AMLO, el exterminador. AMLO busca fecundar huevo de la serpiente
POR: BLAS A. BUENDÍA
“El huevo de la serpiente”, es el título de una de las grandes películas históricamente documentadas por el cineasta Ingmar Bergman, rodada en 1977 y ambientada en el Berlín de los años 20.
Como un ensayo premonitorio en contra de la democracia mexicana, la trama se desarrolla en un contexto de caos, guerra perdida, luchas políticas, inflación y la preparación de un Golpe de Estado por parte de Adolf Hitler (Léase Andrés Manuel López Obrador), en momentos álgidos que intenta demoler la última honorable institución como la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Andrés Manuel López Obrador y su Cuarta Transformación de la Nación, de manera extravagante e incoherente, pretenden designar ministros de la Suprema Corte de Justicia mediante el voto popular. Según ese incorrecto pensar, todas esas designaciones a futuro próximo, serán de libre elección mediante el sufragio de su pueblo sabio y supuestamente ilustrado.
Para la Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, que preside el prestigiado abogado penalista Alberto Woolrich, “esas togas de impartición de justicia intentarán actuar de acuerdo a los pensamientos ilógicos o anormales y los que apartados de la razón, deberán seguir el pensar de quien actúe como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. ¡Vaya irracional manera de gobernar!”
Si aún viviera Quinto Horacio Flaco, con seguridad repetiría con perfección absoluta: “Praetulerim delirius inersique videri, dum mea delectent mala me vel denique fallant quam sapere”, traducido a castizo lenguaje: “Prefiero pasar por necio y estúpido con tal de que mis faltas me den placeres e ilusiones, que ser sabio”.
Además —apunta la citada Academia— el primer Magistrado de la Nación, con su enfermizo e insalubre propósito de operar filtros y controles en el Poder Judicial Federal, previamente a ese sufragio popular, con toda seguridad exigirá una declaración de “idoneidad” a los aspirantes a ser ministros, para que ellos cumplan con las ocurrencias y caprichos de la gobernanza de su Cuarta Transformación de la Nación.
Como se ha escrito, la exasperada pretensión de control hacia el Poder Judicial Federal y el fortalecimiento de sus “ocurrencias”, dejarían a esas togas reducidas a actuar de manera pulcra, docta e independiente, a cambio, redactarían resoluciones poco más que ilegales y anticonstitucionales, marcada como una patética Traición a la Patria.
“En general, dejarían de ser imparciales y rectas, adhiriéndose en todo lo posible a contaminaciones políticas y/o delictivas”, sentenció el jurista Alberto Woolrich, quien consideró que “para el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) esto es precisamente lo deseable para gobernar a sus anchas. Que esas togas de dignidad (algunas) no dicten sentencias que afecten a la delincuencia política y puedan con ello, ser sumisas e indignas”.
Insistió: “Esas pretensiones de Andrés Manuel López Obrador y su Cuarta Transformación de la República, jamás deberán de llegar a ser una realidad, un desiderátum (aspiración, deseo que aún no se ha cumplido).
“Si el Poder Ejecutivo Federal rechaza las opiniones de togas libres e independientes, sino confía en ese Poder Judicial Federal, si no se atrevió a ordenar una investigación para detectar las togas de insalubridad y corrupción que afectan la Soberanía Nacional, las cosas jurídicas y políticas seguirán afectando por desgracia a nuestra República. Ello nadie lo entiende, ni quiere entender”, pronunció.
¡Es cuánto”, concluyó el análisis político-jurídico de la Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México.
En resumen, antes de irse a su rancho llamado La Chingada, con sentido hitleriano cleptocrático, Andrés Manuel López Obrador busca fecundar el huevo de la serpiente en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que es la única y honorable institución republicana de nuestra democracia que está por fenecer debido a que la polimesia kakistocrática —con ramificaciones de oclocracia, anocracia y anasiclosis—, ha deshecho los cimientos de la nación.
Y de plano, los morenistas siguen asumiendo actitudes tan necias como tercas (desafiantes), para elegir por el voto popular a los ministros rompiendo el valiosísimo esquema de pulcritud y absoluto respeto a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
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