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El cuidado como actividad esencial de las mujeres, debe ser esencial




MAVILALA@GMAIL.COM

Este documento tiene como finalidad resaltar el trabajo de cuidados visto desde la vida doméstica se traslada también al mercado laboral en la actividad profesional de la enfermería, ambas tienen el cuidado como centro de vida en las mujeres, y son contextos poco visualizados y analizados desde los estudios de género.

El feminismo permite hacer visible, la opresión de género y analiza a partir de paradigmas teóricos-históricos-críticos los efectos sociales que han tenido las mujeres como actoras sociales del cuidado tanto en el hogar como en el área institucional, tal es el caso de la Enfermería.

El trabajo de cuidados se ha delegado en las mujeres con carácter obligatorio y se les ha propiciado una sobre carga de trabajo al incorporarse al mercado laboral, luego entonces las mujeres cuidan de otras personas con incapacidad, deterioro funcional, niños y niñas, personas adultas mayores, personas con enfermedades crónico-degenerativas, además de personas con deterioro mental. Las mujeres cuidan en estos dos contextos, la casa y los hospitales.

Así este fenómeno social del cuidado se mira en este contenido a través de la economía política, y ha tenido efectos que se han institucionalizado en el orden establecido del patriarcado, con ello la dominación de género sobre las mujeres ha reproducido una concepción androcentrista y dejando en el trabajo de las mujeres el cuidado en estos dos contextos, lo cual ha generado violencia al interior de las familias y en las instituciones de salud.

Por tal motivo, es que se toma a la teoría de género para abordar la realidad social, en la que se encuentran las mujeres en estos escenarios, que a la vez se tornan diversos, pero que asumen ritos sociales y culturales muy semejantes, y que, bajo la cultura androcéntrica, binarista, dicotómica y opresora sobreviven a violencias simbólicas e institucionales. Por ello, esta teoría nos permite desmitificar verdades asumidas para que las mujeres perciban de otra forma la complejidad de la vida cotidiana y laboral. Esta concepción del significado del cuidado permite dar sentido y enarbolar causas a favor de la reivindicación del cuidado como un derecho social.

Desde el punto de vida cotidiano de las mujeres, el alto valor social y económico de los trabajos domésticos y de cuidado en los hogares no se han reconocido lo suficiente. Estimaciones de la Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado en los Hogares de México indican que dicho trabajo representó 21.6% del PIB en 2011 y que es el grupo de actividades de mayor peso económico: constituyen una tercera parte del total del valor económico del trabajo no remunerado, con una aportación femenina de 74.1% (INEGI, 2011).

Los estudios sobre el cuidado pueden tener varias explicaciones teóricas, como lo es la antropología, la sociología, la salud, la economía. En esta última es que se centra el argumento principal de cuidado, ya que las sociedades industriales han avanzado gracias al trabajo no asalariado de las mujeres y que han aportado su energía vital a la demanda de la población dependiente de ella.

De ahí las luchas feministas en la era de la industrialización que podemos ver en Inglaterra, Alemania y casi toda Europa. Las luchas feministas han estado en esos argumentos donde las tareas de atención y cuidado de la vida de las personas son un trabajo imprescindible para la reproducción y el bienestar cotidiano de la familia y sus miembros.

Es importante analizar el elemento que se incorpora en el cuidado, que es la historia de los sentimientos por los cuales pasa el cuidado. Luego entonces, la lactancia, la maternidad, la crianza, la sanidad de los espacios donde se reproduce la familia, los cuidados de enfermos y ancianos son espacios privados en los cuales la mujer tiene principal cuidado.

De esos contextos deviene una división sexual del trabajo, del que el primer concepto se visibilizó; el trabajo doméstico. Por lo que que la exclusión de las mujeres en los ambientes públicos hacia los privados se “normalizó” y se excluyó también de los procesos de ciudadanización en el nuevo modelo liberal. Por ello, es importante la perspectiva histórica, ya que permite apreciar la evolución y los cambios en las prácticas sociales donde el trabajo doméstico y el trabajo de cuidados dieron pie al tránsito a la sociedad en la que vivimos en la actualidad.


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