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Agoreros de la violencia, han perdido el respeto, es dominado por el narco poder.



Pese a la conmemoración del Día del Ejército Mexicano, considerado éste como el segundo más poderoso de América Latina, se ha convertido en una estructura bananera que, en la consumación del “fuego cruzado” promovido por “agoreros de la violencia y la muerte”, ha perdido toda singularidad de respeto, dominado por el narco poder internacional.

En épocas anteriores, el 19 de febrero era una fiesta nacional que conmemoraba el Día del Ejército Mexicano, el cual está conformado por las fuerzas militares tanto terrestres como aéreas.

Este Ejército, que en la última década ha tenido que hacer funciones de “policía”, está formado para salvaguardar la soberanía del Estado, que a grandes rasgos, su actuar deja mucho que desear, por la permisibilidad de dejar que el narco actúe a sus anchas, cuando el secretario General Luis Cresencio Sandoval González, ha incurrido en la comisión de omisión.

El Estado a través de sus esbirros —analiza la Barra Interamericana de Derechos Humanos—, disemina el pánico en la población, sus agentes son egresados de las filas de militares o policías para crear el desconcierto, la desazón y sembrar el terror en las poblaciones principalmente fronterizas, provocando una alarma social poniendo en los labios de la ciudadanía, la petición de intervención militar en las calles para volcarse entre policías a militares y marinos.

Salvador Cienfuegos Zepeda cuando figuró como secretario de la Defensa Nacional durante el sexenio peñista, se estableció como el operador número uno del Ejército, y vociferante expresaba: “El pueblo pide la intervención de los militares en las calles”, ante la incapacidad de las Fiscalía generales de Justicia.

Dicho sea, las organizaciones de derechos humanos han demandado que todos esos “pelones” regresen a sus cuarteles y se restaure el estado de Derecho, hoy prácticamente perdido, porque el Jefe del Ejecutivo se niega a emitir un Decreto.

En principio —acusa el prestigiado abogado penalista José Luis Aguirre Huerta— el Estado sigue diseminado a sus alimañas para sembrar la violencia y el pánico, pretendiendo introducir la ideología del orden y de la tolerancia cero, haciendo aparentar al pueblo como peticionario de la intervención del Ejército en las calles y poblaciones, que pareciera que México vive en un Estado de Sitio.

La fórmula del Presidente de la República al externar su jocosa frase “abrazos no balazos”, la peculiaridad es tan soberbia ajena, que impacta a lo largo del territorio nacional, toda vez que en un 35% existe la presencia de un Estado de facto y el constitucional totalmente fallido.

La población huye por todo el país para ponerse a salvo de una narco guerra genocida que solo el gobierno es el que tiene toda la capacidad estructural para seguir desfigurando la unión de la república.

Un fantasma asecha al país, y como tal, es el fantasma de la militarización fascista como fórmula de gobierno, que sigue emprendiendo el oclócrata presidente Andrés Manuel López Obrador, quien regocijante celebra los asesinatos y crímenes seriales en contra de núcleos sociales.

Para el penalista Aguirre, “el Estado ha acreditado plenamente su incapacidad para satisfacer las necesidades sociales, la evidencia se produce con el desorden económico, político y social que atravesamos, sin ningún Plan Nacional de Desarrollo económico”, es decir, conforme a la tendencia gubernamental, este será un sexenio totalmente perdido.

Quiérase o no, López Obrador está abiertamente vinculado con los barones del narcotráfico, desde aquel día en que, de forma descarada y desvergonzada, saludó a la señora María Consuelo Loera, madre de Joaquín “El Chapo” Guzmán, uno de los más poderosos narcotraficantes que purga una sentencia de por vida en una prisión de alta seguridad de Estados Unidos.

La administración del peje presidente no ha sido del todo color de rosas, ya que ante “río revuelto” y la carencia de una oposición radical, ésta está prácticamente amansada, solo falta que el Ejecutivo entre sus medidas negativas, pudiera proscribir los partidos políticos, encarcelar y exiliar a sus opositores que inició, a temprana hora de su sexenio, en contra de Rosario Robles Berlanga —presa política—, y que aunado a todos estos mecanismos, se han registrado desapariciones y otras muertes que hasta la fecha no han quedado del todo esclarecidas en contra de periodistas críticos, particularmente.

El bodrio de la supuesta constitución de la 4T, pretende que en lo sucesivo le otorgue poderes coasi absolutos al régimen civil apoyado por generales corruptos que traicionaron el alto honor que, por código de ética y honor, debe guardarse en las fuerzas armadas, las cuales se desenvuelven en una cruzada suicida entre la vida y la muerte.

El gobierno del dictador populista Andrés Manuel López Obrador, inclinado en las redes del narcotráfico, trae el recuerdo de la muerte del general y presidente de Panamá, Omar Torrijos, el viernes 31 de julio de 1981, en un extraño accidente aéreo a bordo de una avioneta de la antigua Fuerza Aérea Panameña, presumiblemente ordenado logísticamente por la DEA.

Sin incurrir en apologías, urge que Estados Unidos ya no firme ningún acuerdo comercial con México, hasta en tanto no se restaure la democracia y el orden jurídico constitucional y estado de Derecho, porque Obrador no disimula en lo más mínimo sus acuerdos comprometedores con el narco para que éste, a su vez, pueda seguir inundando de drogas el mercado gringo.

Una fuente altamente confiable, destaca que el Pentágono ya tiene un memorándum que en breve será desclasificado por el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, para revelar públicamente el avance del narcotráfico en México y sus afectaciones aleatorias con la sociedad estadounidense.

Así como Estados Unidos vinculaba al general Torrijos y sus familiares con los barones del narco, es algo similar que ese periodo cíclico pudiera repetirse en México, con diferentes actores, con la exactitud que López Obrador encabeza el Cartel Palacio Nacional, marcándolo como el líder del narcotráfico en América Latina.

Directamente, el Presidente de México —a la luz de las circunstancias y como “un asunto en extremo delicado”—, existen importantes funcionarios del gobierno federal que están involucrados en el tráfico de narcóticos, y que implican a Obrador en el mundo bajo de estupefacientes.

Pareciendo que el suceso fue ayer y al grito de “Dios es Cristo”, el presidente Obrador sigue despertando el rencor y asombro de millones de mexicanos, que trae a las mentes la época cristera, en la posible consumación de una guerra civil.

Paralelo a ello, los administradores públicos han apostado como exclusivas fuentes de ingreso, la venta de barata, de la riqueza petrolera, que ha llegado al exterminio tanto de ecosistemas, cuanto de la agricultura, la ganadería, el sector pesquero y aún más, han provocado el agotamiento de los pozos petroleros, a pesar de la fluctuación del precio del crudo a nivel internacional.

El Estado también alegremente sigue fincando sus apuestas a las divisas de los braseros, espaldas mojadas, que envían suministros financieros a sus familias, que es una de las fuentes económicas más importantes por su ramificación y que ha permitido que millones de familias gocen de esas prebendas por los mexicanos que trabajan en los Estados Unidos de Norteamérica, en un momento en que la política del empleo en México no existe.

Tarde o temprano, todo tiende a terminarse porque el filón de ingresos se viene agotando, porque vivimos en un país sumido en la depauperación económica y educativa; la masa empobrecida entre sus alternativas de supervivencia, detenta la opción de fácil ingreso a la criminalidad, los amos de la economía subterránea, tienen una gran masa empobrecida o fuerza de trabajo barata, para la explotación servil de sus objetivos empresariales, (todo tipo de alijos, de armas, estupefacientes, órganos y cuerpos).

Si bien los detractores han sentenciado que “México estaba mucho mejor sin López Obrador”, el panorama que se presencia todos los días, debido a la incontrolable pandemia del Covid-19, es otro de los exterminios de Lesa Humanidad, sobre todo, contra la gran masa marginal, presentándose un andamiaje de cancelación al futuro promisorio.

Por ende, el Estado entre la guerra contra el narcotráfico, la pandemia y el Estado de facto en que “gobierna” los barones de la droga en México, se prepara ante su falta de legitimidad y credibilidad popular, la implementación del fascismo, su brutal incapacidad de convencer, hacen que se despoje de la máscara de la civilidad y las buenas razones, para hacer comparecer al monstruo de la represión y la dictadura.

Ante la disyuntiva que vivió el ex secretario general Salvador del orden y la disciplina, dejó una herencia maldita en la que otros rostros preparan sus cien fuegos para intentar restablecer la paz y la tranquilidad social, con sus toletes electrizantes, el monstruo de la dictadura se avecina, son respuestas policiacas a problemas sociales.

De hecho, un día sí, y otro también, México observa taciturno cómo se consolida el sistema de terror entre la población, a través de las alimañas que integran el crimen organizado institucional. El Estado se prepara ante su falta de legitimidad y credibilidad popular, hacia la implementación del fascismo.

México, fascista, donde millones vivirán al lado del monstruo de la represión y la dictadura, frente a un sistema caduco que además de saquear sistémicamente la riqueza de la Nación, cada día la orillan a una inminente guerra civil.

Hoy, la sociedad avizora: “México, lastimosa y maliciosamente cuenta con un Ejército narco bananero”.

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