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Andrés Manuel López Obrador tiene una clara misión: ¡destruir a México!



Como puntualmente lo citan populosos refranes que tienen su gracia, como es "La casa del jabonero, el que no cae, resbala”, o “Aprendiz de todo, maestro de nada", es una metáfora que envuelve al gobierno fallido del zafio Andrés Manuel López Obrador, quien presume ser “presidente”, pero –como en sus engañosas rifas-, dista mucho de ser presidente de un importante país como es México.

Inteligente no lo es, astuto, sí…, porque al estar encargado del Despacho del Jefe del Ejecutivo federal mexicano, el orgullo de su nepotismo tiene a gran parte de su familia en los puestos clave de su fracasada administración, con altos salarios, es decir, detrás de su anciano rostro, se esconde el rencor, la venganza, la frustración y el resentimiento.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador llegó a la mitad de su sexenio con el sabor de las derrotas; con más del 50% del “pueblo bueno y sabio”, desconfiado y con la sospecha de que en el periodo de la cacaraqueada Cuarta Transformación, la 4T, existe más corrupción que en los gobiernos de Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quesada, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto, de quienes se puede presumir que con imberbes al lado del rijoso tabasqueño.

Notoriamente avejentado, con el rencor a flor de piel, resentido por sus fracasos y con el señalamiento de que por medio de sus hermanos Pio y Martín, se dedicó a captar “aportaciones” de dinero en efectivo –que en las ciencias penales se le considera un delito de corrupción dolosa-, han recibido grandes fajos de billetes para “el movimiento”, dejando en el umbral su Cartilla Moral, bandera de un gobierno indigno y de fácil descomposición. ¿Cartilla Moral?, ¡no!, es un bodrio inventado por el zafio tabasqueño

Haciendo una cita de filósofos, el 80% de los humanos carecen de recursos psicológicos y morales para resistirse a las órdenes de la autoridad –que obviamente no existen-, y ante la paradoja de que la autoridad sea inmoral e indecente, solo un 20% tiene capacidad de crítica. Por ello, ¡cuidado con las mayorías!, surgidas del fenómeno de la Oclocracia que se transmuta en la Cleptomanía política. Es la cara del peje gobierno, que no es gobierno, es una caterva de delincuentes con poder.

Otra acción de corrupción detectada es el cúmulo de contratos de Petróleos Mexicanos (PEMEX), pare su prima Felipa Obrador, entregados sin licitación por el director de esa empresa paraestatal, su compadre y compinche Octavio Romero Oropeza, quien lo sigue protegiendo desde los mares oscuros de la riqueza del petróleo

Este personaje (Octavio Romero Oropeza) le “heredó” al tabasqueño la presidencia del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en Tabasco. Es del dominio público que el presupuesto para ese partido (ahora en desgracia) fue utilizado por López Obrador para la compra del ya famoso rancho “La Chingada”, remozado y ampliado en la presente administración, por lo que Octavio fue recompensado con la titularidad de la Oficialía Mayor en el periodo del AMLO como jefe del Gobierno del entonces Distrito Federal, hoy Ciudad de México, y ahora con el mando supremo, lo designó director de PEMEX, la otrora joya de la corona la cual está en la vil ruina.

Otro tema de corrupción son la dulce vita de sus hijos, que sin mover un dedo exhiben una existencia de millonarios; José Ramón (quien lleva el nombre del hermano asesinado por el Peje, de un tiro en la cara), a la fecha López Obrador insiste que fue “un accidente.

José Ramón fue el primero de ir al exilio, acompañado por una guapa brasileña Carolyn Adams, vive como rey en Houston, Texas. En tanto, Andrés Manuel, mejor conocido como “Andy”, es el intermediario para quienes desean acercarse al ahora poderoso Peje. Otro de los vástagos pejecitos, Gonzalo Alfonso, es tal vez el más discreto, pero también goza de los beneficios de la “austeridad republicana” que pregona su padre que es presidente, pero que no sabe ser presidente.

La familia real es extensa y el delito de nepotismo, es interminable; Adán Augusto López Hernández dejó el gobierno de Tabasco en manos del “súper delegado” Manuel Mario Campos, en franca violación a la Constitución, pues la prelación le correspondería al secretario de gobierno, Guillermo del Rivero León. El flamante inquilino del Palacio de Covián; su hermana Rosalina López Hernández, es administradora general de la Auditoria Fiscal Federal del SAT.

El gobernador de Chiapas, Rutilio Escandón es uno de sus cuñados; otro es el político Humberto Mayans Canabal, consejero de PEMEX, que está casado con Silvia López Hernández. El hijo de Humberto y Silvia es administrador de la Coordinación de Auditoria del Comercio Exterior del SAT.

En varias ocasiones, primero como candidato presidencial y ahora como jefe de la Nación, expresó que durante su mandato “sería erradicado el nepotismo y la corrupción”, cosa que dista mucho de ser cierto.

No obstante, el nuevo jefe de la política interior, Adán Augusto López Hernández, fue acusado en varias ocasiones ante la entonces Procuraduría de General Justicia, por militantes del MORENA, encabezados por José Ángel Gerónimo Jiménez, consejero nacional de ese partido por fraude cometidos en su calidad de Notario Público, por la venta de terrenos propiedad del estado, mediante fraudes y engaños y procedimiento amañados.

La familia Hernández López brindó asilo y protección al joven Andrés Manuel, cuando dejó de recibir refugio del insigne poeta Carlos Pellicer quien lo acogió en su domicilio, tan pronto fue expulsado del seno familiar, debido al asesinato de su hermano menor José Ramón, cuyo crimen suscrito en la averiguación previa y/o Carpeta de Investigación TAB-140562-DOC-1122, se presume que está “extraviada”,

A la mitad del este escabroso sexenio (2021), surge el verdadero rostro del anciano tabasqueño, el de un decrépito e inmoral provinciano que no disfruta de la tercera edad, sino más bien, exhibe el rostro de un político lleno de rencor y de odio; de una insana ambición de poder, proclive a la traición, con un afán desbordado de venganza y con tendencia de iluminado.

Desde la tribuna más alta de la nación, purifica a los corruptos, evita las entrevistas con verdaderos reporteros con sus preguntas incomodas; prefiere sus diarios monólogos televisivos, que tienen como “tesis”, la mentira y revela su gran facilidad de convertirse en víctima. Muy lejano quedó su auto calificativo de que su persona era “un rayo de esperanza para los pobres”.

Además, su lema de “no robar, no mentir y no traicionar”, quedó destrozado; al senador Ricardo Monreal lo mandó al bote de la basura para imponer con base a una encuesta fantasma a su fiel Claudia Sheinbaum al frente del gobierno de la Ciudad de México.

Antes, traicionó al insigne poeta Carlos Pellicer, quien lo impulsó en su camino a la política, otro eslabón en su cadena de traiciones a quien fue su promotor en marchas y plantones, el chontal Auldárico Hernández Gerónimo y a su principal “confidente” Aquiles Magaña García, una dupla de cuidado.

Otras ingratitudes del tabasqueño las orientó hacia quien fue su protector y guía, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano; siguió más tarde con Rosario Robles Berlanga a quien la convirtió en una presa política, y al compañero sentimental de ésta, Carlos Alberto Ahumada Kurtz.

A la primera, en su carácter de jefa de Gobierno interina le acercó recursos materiales y económicos y al segundo, a pesar de que le entregó millones de pesos para campañas perredistas, le confiscó propiedades y lo mantuvo en prisión. Luego al exilio.

El anciano de Palacio Nacional. Otra traición, sello del viejo tabasqueño, fue para el partido que lo llenó de recursos económicos y lo llevó dos veces a la antesala de la Presidencia de México, el Partido de la Revolución Democrática. Cuando ya no le sirvió, lo dejó a un lado y fundó su partido-familiar, el Movimiento de Regeneración Nacional, en franca alusión sesgada religiosa.

Dueño de la franquicia y los recursos económicos del partido de su propiedad, el Movimiento de Regeneración (“Recaudación”, le dicen los perversos) Nacional, ha logrado superar con relativo éxito todos los escándalos de corrupción de sus familiares, como sus dos hermanos Pio y Martin, de su prima Felipa Obrador, y muchos otros.

De entre la retahíla de escándalos del que salió ileso fue Andrés “Andy” López Beltrán, bajo el amparo de su poderoso padre se dedica al contrabando de combustible.

No hay sorpresas en el comportamiento inmoral del tabasqueño, todos saben de su intolerancia hacia los medios, llevando a calificar a la prensa como “inmunda”, presumiendo a los cuatro vientos, que “representan el hampa del periodismo”, cosa por demás equivocada porque desde que retiró la publicidad gubernamental, López ya no siente lo recio, sino lo tupido, haciendo gala a otros refrán: “¿Cómo se matan las moscas? ¡A periodicazos!”, y López no está exento de seguir sorteando toda clase de ataques de sus legítimos adversarios políticos.

Pero lo cierto es que Andrés Manuel López Obrador tiene una clara misión: ¡Destruir a México!, con la visión de la Oclocracia, que es un gobierno surgido de la muchedumbre (del griego ὀχλοκρατία ojlokratía, poder de la turba), y que es una de las formas de degeneración de la democracia, del mismo modo que la monarquía que se puede degenerar en tiranía o la aristocracia en oligarquía. A veces se confunde con la tiranía de la mayoría, dado que ambos términos están íntimamente relacionados. ​ El término fue acuñado por el historiador griego Polibio.


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