bajo mundo del crimen organizado aplauden la “iniciativa” del presidente López, quien claramente no midió riesgos ni peligros, toda vez que en una de sus giras por Sinaloa, tuvo el descaro de quitarse la máscara de “honestidad valiente”, y acudir a saludar de mano a la mamá de “El Chapo” Guzmán, confinado, de por vida, en una cárcel de alta seguridad en Estados Unidos.

El saludo entre AMLO y la madre de El Chapo: estas es una de las más gravosas implicaciones. Los vínculos entre las élites políticas y criminales son, por lo menos, intuibles ante la sociedad, señala Eduardo Guerrero, director de Lantia Consultores en materia de Seguridad. Es decir, esa compulsión de transformar lo “intuible”, es igual estar consiente para aceptar y sublimar la dura realidad de hasta destruir militar y políticamente a todo el país.

Ahora bien. El sólo hecho de que el presunto narco-político Ignacio Morales Lechuga haya concurrido, con “una supuesta armadura de honestidad a redes sociales” para expresar que William Pelham Barr, en su calidad de Fiscal General de Estados Unidos de Norteamérica, “armaba expedientes sin sustento”, implica atención a lo expresado, considera el prestigiado abogado penalista Alberto Woolrich Ortiz, presidente de la Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A. C.

Independientemente de considerar lo anterior, sostiene sus argumentos diametralmente opuestos y de manera particular con los difundidos por el lector de noticias Ciro Gómez Leyva en su noticiero de fecha reciente, en el marco de la declaracionitis que se desató con el ex procurador Ignacio Morales Lechuga, quien dijo que “la DEA siempre ha querido vengarse de la SEDENA”.

El notario de marras –apunta Woolrich-, de entrada, sostiene argumentos para curarse en salud por aquello que mencionó Joaquín Guzmán Loera alias “El Chapo”, ante un Tribunal Federal de Justicia en New York, cuando en lo concerniente expresó: “Ignacio Morales Lechuga es protector del narcotráfico”, cuyas expresiones no dejarán de ser agresivas de parte del ex procurador General de la Nación, seguramente expresadas, por inconfesables intereses en contra de la justicia.

El pretexto o motivo para tan artero comportamiento –dijo- se centró en una supuesta defensa que pretende efectuar a favor de los que fueron Procurador General de la República, Secretario de la Defensa Nacional y Secretario de Gobernación.

Y aseveró: “El furibundo mastín confundió a la opinión pública y se confundió él, seguramente pensando que con ese desgarre de vestidura iba a convencer al Fiscal General de Justicia de los Estados Unidos de Norteamérica, William Barr, y a la Drug Enforcement Administration (DEA), de su no responsabilidad criminal por proteger al narcotráfico”.

Ciertamente -.subraya el Doctor Woolrich-, Morales Lechuga está equivocado ya que “no es idéntica la procuración de justicia en la Unión Americana con la mexicana, que tanta protección le brindó durante la época del neoliberalismo”.

Hizo hincapié que las reglas, los cánones y la ética, resultan diametralmente opuestos en todo aquello vinculado con la procuración de justicia de este país, que es México. No son ni siquiera similares los estatutos de ambas Naciones para procurarla; la diferencia es que allende de nuestras fronteras, no le van a brindar impunidad.

Por ello –adelantó el Doctor Woolrich- vengan de donde vengan sus expresiones y su cura en salud, o por otros subterráneos e inconfesados intereses, la verdad es que le espera un largo tiempo en cárcel por aquellas coaliciones creadas con el narcotráfico, alianzas que estoy dispuesto a sostener ante cualquier recinto de justicia y no sólo a sostener, también lo pruebo.

Remember Tlalixcoyan, señor narcoprocurador. La gratuita afirmación de Morales Lechuga que Mr. William Pelham Barr, “arma expedientes sin sustento”, no favorecerá la impunidad que busca, no sólo mueve a risa, sino resulta preocupante por la salud mental del Notario 116.

Dijo también que el imponderable togado de pifias, defensor a ultranza de sus coaliciones con el narcotráfico, se atreve a sostener lo expuesto, ignorando de toda mala fe las palabras que se escucharon en su oficina: “Oye Nacho, que bueno que ya te informé y ya me ofreció hasta un millón de dólares más por seguir bajando aviones en la cuenca”, palabras que quedaron perfectamente grabadas para la historia, y que por ese simple hecho significa la exhibición de su corrupción.

El Doctor Alberto Woolrich Ortiz, por último aseveró: “Debo sostener y así lo hago, para no incidir en lo obvio, que conozco bien a Morales Lechuga, por haberle documentado todos sus nefastos actos de corrupción, por sobre todo, aquellos en los que diversos procuradores del neoliberalismo lo protegieron y le concedieron una aparente impunidad que hoy se derrumba”.

Lo cierto es que mientras López Obrador siga como presidente de la República, perdonando a medio mundo que siga inmiscuido en el narco, es probable que Ignacio Morales Lechuga siga siendo un político intocable, independientemente que el poder judicial de Estados Unidos “tenga un as escondido en sumanga”, o que ya haya hasta girado una orden de extradición y no dibulgada, misma que debe de estar celosamente resguardada en los anales de la Fiscalía General de la República, con copia para el inquilino de Palacio Nacional

Es de hacer notar que este reportero ha buscado afanosamente al abogado Ignacio Morales Lechuga, para otorgarle su “derecho de réplica” a la serie de comentarios que se han suscrito últimamente, pero desafortunadamente no ha habido “suerte”, pese a estar enterado de esta petición cuyos mensajes por correo electrónico, le llegan a su propio celular inteligente.

Poza Rica, Veracruz. Ignacio Morales Lechuga, nacido el 6 de enero de 1947 en Poza Rica, Veracruz, es abogado, político y diplomático mexicano. Se desempeñó como Procurador General de la República y Embajador de México en Francia durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari y fue rector de la Escuela Libre de Derecho.

Abogado por la Escuela Libre de Derecho. Fue catedrático del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey y actualmente en la Escuela Libre de Derecho de la materia de Contratos Civiles.

Fue subsecretario y secretario general del Gobierno de Veracruz, coordinador del Secretariado Ejecutivo del Programa Nacional de la Secretaría de Gobernación. Procurador General de Justicia del entonces Distrito Federal, embajador de México en Francia.

Fue candidato del Partido del Trabajo y el Partido Verde Ecologista de México a Gobernador de Veracruz en 1998, quedando en cuarto lugar. Fue Presidente del Patronato de la Fundación “Gonzalo Río Arronte”.

Asimismo fue Presidente del Colegio de Notarios del Distrito Federal y actualmente continúa ejerciendo la función notarial como titular de la notaría 116 asentada en la Ciudad de México.


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