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Con sello de 4T, Justicia por propia mano, «ojo por ojo, diente por diente»


. BLAS A. BUENDÍA. ……………………………………………

Antes, durante y después, la Presidencia de México dio cobijo a convertirse en la primera institución de recibir a un Traidor de México en esta época contemporánea, por su completa degradación impulsada por el tristemente célebre líder de la 4T, ya que los siete atributos encomiables que había planteado, nunca se cristalizaron, que para rematar, México fue nuevamente víctima del saqueo, porque el slogan sigue siendo: “Ladrón que roba a ladrón, bienvenido a la Cuarta Transformación”.

Como caído anillo al dedo, para el inquilino temporal de Palacio Nacional, identificado como Andrés Manuel López Obrador, un caudillo ladronzuelo de marras, exhibió los colmillos de transformarse en un rabioso lobo feroz, ya que en su régimen nunca le asistió la rectoría y el respeto al espíritu de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Segunda cualidad, la Justicia; tercero, la Dignidad; la cuarta, la Congruencia; la quinta el género de la Decencia que jamás consolidó; la sexta, la Diplomacia echando por el caño tantos años de experiencia en el Servicio Exterior que le dieron brillo a México; y el séptimo atributo —por ser el más importante—, el amor por México, que para el fratricida confeso, jamás brilló sino su ímpetu lo caracterizó en ser señalado como un “¡genocida en potencia!” y un “¡cobarde matoncito!”

 A la mitad de su sexenio, Andrés —con todo el poder del mundo— trasladó su fanatismo socialista de convertir a México en otra Cuba o en otra Venezuela, ya que los índices de inseguridad reflejados en asesinatos a cielo abierto, así como el desmedido crecimiento de la pobreza reflejada en la tristeza de millones de rostros, permitió el fortaleciendo del narco crimen organizado con un crecimiento del 85%.

La evolución sistemática del mal gobierno obradorista se centró también en la permeabilidad y aceleramiento de no combatir la progresión de la corrupción, su “Austeridad Republicana” fue otra falla mecánica administrativa, la instauración de la Guardia Nacional inició con el pie izquierdo porque prefirió que el crimen le escupiera el rostro para no ejercer la fuerza de la justicia, cumpliendo a cabalidad la frase “abrazos, no balazos”.

Hubo otro grado de descomposición por un decremento del 0.0% del PIB (Producto Interno Bruto), caótica la relación entre México y Estados Unidos por eludir toda acción de la justicia contra los malandros que siguen dañando el mosaico social, un freno impresionante en la defensa de los Derechos Humanos, así como en la defensa de los derechos laborales, regulación ambiental, entre muchos otros objetivos incumplidos estableciendo a un México sin ley, un México fallido.

Las preguntas del sexenio son interminables, que a pesar de ello, la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos y su irrestricta aplicación, por fortuna, no se ha hecho eco de ciertas insanas políticas la Cuarta Transformación de la Nación.

Para el abogado penalista Alberto Woolrich, con sus 50 años en la Abogacía independiente, lamenta que en la actualidad el gobernado, además del riesgo de sufrir privación de libertad, por aquellos delitos que las fiscalías les fabrican, afronten con firmeza la defensa de sus derechos, garantías y libertades, sin concurrir para ello a nuestras instituciones de procuración e impartición de justicia, “porque ya nadie cree en ellas. Es un fastidio pasearse para solo ir y confrontar las caras de los ministerios públicos que no cubren bien su trabajo”.

No obstante de contar con funcionarios de valía en ese entorno —afirma el reconocido jurista— la criminalidad prolifera en estos tiempos políticos de Andrés Manuel López Obrador, revelando la ineficacia de esa deleznable política de “abrazos y besos a la delincuencia”.

Al desarrollar un concienzudo análisis político-jurídico, enfatiza que por culpa de dicho enfoque, su pueblo sabio ya está enfrentando a esa delincuencia con azadones, palos, machetes y escopetas, al encontrarse hartos de secuestros, cobros de piso, violaciones, robos, homicidios y vejaciones, en lugar de enfrentarlos con la justicia que emana o debe de emanar de nuestras instituciones.

Ese pueblo sabio —precisa— ante la ineficacia de todas las autoridades, excluyendo de ellas a las togas con antelación referidas, está iniciando una ancestral costumbre de aplicar justicia por propia mano, “ojo por ojo, diente por diente”, la cual sólo conduce al “caos” en este México que debiera ser de tranquilidad social.

“Es la deshumanización de nuestra cultura, a la que nos llevan ineficaces e indignos ‘Siervos de la Nación’, que con ello revelan su ignorancia para orientar jurídica y socialmente al mexicano”, alertó el penalista Alberto Woolrich.

La Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, por su lado, sostiene que se ha disociado de manera arbitraria, ignorante y equivocada la política de la conciencia moral y jurídica contenida en la letra y espíritu de nuestra Carta Magna y de las leyes que de ella emanan.

“Todos los abogados independientes de los Estados Unidos Mexicanos, sabemos que la sociedad la forman y conforman los hombres y la aplicación de las leyes; pero la política de la Cuarta Transformación de la República lo evade, lo soslaya e ignora, lo grave, lo gravísimo, es cuando el pueblo reacciona en contra de la delincuencia como aconteció en horas recientes en el Municipio de Texcaltitlán, en el sur del Estado de México, donde en la comunidad de Texcapilla se enfrentó  de manera firme  y viril a esa política de abrazos y besos”, enfatizó.

Por todo ello —puntualiza— sólo cabe preguntar ¿eran miembros del Glorioso Ejército Mexicano los que a distancia y vestidos como militares y con aparentes vehículos castrenses, daban protección a la delincuencia?, ¿qué autoridad protege a esa delincuencia organizada?, ¿las autoridades de procuración e impartición de justicia deben dirimir las confrontas entre los gobernados?, ¿deberá de seguir dándose continuidad a esa gobernanza de respetar, abrazar y besar a la delincuencia?

“¡Es cuánto!”, finalizó el estudio jurídico de la Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México A. C., que preside el prestigiado penalista Alberto Woolrich Ortiz.

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